Salvar Catalu?a (del negocio de las ideolog¨ªas)

En estos d¨ªas de confusi¨®n y t¨ªmida esperanza pol¨ªtica, como algunos la han denominado, se me ocurre hacer algunas sugerencias literarias sobre el conflicto catal¨¢n. Bien podr¨ªan servir de gu¨ªa a aquellos interesados en que el debate que se les viene encima tenga ra¨ªces intelectuales m¨¢s que las del puro oportunismo.

Olvidar¨¦ los cl¨¢sicos, desde Pla hasta Anselmo Carretero, pasando por las vicisitudes b¨¦licas de Orwell en su Homenaje a Catalu?a. Tambi¨¦n los poetas, como Maragall o Espriu, y la abundante historiograf¨ªa al respecto. Si los negociadores no catalanes desconocieran a estas alturas todo eso, bastar¨ªa para entender hasta qu¨¦ punto la discusi¨®n se centra en intereses partidarios y cortoplacistas. Prefiero poner el acento en publicaciones relativamente recientes, de manera especial las que salieron a la luz a partir de 2018 como consecuencia de los sucesos de octubre del a?o anterior. Previamente aparecieron obras merecedoras a¨²n hoy de atenci¨®n pues ponen de relieve que nos encontramos ante una situaci¨®n relativamente f¨¢cil de prever. As¨ª se desprende de la conversaci¨®n entre Felipe Gonz¨¢lez y Miquel Roca que Llu¨ªs Bassets enhebr¨® hace ya casi una d¨¦cada bajo el t¨ªtulo de ?A¨²n podemos entendernos? Quiz¨¢ de haber seguido algunas de las orientaciones que all¨ª se hac¨ªan nos habr¨ªamos ahorrado tribulaciones posteriores.

El a?o 2014 fue prol¨ªfico en la producci¨®n de ensayos sobre la materia. Joan Tapia, director de La Vanguardia antes de que esta sucumbiera a trompicones a la presi¨®n soberanista, public¨® una interesante cr¨®nica (?Espa?a sin Catalu?a?) sobre los sucesos previos al refer¨¦ndum organizado por Artur Mas, que acab¨® en su inhabilitaci¨®n pol¨ªtica. Su conclusi¨®n era ya que, roto el di¨¢logo entre la Generalitat y el Gobierno de Madrid, era imperiosa una reforma constitucional, pero se?alaba las dificultades habida cuenta de que ¡°carecemos de las esperanzas y los miedos¡± que hicieron posible la Transici¨®n. Por las mismas fechas Xavier Vidal Folch, en su Catalu?a ante Espa?a, pon¨ªa premonitoriamente en duda la eficacia del art¨ªculo 155, aplicado por lo dem¨¢s de forma tan inexperta y ca¨®tica como todos pudimos apreciar, y se?alaba a Jordi Pujol como el refundador de la naci¨®n catalana.

Se public¨® tambi¨¦n la obra del profesor Alejandro Nieto sobre La rebeli¨®n militar de la Generalidad de Catalu?a contra la Rep¨²blica. Su lectura me caus¨® la impresi¨®n de que, en definitiva, los pasos dados en el reciente proc¨¦s por Esquerra Republicana no son muy diferentes de los que Maci¨¤ y Companys llevaron a cabo, aunque finalmente la revoluci¨®n de octubre de 1934 asumiera la violencia armada contra el Gobierno republicano. Desde entonces me ha acompa?ado la sensaci¨®n de que los amagos de la actual dirigencia pol¨ªtica de Catalu?a no han sido sino un remedo de aquella aventura. Hubo m¨¢s de 3.000 detenidos y m¨¢s de 1.000 procesados. ?Companys y los ministros de la Generalitat fueron condenados a 30 a?os de c¨¢rcel por el Tribunal de Garant¨ªas Constitucionales, pero durante 1935 creci¨® la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica de la izquierda a favor de la amnist¨ªa. En febrero de 1936 gan¨® las elecciones el Frente Popular y el nuevo Gabinete indult¨® a los rebeldes. En julio de ese mismo a?o se produjo el levantamiento del Ej¨¦rcito y comenz¨® la Guerra Civil. Estas son cuestiones para recordar. Tambi¨¦n de 2014 es la obra Catalu?a y las dem¨¢s Espa?as, de Santiago Mu?oz Machado, que, como tantos otros, reclamaba una reforma constitucional y una soluci¨®n pactada al contencioso.

Uno de los libros m¨¢s recientes sobre el proc¨¦s es el de Ernesto Ekaizer Catalu?a a?o cero, sobre el que Jordi Gracia hiciera una cr¨ªtica en Babelia. Coincido en las asperezas de la misma respecto a la precipitaci¨®n y defectos formales de la obra, cuyo argumento fundamental es demostrar la inexistencia de la rebeli¨®n desde el punto de vista jur¨ªdico. Ekaizer es buen conocedor de la intrapol¨ªtica judicial de este pa¨ªs, tanto en lo que se refiere al Supremo como a la Audiencia Nacional. Y su animosidad contra los jueces Marchena y Llarena no enturbia para nada el an¨¢lisis de las deficiencias de todo tipo en la administraci¨®n de justicia que afloran en el libro.

Junto a toda esta producci¨®n de pensamiento y an¨¢lisis pol¨ªticos, hist¨®ricos o jur¨ªdicos, me interes¨® m¨¢s que nada un relato novelado que, bajo el nombre de Salvar Catalu?a, se public¨® bajo el seud¨®nimo de Ibai Noguera. Lo que se anuncia como novela es en gran medida una cr¨®nica, sin ambiciones literarias, de los eventos del proc¨¦s. A ella se incorpora luego la ficci¨®n de una respuesta a los mismos por parte de la mayor¨ªa no soberanista de Catalu?a. Noguera, o como se llame en realidad, hace una cr¨ªtica despiadada del comportamiento de la burgues¨ªa y el empresariado catal¨¢n. A partir de la secreta e imaginaria revuelta contra el independentismo que algunos de sus personajes emprenden, denuncia tambi¨¦n la falta de inteligencia y audacia a la hora de contrarrestar medi¨¢ticamente y a trav¨¦s de las redes sociales la influencia de los separatistas en la sociedad catalana. Refleja sobre todo la orfandad y falta de apoyo en la que los catalanes no independentistas (m¨¢s de la mitad del pa¨ªs) han padecido tanto con Gobiernos del PP como del PSOE. Aunque apunta, de nuevo, su t¨ªmida esperanza de que la llamada al di¨¢logo que hoy protagoniza el ambiente pol¨ªtico pueda ofrecer soluciones reales, no dictadas por el oportunismo.

Cualquiera de estas lecturas ayudar¨ªa a los negociadores no catalanes de las diversas mesas que ahora se convocan a comprender razones y desvar¨ªos de los separatistas. Pero si su tiempo es breve y su pasi¨®n por el conocimiento se ha rendido ya a lo audiovisual y a Twitter, les recomiendo que lean al menos la conferencia de Roberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, rector que fue de la Universidad de Lleida y expresidente de la Conferencia de Rectores, sobre 1714: el gran agravio de Catalu?a. Puesto que el nacionalismo populista entiende que todo empez¨® ah¨ª, hace m¨¢s de 300 a?os, conviene asumir la recomendaci¨®n final del autor: ¡°Expulsemos de la ciencia hist¨®rica a quienes quieren venderla por un par de euros de ideolog¨ªa¡±. Y del debate pol¨ªtico tambi¨¦n.