Todos quieren el tesoro del ¡®Oriflama¡¯, menos Espa?a
Un estudio avalado por el CSIC reclama para el Estado los valiosos restos del nav¨ªo
El tesoro que se conserva en el pecio del Oriflama, el nav¨ªo espa?ol que se hundi¨® frente a la costa chilena en 1770, pertenece a Espa?a. As¨ª de contundente se muestra el historiador Vicente Ruiz Garc¨ªa, quien, despu¨¦s de siete a?os de investigaci¨®n, concluye que el barco, que zarp¨® del puerto de C¨¢diz con destino al Virreinato del Per¨² cargado con medio mill¨®n de piezas de la Real F¨¢brica de Cristales de la Granja de San Ildefonso, llevaba una carga que pertenec¨ªa a la Real Hacienda de Carlos III.
La investigaci¨®n de Ruiz Garc¨ªa, que ha recibido el premio Nuestra Am¨¦rica otorgado por el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), la Universidad de Sevilla y la Diputaci¨®n hispalense arroja luz sobre un caso que durante dos d¨¦cadas ha enfrentado al Gobierno chileno con una empresa cazatesoros. Ya en 2010 la Unesco mostr¨® su inquietud porque el Oriflama fuera expoliado por una compa?¨ªa de explotaci¨®n comercial. Tras varios juicios, en 2016, la justicia chilena rechaz¨® un recurso de protecci¨®n interpuesto por la firma Oriflama S. A. que reclamaba la extracci¨®n de la carga.
Espa?a no se person¨® entonces en ese pleito al no tratarse de un buque de guerra, lo que le hubiera concedido inmunidad soberana sobre el mismo. Sin embargo, el investigador Vicente Ruiz (?beda, Ja¨¦n, 1973) insta al Gobierno espa?ol a reclamar ahora los derechos que, seg¨²n dice, le pertenecen. ¡°El Estado debe pedir formar parte de la investigaci¨®n y, sobre todo, demandar un patrimonio que, m¨¢s all¨¢ de su val¨ªa econ¨®mica, tiene un enorme significado hist¨®rico y art¨ªstico¡±, sostiene Ruiz, que es tambi¨¦n profesor de la UNED y asesor de la c¨¢tedra de Historia y Patrimonio Naval de la Universidad de Murcia. El Oriflama se parti¨® en varios trozos el d¨ªa de su naufragio en la desembocadura del r¨ªo Huenchullami. Dos siglos despu¨¦s la din¨¢mica del r¨ªo cubri¨® de arena el lugar, y el terremoto de Chile de hace una d¨¦cada volvi¨® a variar el entorno, por lo que los restos del pecio deben de estar en un radio de 300 metros de la sonda que dejaron los cazatesoros con sus cajones protegidos por toneladas de arena.
El valor de la carga es incalculable, aunque se sabe que ser¨ªa de cientos de millones de euros al precio de mercado actual. Por poner un ejemplo, una vinagrera como la que transportaba el Oriflama en el siglo XVIII tiene un precio de 500 euros en la Real F¨¢brica de Cristales de San Ildefonso. Las razones de peso que llevan al historiador jiennense a defender la titularidad espa?ola del pecio del Oriflama son que, a falta de herederos leg¨ªtimos de los propietarios del barco, el tesoro debe pertenecer a las instituciones que en su d¨ªa aportaron parte de la carga y hoy siguen en pie, como el Estado espa?ol.
Seg¨²n la investigaci¨®n premiada, el barco fue comprado en Gibraltar por la casa comercial Villanueva y Pico y fue rebautizado en 1762 como Nuestra Se?ora del Buen Consejo y San Leopoldo, aunque conserv¨® como alias Oriflama. M¨¢s tarde fue adquirido por la casa comercial Uzt¨¢riz Hermanos y Compa?¨ªa, establecida en C¨¢diz. Jos¨¦ Ignacio Vaillant y Hormaechea, sexto marqu¨¦s de Uzt¨¢riz, neg¨® en su d¨ªa ser descendiente directo de quien flet¨® el buque. El estudio de Vicente Ruiz ha identificado el cargamento y sus due?os, el tipo de barco y su misi¨®n, su procedencia, su pertenencia en el momento del naufragio, con lo cual ha descartado posibles reclamaciones de las otras partes en litigio, como la sociedad cazatesoros que localiz¨® el pecio a principios de este siglo, Chile e incluso Francia y el Reino Unido, bajo cuya bandera naveg¨® en alg¨²n momento el Oriflama.
Precedentes a favor
Entre los siglos XVI y XIX la Armada espa?ola dominaba los mares y tra¨ªa cargamentos de oro y plata de sus territorios de ultramar, pero muchas de ellas acabaron naufragando fuera del territorio espa?ol, en el caso del Oriflama en extra?as y tr¨¢gicas circunstancias cuando llevaba 176 personas a bordo.
El profesor Ruiz Garc¨ªa se ha apoyado tambi¨¦n en la jurisprudencia internacional que concede potestad a los propietarios originarios de los barcos. En el caso de Chile cuenta con un factor en su contra al no haberse adherido a la Convenci¨®n de la Unesco de 2001 sobre comercializaci¨®n del patrimonio cultural inmaterial, que le hubiera concedido inmunidad soberana sobre el nav¨ªo.
Los juristas tambi¨¦n coinciden en que para reclamar el derecho sobre el pecio es imprescindible probar que la nave estaba sirviendo al Estado en el momento de su hundimiento. ¡°Estoy de acuerdo con la tesis del historiador Vicente Ruiz, el Estado espa?ol puede reclamar el pecio si puede acreditar, como parece claro, que era un nav¨ªo de Estado y que gran parte de la carga era de titularidad p¨²blica¡±, subraya Juan Luis Pulido, consejero acad¨¦mico de Mart¨ªnez-Echevarr¨ªa-Rivera Abogados.
En todo caso, no ser¨ªa la primera vez que un tribunal extranjero reconociera la inmunidad soberana de un gale¨®n naufragado en sus costas. En 2012 un juez de Florida (Estados Unidos) reconoci¨® la propiedad espa?ola de la fragata Nuestra Se?ora de las Mercedes, hundida en 1804 frente a las costas de C¨¢diz. La empresa cazatesoros Odyssey, que en 2007 expoli¨® el yacimiento, aleg¨® que los restos del nav¨ªo no eran identificables. Pero tras una larga batalla judicial, la justicia norteamericana dio la raz¨®n a Espa?a al demostrarse que se trataba de un buque de Estado gracias a la documentaci¨®n que proporcion¨® el Archivo de Indias y del Museo Naval de Madrid.
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