B¨¢rbara Blasco: ¡°Muchos hombres tienen garras y otros, un pelaje suav¨ªsimo¡±
La escritora, ganadora del premio Tusquets, repasa su vida desde su adolescencia, cuando tuvo que huir de casa por la enfermedad de su madre
Nada m¨¢s abrir su libro, la novela Dicen los s¨ªntomas, parece evidente que esa historia de amor y enfermedad con la que B¨¢rbara Blasco (Rusafa, Valencia, 48 a?os) gan¨® el premio Tusquets de este a?o trata de s¨ª misma y de su familia. Como si la sangre, el hueso, la respiraci¨®n o la muerte que va narrando en esta relaci¨®n de sucesos que ocurren, sobre todo, en una habitaci¨®n de hospital la hubieran ara?ado hasta dentro. Pero no, dice ella, no es autobiograf¨ªa, ¡°es absolutamente ficci¨®n, pero a¨²n si¨¦ndolo, todo lo que cuento es verdadero, no me ha pasado, pero de alguna manera s¨ª¡±. Lo que no es mentira es la sucesi¨®n de vidas que ha llevado adelante, desde que se fue de casa cuando era una adolescente. Ella misma lo dice, desde su casa en Valencia, en esta entrevista por Skype. ¡°Me fui casi por necesidad, por una enfermedad mental de mi madre, y con 15 a?os tuve que pedir que me llevaran al psic¨®logo o me volv¨ªa loca. Fue terrible, te cambia la visi¨®n del mundo¡±.
Pregunta. ?C¨®mo fue huir?
Respuesta. Aprend¨ª la palabra dinero. Me cost¨® mucho esa sencilla din¨¢mica de intercambio sobre la que se asienta el mundo, que todo gire alrededor del dinero: el prestigio, el estatus, el hogar, el alimento, el calor, la seguridad, la identidad, la procreaci¨®n, y hasta la virilidad. Sigo sin entenderlo del todo. El dinero, que es s¨ªmbolo de tantas cosas, que acaba por no ser s¨ªmbolo de nada.
P. ?Qu¨¦ aprendi¨®?
R. Que muchos hombres ten¨ªan garras, y otros un pelaje suav¨ªsimo, y a veces las dos cosas a la vez. Y que hay amigas que son como una familia.
P. Ha sido, dice la solapa de su libro, ¡°dependienta, teleoperadora, camarera, ayudante de mago, bailarina de cabaret, empleada de gasolinera, actriz secundaria y vendedora de enciclopedias antes de licenciarse en Periodismo¡±...
R. Quer¨ªa escapar a una identidad construida a trav¨¦s de profesiones que no me llenaban¡ Desempe?¨¦ todos esos oficios espantosamente mal, de forma diletante y perpleja, como si el verdadero oficio fuera tomar notas para la escritura, y el resto s¨®lo una tapadera. Como esa cita de Duras, ¡°escribir es saber qu¨¦ escribir¨ªamos si escribi¨¦ramos¡±, as¨ª hac¨ªa yo: trabajar para saber en qu¨¦ trabajar¨ªa si trabajara.
P. Y de ah¨ª viene su estilo¡
R. El estilo es lo verdaderamente original que tenemos, escarbar lo m¨¢s al fondo posible de uno mismo, liberar la propia voz del lenguaje literal y hacerla literaria. Volvernos transparentes para dejar pasar la luz de las palabras. Que el mundo pase a trav¨¦s de nosotros. Eso es para m¨ª el estilo.
