El buen oficio tambi¨¦n es un arte

Los toreros suelen ser, por lo general, personajes sorprendentes. He aqu¨ª dos ejemplos: Octavio Chac¨®n y Rub¨¦n Pinar, dos diestros no reconocidos como figuras, fijos en las corridas duras, valerosos, t¨¦cnicos y experimentados, llegan a Logro?o con una sola corrida cada uno en la temporada, se enfrentan a una cuajada, seria y astifina corrida de Victorino Mart¨ªn, y ofrecen ambos una aut¨¦ntica lecci¨®n de la lidia, con un oficio desbordante, claridad de ideas, temple y gusto.

Ni Chac¨®n ni Pinar son artistas de pellizco, pero s¨ª toreros de una pieza, que han demostrado que el buen oficio, la veteran¨ªa bien entendida, y el conocimiento exacto de la lidia de un toro ¨ªntegro es un arte respetado y admirado por los buenos aficionados. Distinto es que los avatares de la tauromaquia moderna se deslicen por derroteros m¨¢s livianos y menos exigentes, lo que no resta un ¨¢pice de grandeza a la actitud y trayectoria de este tipo de toreros.

La corrida de Victorino fue tan bella por fuera como triste por dentro; preciosa estampa la de los cuatro toros, con toda la barba y cara de hombres mayores, astifinos y de mirada desafiante; blandos de remos, cumplidores sin rematar en los caballos, y sosos, descastados, de corto recorrido y disminuida acometividad en la muleta. Todos nobles, pero tristes. No hubo una alima?a tobillera, ni ese toro de premio que ara la arena del ruedo en su embestida.

Con estos cuatro toros se jugaron el f¨ªsico Octavio Chac¨®n y Rub¨¦n Pinar, y salieron airosos de la plaza, con la conciencia tranquila de haber triunfado ante la dificultad ins¨ªpida de los toros.

Chac¨®n sorprendi¨® por la suavidad de sus formas, la serenidad en el manejo de los enga?os, la b¨²squeda permanente del temple, el gusto y la profundidad. Se luci¨®, y de qu¨¦ manera, con el capote en sus dos toros, a la ver¨®nica y por delantales, siempre bien colocado; y demostr¨® su aprendido oficio y veteran¨ªa en dos faenas pre?adas de conocimiento, seguridad, prestancia y armon¨ªa.

Chac¨® no puede evitar ser hijo de su ¨¦poca y alarg¨® sus trasteos innecesariamente, y ese y el irregular uso de la espada fueron sus dos pecados destacables en una labor de figura del toreo.

No le anduvo a la zaga Rub¨¦n Pinar, con sobrado oficio, sin perder nunca la cara a sus dos sosos oponentes, valeroso y seguro toda la tarde.

Candelas y ?ngel Otero, miembros de su cuadrilla, se lucieron con el capote y las banderillas, y el p¨²blico as¨ª se lo reconoci¨®.

Se acab¨®, por el momento, la Gira de Reconstrucci¨®n, aunque a¨²n quedan por celebrar dos corridas aplazadas en su d¨ªa y sin fecha de celebraci¨®n.

Y acaba con el buen sabor de boca de dos toreros artistas de sobrado y buen oficio.