El cantante escindido
Christian Gerhaher vuelve a mostrar su afinidad con Gustav Mahler en su segundo recital en el Teatro de la Zarzuela
Cuando sale al escenario ¨Cdubitativo, algo renqueante, deslumbrado por los focos, asustado incluso¨C, Christian Gerhaher parece casi fuera de lugar. Otros m¨²sicos se crecen en id¨¦nticas circunstancias, aparentan estar en su l¨ªquido elemento e incentivados para dar lo mejor de s¨ª. No es el caso del bar¨ªtono alem¨¢n, y gestos apenas perceptibles lo delatan: el frac parece incomodarle, hace movimientos a hurtadillas como si le tirara una sisa, tamborilea con sus dedos en el aire, mira al vac¨ªo. Mientras el fiel p¨²blico lo recibe con esos aplausos largos y sinceros que solo se regalan antes de que act¨²en a los artistas con quienes ya se ha establecido un fuerte v¨ªnculo afectivo a lo largo de los a?os, intenta acomodarse a un entorno que se dir¨ªa que le resulta casi hostil.
Gustav Mahler
R¨¹ckert-Lieder; Revelge; Der Tamboursg'sell; Nicht wiedersehen!; Die Einsame im Herbst; Der Abschied. Christian Gerhaher (bar¨ªtono) y Gerold Huber (piano). Teatro de la Zarzuela, 13 de enero.
Hace poco m¨¢s de dos meses, en id¨¦ntico escenario (el Teatro de la Zarzuela) ofreci¨® un recital que constitu¨ªa la antesala o el complemento natural de este, tambi¨¦n con un programa monogr¨¢fico dedicado a Gustav Mahler, un compositor por el que siente desde siempre una especial afinidad, que es muy posible que trascienda lo puramente art¨ªstico y tenga tambi¨¦n ribetes psicol¨®gicos. Al igual que el pasado s¨¢bado en el Palau de la M¨²sica de Barcelona, donde interpret¨® un programa casi id¨¦ntico, Gerhaher no empez¨® bien. Abr¨ªa el programa el segundo Lied de La canci¨®n de la tierra, titulado en la versi¨®n con piano La solitaria en oto?o (en vez de El solitario el oto?o, como en la versi¨®n orquestal). Hasta 1989 no se public¨® en la edici¨®n cr¨ªtica de las Obras Completas de Mahler su propia versi¨®n original con piano, que fue la utilizada por Christian Gerhaher y Gerold Huber. Anteriormente se interpretaba la reducci¨®n de Josef Venantius von W?ss que realiz¨® por encargo de Universal a partir de la partitura orquestal (con la aquiescencia del propio compositor) y que difiere ostensiblemente de la del propio Mahler, que siempre escrib¨ªa sus canciones inicialmente para voz y piano. Su manuscrito se encontraba en una colecci¨®n privada y no pudo transcribirse hasta que lo hizo Stephen Hefling en el citado volumen de 1989.
Pero esa canci¨®n se abre en pianissimo y con un Fa agudo, una nota dif¨ªcil de atacar con precisi¨®n en fr¨ªo, y quiz¨¢ m¨¢s a¨²n despu¨¦s de los largos 24 compases de introducci¨®n pian¨ªstica. La voz de Gerhaher son¨® tambi¨¦n durante todo el recital en peores condiciones que en Barcelona (el lunes el fr¨ªo se emple¨® a fondo en Madrid). No es ciertamente una canci¨®n para calentar motores, aunque mereci¨® la pena escucharla por el modo en que el alem¨¢n dijo la frase m¨¢s importante del texto, traducido al alem¨¢n por Hans Bethge a partir de un antiguo poema chino de Chang Zi: ¡°Mein Herz ist m¨¹de¡± (¡°Mi coraz¨®n est¨¢ cansado¡±). Se trata de un verso casi autobiogr¨¢fico, porque el coraz¨®n de Mahler, que se parar¨ªa menos de dos a?os despu¨¦s de componer esta canci¨®n en su refugio veraniego de Toblach, estaba, efectivamente, cansado y sumido a¨²n en el dolor irreparable de haber perdido a su hija mayor, Maria, en 1907. Para acentuar la importancia de la confesi¨®n en primera persona, Mahler a?adi¨® una elocuente indicaci¨®n para el cantante: "Ohne Ausdruck" ("sin expresi¨®n¡±). Y decidi¨® poner m¨²sica a esas cinco s¨ªlabas con la misma nota, exceptuada la pen¨²ltima, un Si bemol que suena casi como una dolorosa apoyatura. Y el modo en que Gerhaher cant¨® esas notas y su manera de pronunciar ese sonido tan alem¨¢n que es una u con di¨¦resis hizo olvidar de inmediato cualesquiera otras carencias de la interpretaci¨®n. Porque este incomparable int¨¦rprete de Lied hace m¨²sica con multitud de recursos y uno de los m¨¢s importantes es la dicci¨®n, entendida no simplemente como la n¨ªtida pronunciaci¨®n de un texto, sino como todo un arsenal de recursos fon¨¦ticos puestos a disposici¨®n de la transmisi¨®n del contenido del poema y, por supuesto, de la propia m¨²sica inspirada por ¨¦l.
