Los toros, a los altares

Si un torero actual es incapaz de sentirse a gusto frente a un toro de El Parralejo mejor es que se dedique a la fontaner¨ªa. Los cuatro toros de hoy -novillos de plaza de tercera, claro est¨¢- aburrieron por el derroche de nobleza que destilaban. Cogidos los cuatro con alfileres en cuanto a fortaleza, bravura y casta, pero todos ellos con un coraz¨®n que no les cab¨ªa en el pecho. Ni un mal gesto, obedientes a los cites, humillados en la embestida, con mayor o mejor largura, con movilidad y codicia¡­ todos embistieron mucho mejor que un carret¨®n de entrenamiento.

Este es el toro de hoy, el que exigen los toreros y cr¨ªa la mayor¨ªa de los ganaderos para que disfrute el matador, aplaudan los espectadores de ocasi¨®n y huyan de las plazas los aficionados.

Los cuatro toros de ayer merecieron subir a los altares por su infinita bondad, por sus cari?osas miradas, por su afecto, sumisi¨®n y suavidad. No hubo tercio de varas, pero eso hoy no importa. Fueron animales generosos y buena gente, que es lo que impera.

?Y los toreros? Juan Leal cort¨® tres orejas, y Mar¨ªn, dos. Ambos tuvieron oportunidades para haber demostrado eso que dicen todos los toreros que llevan dentro; pues lo demostraron solo a medias, por ser indulgente. Los dos trazaron pases, algunos estimables, pero ninguno supo estar a la altura de la calidad de sus oponentes.

Leal es lo que se llama un torero fiel a su estilo; es decir, valiente y bullanguero, un torero de cercan¨ªas, sin hondura ni sensibilidad. Valiente y tremendista, s¨ª. Comenz¨® de rodillas la faena de muleta a su primero, y as¨ª estuvo un buen rato. Ya de pie, el animal continu¨® embistiendo de ensue?o, aunque ten¨ªa tendencia a salir suelto de algunas tandas, y Leal dio pases y m¨¢s pases, circulares, despu¨¦s, y bernadinas finales.

Con suavidad y despegado mulete¨® al tercero, otro bendito, con el que dibuj¨® alg¨²n natural hondo. Alarg¨® la faena, convencido, con raz¨®n, de que a su labor le faltaba profundidad, y volvi¨® a los circulares y desplantes de rodillas. A los dos lo mat¨® muy bien, con gran efectividad.

Otro que tampoco se mostr¨® muy seguro de s¨ª mismo fue Gin¨¦s Mar¨ªn. Este torero es otro concepto, y bebe en las fuentes del clasicismo y tambi¨¦n de la modernidad.

De tal modo, lance¨® a la ver¨®nica con temple en sus dos toros, luci¨® sus buenas maneras, en especial en un par de tandas de naturales, pero tambi¨¦n se puso pesado, alarg¨® sus faenas sin motivo, acudi¨® a los circulares y bernadinas, y todo lo emborron¨®, adem¨¢s, con la espada.

En fin, que ninguno de los dos toreros merecieron un encierro de tanta bondad; y esta fiesta, tampoco. Ya lo dijo Fernando Cuadri: ¡°El toro simplemente noble es simplemente tonto¡±.