El embarazo es una mercanc¨ªa

Diez mil euros es el precio del sue?o, el valor de la felicidad. De unos y de otros: el sue?o de una joven polaca embarazada que quiere instalarse con cierta tranquilidad en la Europa de arriba, en Italia, quiz¨¢ en Alemania; y la felicidad de unos padres italianos que no pueden tener hijos y la contratan para que les d¨¦ su mercanc¨ªa cuando esta quede totalmente manufacturada y en perfecto estado. El tercer v¨¦rtice de la operaci¨®n mercantil, que tambi¨¦n se lleva su parte, lo ejerce otro joven, un nini italiano que deber¨¢ representar el papel de padre ante la ley y cuidar de la materia prima y del producto final hasta el momento del intercambio.

En su primera pel¨ªcula como director, el italiano Carlo Sironi se acerca en la estimable Sole a estas nuevas formas de seudocapitalismo disfrazadas de maternidad subrogada, un viaje al centro de la ambig¨¹edad moral articulado a partir de buena parte de las habituales formas contempor¨¢neas del cine de autor europeo: lenta cadencia en las (pocas) conversaciones; interpretaciones con un punto de distanciamiento, deliberadamente parcas; informaci¨®n sobre los personajes ofrecida con cuentagotas y sin apenas desarrollo; formato de pantalla en 4:3, utilizando los encuadres con bastante aire y espacio libre por arriba para subrayar la indefensi¨®n y la estrechez en el futuro de los personajes; ausencia de m¨²sica en gran parte del relato, al menos hasta que las criaturas comienzan a liberarse de sus ataduras mentales.

Los que ans¨ªan un hijo suelen estar convencidos de que ser¨¢n unos padres perfectos, pero el deseo poco tiene que ver con la pr¨¢ctica, con las dificultades sobrevenidas. La maternidad no se ense?a y, en cambio, gente que nunca pens¨® en tener hijos y criarlos puede sacar de dentro una aptitud incuestionable. Sironi, que present¨® su pel¨ªcula en el Festival de Venecia y obtuvo una candidatura a mejor direcci¨®n debutante en los David de Donatello, traza bien lo que quiere componer. Sin embargo, a su trabajo le falta atrevimiento para salir del terreno de lo trillado en el cine social, para ser verdaderamente singular. Y alrededor de Sole pulula otra pel¨ªcula con parecidas esencias y tramas, El silencio de Lorna (Luc y Jean-Pierre Dardenne, 2008), con mayor vuelo dram¨¢tico y formal.

La contenci¨®n de Sironi circula en paralelo a la grisura de sus ambientes y de sus colores. Sole es siempre un trabajo riguroso y capaz, un buen primer acercamiento al largometraje. Pero tambi¨¦n una obra que se diferencia poco de otras decenas de relatos del cine social europeo contempor¨¢neo.