El Holocausto tambi¨¦n fue contra los gitanos
Un ensayo de la profesora Mar¨ªa Sierra indaga en un genocidio relegado por la historiograf¨ªa pese a que mat¨® a medi¨® mill¨®n de personas
¡°Solo nos quedaba la humillaci¨®n, ya no nos sent¨ªamos seres humanos, no sab¨ªamos si ¨¦ramos hombres o mujeres. Auschwitz fue nuestro infierno. Que no vuelva a haber chimeneas como esas¡±. Por muchas veces que los testimonios de los supervivientes de los campos de exterminio nazis, como este de Philomena Franz, se hayan recogido en libros, pel¨ªculas, series de televisi¨®n o fotograf¨ªas, su relato sigue helando. Sin embargo, hay una parte del horror que se ha explicado poco, quiz¨¢s porque no ha habido ning¨²n Estado que lo haya reclamado como v¨ªctima, es el Holocausto gitano, como ha titulado su libro Mar¨ªa Sierra, catedr¨¢tica de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad de Sevilla.
Sierra (Sevilla, 56 a?os), especialista en la historia del pueblo gitano en Espa?a y Europa, explica por tel¨¦fono que ¡°hay una falta de narraci¨®n del genocidio roman¨ª¡± que, seg¨²n las fuentes que ha manejado, acab¨® con la vida de unas 500.000 personas. ¡°El 75% de la poblaci¨®n gitana que hab¨ªa en Europa hab¨ªa desaparecido despu¨¦s del nazismo. El n¨²mero de v¨ªctimas probablemente aumente en el futuro porque se est¨¢n abriendo archivos de la ¨¦poca sovi¨¦tica¡±. No fue hasta hace mucho cuando ¡°gracias a asociaciones, algunas jud¨ªas, se encontraron en los archivos la persecuci¨®n paralela a los roman¨ªes¡±.
En la primera parte del libro, publicado por Arzalia, la profesora Sierra hace ¡°una s¨ªntesis cr¨ªtica de lo que se ha investigado hasta ahora sobre este tema, que ha sido fragmentario y mal financiado¡±. Para esta investigadora, ¡°la persecuci¨®n del pueblo gitano resiste la comparaci¨®n con la dureza sufrida por los jud¨ªos, en ocasiones incluso fue peor, sobre todo despu¨¦s de la guerra mundial, porque no se reconoci¨®¡±. ¡°As¨ª que hay que rescatar los testimonios del horror de las personas¡±. Estos se encuentran en la segunda mitad del libro, como es el caso de Philomena Franz, que relat¨® en sus memorias que fue enviada con 21 a?os a Auschwitz, de donde intent¨® fugarse varias veces, por lo que fue torturada y encerrada. Al menos pudo contarlo, su hermana fue colgada por lo mismo. Sierra ha mantenido una relaci¨®n epistolar con Franz, la primera roman¨ª que public¨® sus memorias, que con casi 100 a?os le ha impactado por su actitud. ¡°Ella dice que, despu¨¦s de Auschwitz, si no perdonaba, de alguna manera, y se abr¨ªa a sentimientos positivos, aquel sistema le seguir¨ªa castigando¡±.
El an¨¢lisis de las emociones a trav¨¦s del testimonio de los supervivientes, de las distintas fases que sufrieron, es el enfoque que aporta Sierra, que habla, por ejemplo, de ¡°la asimilaci¨®n del horror como algo habitual¡±, como ilustran las palabras de Otto Rosenberg, superviviente de Bergen-Belsen: ¡°Cada tarde una monta?a de cad¨¢veres de dos metros de altura. Llegaba un cami¨®n con remolque y los conduc¨ªa al crematorio. Ante este tipo de escenas no sent¨ªamos ya nada. Nos hab¨ªamos convertido en seres insensibles¡±. Emociones a las que siguieron con los a?os la ira o el sentimiento de culpa por sobrevivir mientras otros familiares mor¨ªan. "Son seres que sufrieron extraordinariamente, pero han tenido la capacidad para elevarse sobre ello¡±, a?ade Sierra, para quien estudios como el suyo supone ¡°reparar el robo de la capacidad de sentir que ten¨ªan, de su anulaci¨®n a trav¨¦s de la p¨¦rdida de la dignidad¡±.
Holocausto gitano se remonta al periodo de la historia en que empez¨® el odio a este pueblo de origen indoeuropeo, lo que su autora llama ¡°antigitanismo¡±. ¡°El momento cr¨ªtico fue la configuraci¨®n de los estados modernos, cuando los soberanos intentan controlar a las poblaciones¡±. Desde ah¨ª se suceden las expulsiones, persecuciones¡ hasta la irrupci¨®n del nazismo, que se sirvi¨® ¡°de la ciencia racial, fundamental para sus decisiones. El r¨¦gimen de Hitler ¡°primero aprueba normas para quitarlos de la circulaci¨®n y, en paralelo, inicia las esterilizaciones, en 1933¡å. "Luego se les prohibieron derechos, se expropiaron sus bienes y empezaron a ser recluidos en campos alemanes¡±. En 1938, Berl¨ªn promulga un decreto clave, con un nombre sin ambages: Para combatir la plaga gitana. La siguiente vuelta de tuerca llega ¡°cuando la guerra mundial se extiende al este, empiezan los fusilamientos masivos y la aniquilaci¨®n de prisioneros; hasta la orden de que sean deportados a Auschwitz¡±. All¨ª se enviaron a familias enteras, con sus hijos. Los ni?os mor¨ªan en su mayor¨ªa por hambre, hasta que llegaba ese momento no paraban de llorar en los barracones, recuerdan los supervivientes.
La organizaci¨®n en los campos estaba pensada para no dejar a los prisioneros ni un segundo de calma, ¡°viv¨ªan en un estado de angustia permanente¡±, que continu¨® despu¨¦s de la liberaci¨®n, como cont¨® Rosenberg. Los soldados ingleses les pusieron en fila, ¨¦l cerr¨® los ojos porque pens¨® que llegaba su final, pero el clic que oy¨® fue el de una c¨¢mara fotogr¨¢fica.
Cuando acab¨® la guerra, no finaliz¨® el sufrimiento de los gitanos que hab¨ªan salido vivos de los campos de exterminio, ya que fueron privados de reparaciones y reconocimientos. ¡°La teor¨ªa dominante era que no hab¨ªan sido perseguidos por motivos raciales, sino por delincuentes¡±, explica Sierra, que concluye: ¡°Unos prejuicios que, me temo, a¨²n hoy no han desaparecido¡±.
La cuesti¨®n terminol¨®gica
La profesora Sierra explica al comienzo de su libro que opt¨® por usar el t¨¦rmino ¡°gitano¡±, desde el t¨ªtulo, aunque la forma m¨¢s correcta internacionalmente aceptada para referirse a este pueblo es ¡°roman¨ª¡±. As¨ª decidieron llamarse sus representantes en un congreso en Londres, en 1971. Sierra se?ala que otras denominaciones, como 'gypsy', en ingl¨¦s; 'gitane', en franc¨¦s, o 'zigeuner', en alem¨¢n, son ¡°nombres impuestos desde fuera¡± y que se han convertido en etiquetas negativas. En Espa?a, sin embargo, esta comunidad ha reivindicado la palabra ¡°gitano¡± como la m¨¢s apropiada.
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