Las dudas del Aza?a escritor
Tres cartas in¨¦ditas ilustran el empe?o del expresidente de la Rep¨²blica, de cuya muerte hoy se cumplen 80 a?os, en dar a conocer sus obras en Francia
17 de mayo de 1939. Collonges-sous-Sal¨¨ve, Francia. En una casona llamada La Prasle, Manuel Aza?a toma su pluma y tacha la leyenda ¡°Presidente de la Rep¨²blica Espa?ola¡± bajo el escudo impreso en la cuartilla. Escribe a su traductor al franc¨¦s, Jean Camp: ¡°Respecto de las Memorias, siempre he tenido mis dudas acerca del inter¨¦s que pudieran despertar en el gran p¨²blico franc¨¦s. Las observaciones de usted confirman mi desconfianza. La verdad, no s¨¦ qu¨¦ hacer. Es ya un poco tarde para desistir de publicarlas. Si usted cree que su tenue literaria no es bastante decorosa, d¨ªgamelo, aunque el arreglo es ya dif¨ªcil porque estando ya medio traducidas, ni puedo reescribirlas, ni variar el plan¡±.
En esta carta in¨¦dita, el gran pol¨ªtico e intelectual espa?ol, de cuya muerte en el exilio franc¨¦s se cumplen hoy 80 a?os, plantea a su tambi¨¦n amigo, el hispanista Camp, dudas sobre la calidad de las Memorias pol¨ªticas y de guerra y al tiempo le felicita por la versi¨®n francesa de La velada en Benicarl¨® que acaba de examinar. La califica de ¡°excelente, fidel¨ªsima¡± e insiste en que la obra sea publicada antes que las memorias, en contra de la opini¨®n de Andr¨¦ Malraux, el editor de Gallimard. Aza?a vive sus horas m¨¢s amargas. Ha renunciado a la presidencia de la Rep¨²blica el ¨²ltimo d¨ªa de febrero, despu¨¦s de que Francia y el Reino Unido reconocieran a Franco. Dolorido por la suerte de la aventura republicana, lejos de Espa?a, se centra en dar a conocer su obra literaria en franc¨¦s.
70 a?os despu¨¦s, otro hispanista, G¨¦rard Malgat, halla la misiva en un s¨®tano en el que la humedad hab¨ªa arrasado con parte de la biblioteca del traductor, fallecido en 1968. ¡°Salv¨¦ lo que pude, pero no se sabe cu¨¢ntos libros o documentos fueron destruidos¡±, se lamenta el investigador por tel¨¦fono. ¡°La instituci¨®n que deb¨ªa hacerse cargo del legado no recogi¨® el contenido y pasaron casi cuatro d¨¦cadas de abandono hasta que su nieto me lo cedi¨®¡±. El manuscrito estaba junto a otras dos cartas entre las hojas en un ejemplar de la edici¨®n francesa de La velada en Benicarl¨®, una especie de conversaci¨®n interna de Aza?a sobre su idea de Espa?a encarnada en varios personajes. Fue escrita a los siete meses del inicio de la guerra, en el palacio de la Ciudadela de Barcelona, desde donde presid¨ªa precariamente la Rep¨²blica. El pesimismo y la inutilidad de la contienda aparecen con claridad en sus p¨¢ginas. Precisamente es el libro que Camp tradujo para Gallimard.
Las tres misivas fueron donadas en enero pasado a la Biblioteca Manuel Aza?a del Instituto Cervantes de Toulouse, que alberga 1.400 libros y documentos sobre el exilio, entre ellos 200 dedicados al ¨²ltimo presidente de la II Rep¨²blica, fallecido a pocos kil¨®metros de all¨ª, en Montauban. ¡°Son los primeros manuscritos con los que cuenta la instituci¨®n¡±, se entusiasma el bibliotecario, Javier Campillo, que lleva m¨¢s de dos d¨¦cadas atesorando la huella editorial del exilio espa?ol, cuyo centro es la capital occitana. ¡°El director, Juan Pedro de Basterrechea, y yo las hemos recibido con mucho orgullo. Las cartas ilustran la relaci¨®n con Camp y el proceso de edici¨®n de sus obras durante el exilio¡±.
Siguiendo un orden cronol¨®gico, el primer escrito est¨¢ datado en Barcelona el 2 de enero de 1937 (aunque el autor ha anotado 1936). Aza?a agradece a su correspondiente el inter¨¦s por la suerte de Espa?a, embarcada en la contienda tras la asonada militar: ¡°Estimo en mucho sus palabras afectuosas para mi pa¨ªs, que padece una prueba tan terrible¡±, escribe. ¡°Enorme es el caso, pero conf¨ªo en que los espa?oles seguir¨¢n estando a la altura de un inopinado destino¡±.
