Un corto animado contra las corridas de toros compite en los Goya
¡®Homomaquia¡¯, de David Fidalgo Omil, denuncia el maltrato animal
El hombre avanza incierto en la arena. Su mirada se pierde a su alrededor, en la vana b¨²squeda de respuestas. Un aullido ensordecedor le golpea desde todos los lados: por m¨¢s que voltee la cabeza, solo ve cientos de figuras negras que no paran de gritar. No entiende d¨®nde se encuentra, ni c¨®mo acab¨® all¨ª, pero el lugar le resulta aterrador. Hallar la salida representa una utop¨ªa: le rodean ¨²nicamente paredes. Est¨¢ acorralado, en el pleno centro de un enorme estadio. Podr¨ªa parecerse a un gladiador romano, pero no tiene espada ni yelmo. Su ¨²nica armadura es su cuerpo desnudo. Se asemeja mucho m¨¢s, pues, a un toro a punto de ser lidiado. Y esa es precisamente la sensaci¨®n que pretende transmitir Homomaquia, el corto de animaci¨®n de David Fidalgo Omil que opta al Goya en la categor¨ªa correspondiente. Lo dice su sinopsis: ¡°Presenta un mundo donde los seres humanos son tratados como estos tratan a los animales¡±. Y lo cuentan, sobre todo, sus im¨¢genes. Apenas 14 minutos de dibujos para meter al hombre en la inc¨®moda piel del toro. E intentar mostrarle qu¨¦ se siente.
¡°La tauromaquia es algo arcaico, se ha quedado muy atr¨¢s. Creo que deber¨ªa terminar s¨ª o s¨ª, la violencia solo puede generar m¨¢s violencia. Y no entiendo, adem¨¢s, que se le llame ¡®arte¡¯ a torturar y matar a un animal¡±, asegura Fidalgo (Lugo, 30 a?os), por tel¨¦fono. Fue justo este ¨²ltimo dilema el que puso en marcha Homomaquia. El joven cineasta gallego acud¨ªa en 2015 a la facultad de Bellas Artes de Pontevedra. Se pasaba los d¨ªas entre cine, literatura y pintura. Y no le entraba en la cabeza que, a tan solo cinco minutos andando, se alzara la ¨²nica plaza de toros todav¨ªa activa de Galicia. La cultura practicada ah¨ª dentro, para ¨¦l, era barbarie.
Aun as¨ª, el creador defiende que no ha querido filmar ¡°una propaganda antitaurina¡±: asegura que la obra busca contar una historia, ¡°generar por lo menos empat¨ªa con los personajes y hacer saber que esto sucede¡±. Durante m¨¢s de un a?o, Fidalgo fue dise?ando su relato a carboncillo, folio a folio. Esboz¨® manadas de hombres, su captura, sus intentos de fuga. Dibuj¨® sangre, cautiverio y terror. El toro de Osborne, en su corto, pasa a ser una gigantesca estatua humana. Y la inseminaci¨®n de la vaca por parte del semental se transforma en una violaci¨®n doble: de la mujer que la sufre, y del hombre obligado por sus secuestradores a perpetrarla. Aunque, en una decisi¨®n de guion discutible, este desgraciado contacto sexual une a los dos protagonistas, que a partir de ah¨ª buscan volver a encontrarse. ¡°La idea es que ambos piensan como animales y se mueven por el instinto. Comparten algo muy crudo pero, a la vez, se descubren y tambi¨¦n aprenden que hay algo m¨¢s. No les gusta su vida y sienten que quieren verse de nuevo¡±, lo explica el director.
Fidalgo cree que, en el fondo, Homomaquia habla de ¡°la p¨¦rdida de la libertad¡±. Y lo cierto es que los protagonistas viven bajo la dictadura. Unas malvadas siluetas negras los acechan, los atormentan y los doblegan. Los villanos del corto no tienen rostro y emiten sonidos indescifrables. Aunque resulta f¨¢cil adivinar su identidad: el sombrero de un torero es inconfundible.
M¨¢s toreros, menos festejos
La posici¨®n del director de Homomaquia sobre las corridas de toros es evidente. La divisi¨®n que generar¨¢ su corto, tambi¨¦n. Los n¨²meros del sector, en cambio, ofrecen matices para el debate: los profesionales taurinos no paran de crecer, seg¨²n el ¨²ltimo Anuario de Estad¨ªsticas Culturales publicado por el Ministerio de Cultura. En 2018 ¨Cel dato m¨¢s reciente-, hab¨ªa en Espa?a 751 toreros, 2.573 novilleros y, en general, un aumento constante desde 2014 de los empleados en el sector. Tambi¨¦n subi¨®, aunque de forma m¨ªnima, el n¨²mero de escuelas taurinas.
Sin embargo, en el mismo periodo, los festejos cayeron de 1.868 a 1.521, con la desaparici¨®n de una treintena de corridas (de 398 a 369). Y se redujo la porci¨®n de p¨²blico interesada: entre 2014 y 2015, el 9,5% de la poblaci¨®n hab¨ªa asistido a los toros al menos una vez en el ¨²ltimo a?o. Entre 2018 y 2019, la cifra ha bajado al 8%.
Curiosamente, los aficionados de la lidia resultan m¨¢s cin¨¦filos que el resto del pa¨ªs: el 65,8% de quien acudi¨® a una corrida en 2018 fue tambi¨¦n a las salas al menos una vez, frente al 57,8% nacional.
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