El virtuosismo filmando la angustia y el miedo
Sam Mendes, para transmitir esta historia de miedo, de barro y mugre, ha inventado un impresionante lenguaje con su c¨¢mara
Son espantosos los cuatro jinetes del Apocalipsis, ninguno es preferible a otro, es complicado en ellos optar por lo malo o lo peor, pero existe uno ancestral cuyo siniestro protagonismo no ha descansado casi nunca, que se reparte c¨ªclicamente por todos los lugares del universo. Es la guerra. Algo que el cine ha descrito muchas veces como exaltante, en la que siempre ganan los buenos, intentando que los espectadores salgan encantados de la sala. Es una frivolidad imperdonable. Algo que desprecia el mejor cine que se ha realizado sobre ese infierno que nunca pierde actualidad. El desembarco de Normand¨ªa fue clave para la derrota de aquel monstruo con bigotito, pero Spielberg se encarg¨® en los veinte primeros y estremecedores minutos de Salvar al soldado Ryan de transmitir las sensaciones f¨ªsicas y mentales de los que van a entrar en batalla. Vomitan, beben, se derrumban, pierden el control de su organismo, est¨¢n idos, esas cositas que provoca el p¨¢nico. Tambi¨¦n sales entre alucinado y hecho polvo de Apocalypse Now, La chaqueta met¨¢lica y en los ¨²ltimos tiempos de la prodigiosa Dunkerque. Sientes en tu propia piel el miedo y la intemperie de esos soldados acorralados y ametrallados por el ej¨¦rcito alem¨¢n. En todas ellas el cine utilizaba el lenguaje m¨¢s poderoso para describir ese horror eternamente repetido.
De la guerra en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial es inolvidable la imagen de Kirk Douglas utilizando su silbato para ordenar el ataque o el repliegue. Ocurr¨ªa en Senderos de gloria. Sam Mendes, ese director tan inteligente que se mueve con soltura y brillantez en g¨¦neros variados (llevan su reconocible firma American Beauty, Camino a la perdici¨®n, Revolutionary Road, Skyfall),?retorna en 1917 a la tr¨¢gica ¨¦poca y las angustiosas trincheras que retrat¨® Kubrick. Pero si este se sirvi¨® de aquella guerra para describir la ignominia de los jefes militares del ej¨¦rcito franc¨¦s ejecutando a varios de sus inocentes soldados a los que acusan de cobard¨ªa y traici¨®n, Sam Mendes narra el heroico calvario de dos tipos muy j¨®venes del ej¨¦rcito ingl¨¦s con una misi¨®n que puede ser suicida, la de abandonar las trincheras y salir a campo abierto para avisar a los suyos de que los alemanes han fingido una retirada, han montado una trampa para masacrarles. Es una misi¨®n con escasas posibilidades de supervivencia para estos dos hombres responsables y asustados, pero con un motivo inapelable para uno de ellos, ya que su hermano se encuentra entre los que han sufrido el enga?o.
1917
Direcci¨®n: Sam Mendes.
Int¨¦rpretes: George MacKay, Dean-Charles Chapman, Richard Madden.
G¨¦nero: b¨¦lico. Reino Unido, 2019.
Duraci¨®n: 119 minutos.
Sam Mendes, para transmitir esta historia de miedo, de incertidumbre, de monstruos que acechan en la luz o en la sombra a los dos involuntarios aventureros, de barro y mugre, de desfallecimiento y supervivencia, ha inventado un impresionante lenguaje con su c¨¢mara. Tienes la sensaci¨®n de que las dos horas de metraje se desarrollan en un solo plano. No percibes los cortes. Y este ejercicio estil¨ªstico nunca es gratuito. No pretende el exhibicionismo. Es la forma de hacerte c¨®mplice de todos los sentimientos que asaltan a los protagonistas en paisajes que veces parecen surreales, con el tono de las pesadillas.
Hay apariciones breves y contundentes de pesos pesados del cine ingl¨¦s, actores que siempre est¨¢n bien, como Benedict Cumberbatch, Colin Firth, Mark Strong, pero son dos int¨¦rpretes muy j¨®venes y a los que desconoc¨ªa llamados Georges MacKay y Dean-Charles Chapman los que llevan el peso absoluto en esta pel¨ªcula angustiosa y sorprendente. Y resultan tan cre¨ªbles como conmovedores.
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