As¨ª, quien preste la m¨¢xima atenci¨®n a su manera de articular consonantes y vocales comprobar¨¢ que nunca son iguales, sino que se adecuan siempre al contexto po¨¦tico y musical en que surgen. Las consonantes oclusivas y dentales, por ejemplo, cuando se sit¨²an al final de una palabra, son siempre claramente audibles, aunque se canten en pianissimo y se escuchen lejos del escenario. Las fricativas hacen de la vibraci¨®n un elemento musical m¨¢s y su manera de graduar los distintos grados de apertura de las vocales, en funci¨®n del lugar que ocupen dentro de la palabra, denotan que quien las produce es un aut¨¦ntico virtuoso de la fon¨¦tica. Gerhaher incorpora adem¨¢s el vibrato de manera expresiva e incluso puede variarlo en el breve lapso de una misma nota, recurriendo tambi¨¦n ocasionalmente a sonidos muy puros, muy desnudos, casi blancos, que luego puede revestir de un m¨ªnimo vibrato, una vez m¨¢s con una clara finalidad musical o ret¨®rica.
Viene esto a cuento porque el canto del alem¨¢n no fluy¨® con la naturalidad que es habitual en ¨¦l en la primera parte, sensiblemente inferior a la de su actuaci¨®n en Barcelona el s¨¢bado. Pero los peque?os grandes detalles se sucedieron sin cesar: la sonoridad casi despojada de la palabra Einsamkeiten (soledades) en Die Einsame in Herbst, por ejemplo. O la contraposici¨®n ¨Cun elemento esencial del poema¨C entre ¡°linden Duft¡± (¡°suave fragancia¡±) y ¡°Lindenduft¡± (¡°fragancia del tilo¡±), un nuevo reto fon¨¦tico superado de nuevo con nota por Gerhaher, que parec¨ªa hacer casi tangible el h¨¢lito salido de sus labios cada vez que pronunciaba Duft, ya que una fragancia no deja de ser aire (Luft en alem¨¢n) dotado de un aroma concreto. Ich bin der Welt abhanden gekommen, situada al final de los R¨¹ckert-Lieder, son¨® desde la primera frase (la que da t¨ªtulo al poema y a la canci¨®n) como lo que es: la confesi¨®n de quien decide retirarse de todo y de todos, alejarse del ¡°bullicio del mundo¡± y refugiarse, solo, de un modo extra?amente autorreferencial, en la canci¨®n. Fue aqu¨ª donde se alcanz¨® el punto m¨¢s alto de toda la primera parte, completada con dos amargas marchas f¨²nebres de ambiente b¨¦lico, Revelge y Der Tamboursg¡¯sell, protagonizadas por sendos soldados encargados de tocar el tambor en su regimiento. Uno yace en el suelo mientras todos pasan de largo d¨¢ndolo por muerto; el otro ¨Cen el ¨²ltimo de los poemas de la colecci¨®n Des Knaben Wunderhorn a los que puso m¨²sica Mahler¨C aguarda ser ejecutado. En este ¨²ltimo hay leves giros dialectales muy bien comprendidos por Gerhaher, que hizo suya la indicaci¨®n que sit¨²a el compositor al comienzo: ¡°Con una declamaci¨®n ingenua, sin sentimentalismo¡±. O las que acompa?an a las dos desoladas e ir¨®nicas exclamaciones de ¡°buenas noches¡± del final: ¡°perdi¨¦ndose¡± la primera y ¡°con la voz rota¡± la segunda. Pocos cantantes saben romper la voz con tanta eficacia, y con menos excesos, que Christian Gerhaher.