¡°Enorme es el caso, pero conf¨ªo en que los espa?oles seguir¨¢n estando a la altura de un inopinado destino¡±Aza?a, sobre la guerra
El presidente se felicita del pr¨®ximo estreno de La corona en Bruselas. ¡°No sab¨ªa yo que mi comedia fuera a correr ahora, en su vestidura francesa, la aventura de la escena. Les deseo un ¨¦xito dichoso y les agradezco, a usted y a Cassou [Jean, tambi¨¦n traductor], el inter¨¦s que se han tomado por esta obra, traduci¨¦ndola primero excelentemente y despu¨¦s haci¨¦ndola representar¡±. Despu¨¦s, tal y como recuerda el bibliotecario Campillo, Aza?a, ¡°el franc¨®filo educado en la Sorbona, se muestra puntilloso¡± al censurar que sus traductores hubieran titulado la pieza en franc¨¦s como Le pouvoir (El poder). ¡°Es demasiado abstracto; no corresponde a la plasticidad po¨¦tica de la obra. Ya no es tiempo de darles a entender las razones que tengo para pensar as¨ª¡±.
La segunda carta fue escrita el 7 de mayo de 1939, 10 d¨ªas antes que la citada en el inicio de la informaci¨®n. Un Aza?a en el exilio est¨¢ pendiente de las traducciones de La velada en Benicarl¨® y de Memorias pol¨ªticas y de guerra y responde a su traductor sobre el primer libro: ¡°Me parece muy acertada la indicaci¨®n de usted: habr¨¢ que decirle al p¨²blico qu¨¦ es La Pobleta y d¨®nde est¨¢ Benicarl¨®. Realmente, el situar mi di¨¢logo en este lugar, no es arbitrariedad, ni pura invenci¨®n. A medio camino de Barcelona a Valencia, mucha gente se deten¨ªa en el albergue de turismo instalado all¨ª, a orilla del mar. Yo mismo, en mis viajes, he pasado all¨ª algunas veces, y he tenido conversaciones importantes, aunque no las que se cuentan en el libro¡±. Benicarl¨® fue su lugar de encuentro con el primer ministro Largo Caballero, dado que el Gobierno estaba asentado en la capital del Turia. Luego le indica su preferencia por publicar antes La velada que las memorias, pese a que el editor, Andr¨¦ Malraux, cree que ?las Memorias alcanzar¨¢n a un n¨²mero de lectores mucho mayor, y beneficiar¨ªan comercialmente al otro libro. En tanto que, publicando antes el di¨¢logo, que llegar¨¢ a un menor n¨²mero de gente, se producir¨ªa el fen¨®meno inverso?, opini¨®n que Aza?a no comparte. Las memorias, sin embargo, no llegaron a publicarse.
La tercera carta es la fechada el 17 de mayo, que acompa?a a la revisi¨®n de la edici¨®n francesa de La velada en Benicarl¨®.
Jean Camp, tambi¨¦n escritor y cr¨ªtico literario, hab¨ªa conocido al dirigente republicano en Madrid en 1912, mientras daba clases en el colegio franc¨¦s. ¡°Se encontraron en el Ateneo, del que Aza?a lleg¨® a ser director¡±, dice el donante de las cartas, G¨¦rard Malgat, estudioso de la vida del traductor y tambi¨¦n de Max Aub, que fue quien en 1936 retoma la relaci¨®n con ¨¦l porque Camp, junto a Jean Cassou, adapta para la radio la obra de teatro La corona. ¡°Entonces los autores deseaban que se emitiesen sus creaciones, dado que las ondas llegaban a donde no pod¨ªan los libros¡±, asegura Malgat. La obra sale al aire en enero de 1937 en Radio France.
Dos a?os m¨¢s tarde, Aza?a y Camp se encuentran en Par¨ªs. ¡°Ya no quiere saber nada de la pol¨ªtica¡±, dice el hispanista, ¡°y desea ver su obra editada en Francia¡±. El 6 de marzo, pocos d¨ªas despu¨¦s de su renuncia como presidente de la Rep¨²blica, firma con Gallimard la edici¨®n de tres obras, La velada en Benicarl¨®, El jard¨ªn de los frailes y Memorias pol¨ªticas y de guerra.
El traductor fue clave hasta los ¨²ltimos d¨ªas del expresidente. ¡°Camp ayud¨® a liberar a su m¨¦dico personal, el doctor Felipe G¨®mez-Pallete, del campo de concentraci¨®n donde se hallaba para que pudiera ir a Montauban a atenderle¡±, relata Malgat. Dos semanas antes de su muerte, en octubre de 1940, Aza?a le llam¨® para entregarle una novela casi terminada, Fresdeval. ¡°Pas¨® tres d¨ªas all¨ª que nunca olvid¨®", dice, "con su amigo en tan mal estado. Pallete dorm¨ªa en el pasillo, siempre atento al cuidado del paciente¡±. El doctor se suicid¨® d¨ªas antes de la muerte del hombre que represent¨® como nadie la II Rep¨²blica.
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