P. ?En qu¨¦ trabajo se sinti¨® m¨¢s c¨®moda?
R. Cuando estuve de gira con un ballet y un mago muy cutres. Bail¨¢bamos con bikinis de pedrer¨ªa y de plumas. Yo no sab¨ªa ni bailar. Pero pronto supe que, adem¨¢s, hab¨ªa que tomarse unas copas con los clientes, aunque esto, dec¨ªan, eran ¡°cosas vuestras¡±¡ Ah¨ª es donde verdaderamente aprend¨ª a narrar, porque cuando me tomaba una copa con alg¨²n hombre me daba cuenta de que si sab¨ªa mantener una conversaci¨®n interesante ellos se quedaban absortos y no intentaban pasarse la l¨ªnea que yo no quer¨ªa que se pasaran. Por eso digo que ah¨ª aprend¨ª los rudimentos literarios. ?Era como contar! Lo peor es que viv¨ªa como si la vida fuera una ficci¨®n, una novela, y as¨ª no pod¨ªa escribir. He tenido que ir entrando en la realidad para poder trabajar la ficci¨®n.
P. ?Cu¨¢ndo supo que la escritura pod¨ªa ayudarle a explicarse?
R. En la adolescencia escrib¨ª poemas. V¨®mitos, chorros que van saliendo. Con treinta y tantos abr¨ª un blog. Pensar que me comunicaba con el mundo cambi¨® mi cerebro. No sab¨ªa lo que pensaba hasta que me pon¨ªa a escribir. Me hac¨ªa conocerme mejor, gustarme m¨¢s. ?Joder, me dec¨ªa, soy m¨¢s interesante por escrito!
P. No es com¨²n que la escritura parezca nacida de la vida...
R. Todo debe nacer de la vida; no me interesan los libros en los que el autor se esconde tras la literatura, que interpone palabras o cultura casi como un muro. Me dan rabia los pedantes que parecen considerar que los sentimientos no son literatura. Si hacemos literatura es justamente para conectar con esa emoci¨®n y con la vida. Me gustan las novelas viscerales, aunque no sean autobiogr¨¢ficas, en las que se note la pura necesidad de comprender lo contradictorio de la vida.
P. En este caso ha hecho una met¨¢fora de la enfermedad como ra¨ªz de todos los sentimientos¡
R. No tenemos m¨¢s realidad que nuestro cuerpo. Virginia, la protagonista, busca esa realidad, esa verdad. La historia final de nuestro cuerpo es la de nuestra vida. A Virginia le gusta leer los s¨ªntomas. Pero tambi¨¦n ve el peligro de llevar esto al extremo. Ella piensa que toda enfermedad tiene un relato, y por tanto una met¨¢fora, pero cada uno tiene que construir el suyo propio.
P. El libro sucede en un hospital¡ Y usted aclara que no tiene nada que ver con la pandemia. ?C¨®mo vive este tiempo?
R. Pues he pasado el coronavirus¡ Enfrentamos bien el inicio de la pandemia; parec¨ªamos un pa¨ªs adulto, pero se nos ha ido yendo al garete, se ha embarrado la situaci¨®n, y se ha impuesto el marketing de nuevo (y ese es el reverso de la inocencia), m¨¢s ocupados en mostrar que en hacer.
P. En un momento de su historia hospitalaria su personaje utiliza la expresi¨®n ¡°a¨²n¡± como un leitmotiv. Escribiendo sobre la enfermedad ese adverbio, que por cierto titula uno de los libros, A¨²n no, de su paisano Francisco Brines, parece un modo de ser¡
R. Mi manera de estar ahora en el mundo es a¨²n¡ mientras a¨²n quede tiempo, mientras a¨²n este aqu¨ª¡ Cuando alcanzas la madurez ves que la muerte es una realidad en esta misma vida, no en esa otra imaginada que no se parece en nada a la de verdad, porque en el fondo piensas que no te vas a morir. Cuando lo tienes un poco delimitado empiezas a disfrutar de ese a¨²n, a¨²n estoy aqu¨ª, a¨²n puedo disfrutar¡
P. Es una palabra como pan¡
R. Palabra, alimento b¨¢sico¡ En literatura envolvemos las historias con palabras. Es lo que le damos al lector y es lo que este tiene que desenvolver, como el pan. Si eso no se hace con met¨¢foras no llega del mismo modo.
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