Tras el intermedio volvieron las despedidas. En vez de Wo die sch?nen Trompeten blasen, que fue la elegida en Barcelona y en la que dos amantes se despiden antes de que ¨¦l vaya a la guerra, donde sabe que morir¨¢ y la ¡°hierba verde¡± se convertir¨¢ en su tumba, Gerhaher se decant¨® por una canci¨®n de juventud de tem¨¢tica muy similar, Nicht wiedersehen!, sobre otra pareja que se despide al final del verano. Casi m¨¢s musitada que cantada, haciendo gala de su extraordinaria media voz, el descanso hab¨ªa servido para devolvernos la mejor versi¨®n del bar¨ªtono alem¨¢n, que preparaba as¨ª la Despedida con may¨²scula, la canci¨®n de casi media hora de duraci¨®n,?Der Abschied, con que se cierra Das Lied von der Erde. Acostumbrados a escuchar esta obra ¨Cla mejor de Mahler¨C con orquesta, muchos echar¨ªan en falta los timbres familiares del despliegue de instrumentos al que recurre el compositor. En su libro de conversaciones con Vera Baur, sin embargo, Gerhaher nos previene contra esa tentaci¨®n: ¡°La despedida, por ejemplo,o el segundo movimiento, La solitaria en oto?o (...) funcionan para m¨ª tambi¨¦n sin orquesta. En este segundo movimiento tenemos, por supuesto, ese impresionante solo para oboe, pero, desde mi punto de vista, la expresi¨®n desnuda que lo caracteriza puede plasmarse como m¨ªnimo igual de bien al piano. Dicho sea paso, pienso que no es adecuada la manera de proceder en la que el pianista del Lied ¨Cy eso es algo que Gerold Huber no hace jam¨¢s¨C interioriza todo lo posible la versi¨®n orquestal con el fin de poder transmitir mentalmente la pintura sonora al piano. Prescindir de los colores orquestales me parece aqu¨ª justamente m¨¢s adecuado: las versiones con piano son aut¨®ctonas y no muestran para m¨ª ninguna carencia¡±.
As¨ª instruidos, resulta m¨¢s f¨¢cil sumergirse en la sucesi¨®n de maravillas que fueron desgranando Gerhaher y Huber en lo que fue, sin duda, lo mejor de su recital, como lo hab¨ªa sido tambi¨¦n en Barcelona. El cantante dubitativo del principio hab¨ªa desaparecido: ya no hab¨ªa tics, ya parec¨ªa c¨®modo haciendo lo que mejor sabe hacer, cantar para s¨ª y para los dem¨¢s, ya hab¨ªa llegado el momento de la despedida definitiva, la que se cierra con una misma palabra incesantemente repetida: ewig (eternamente). La persona po¨¦tica se muestra conforme con su destino, que, m¨¢s que la muerte, parece la fusi¨®n con su entorno, con esa tierra que ha estado cantando, exhalando m¨²sica, desde la primera canci¨®n. ¡°Wohin ich geh¡¯?¡± (¡°?Ad¨®nde voy?¡±), se pregunta al final, y Gerhaher cant¨® la pregunta de manera casi inaudible, como si fuera un pensamiento que no logra salir al exterior. Luego, gracias a la extraordinaria flexibilidad de Gerold Huber en el manejo del tempo, el otro tiempo, el metaf¨ªsico, empez¨® a desaparecer, hasta que al final piano y voz se funden con el silencio: ¡°G?nzlich ersterbend¡± (¡°Extingui¨¦ndose por completo¡±), escribe Mahler en la partitura, y eso es justamente lo que sentimos.
Gerhaher ha interpretado la obra a menudo con orquesta y cuanto cant¨® el lunes en el Teatro de la Zarzuela difiere de lo que hizo, por ejemplo, con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn y Bernard Haitink en 2016. Es demasiado inteligente y sensible como para repetir lo mismo en entornos tan diferentes. Hab¨ªamos asistido a un final perfecto (aun sin las inolvidables celesta y mandolina de la versi¨®n orquestal), en el que solo sorprendi¨® la presteza con que Gerold Huber, sobresaliente durante toda la tarde, sin un solo altibajo, se levant¨® de su banqueta tras el ¨²ltimo acorde, provocando as¨ª un comienzo demasiado prematuro de los aplausos del p¨²blico. Parte de ¨¦l no quer¨ªa quedarse sin la propina de rigor y no cej¨® hasta que la consigui¨®: la misma, eso s¨ª, que en septiembre, Urlicht, de la Segunda Sinfon¨ªa, un nuevo regreso a Des Knaben Wunderhorn, y una decisi¨®n afortunada porque, en su ¨²ltimo verso, encontramos tambi¨¦n la palabra ewig, aqu¨ª en un entorno religioso muy diferente: ¡°?Mi amado Dios me dar¨¢ una lucecita, / me iluminar¨¢ hasta la dichosa vida eterna!¡± Para entonces ya se hab¨ªan unido el "borracho en primavera" y el "solitario en otro?o", el yin y el yan, la escisi¨®n que caracterizaba tambi¨¦n a Gustav Mahler y que hace suya con tanta naturalidad y ausencia de artificio Christian Gerhaher. Un artista ¨²nico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.