El Arqueol¨®gico no pudo pagar las esculturas que se qued¨® Franco
El archivo del museo custodia la correspondencia in¨¦dita que revela el intento de venta en 1947 de las piezas del P¨®rtico de la Gloria, entonces en poder del conde de Ximonde

Ferm¨ªn Bouza Brey y Trillo, juez de Santiago de Compostela, escribe el 3 de julio de 1943 una carta a Blas Taracena y Aguirre, director del Museo Arqueol¨®gico Nacional (MAN) para ofrecerle con urgencia un material arqueol¨®gico de primera, ¡°unas hermosas piezas de escultura rom¨¢nica¡±. ?l solo era un intermediario; las estatuas pertenec¨ªan a un buen amigo, Santiago Puga Sarmiento, conde de Ximonde. La oferta: cinco magistrales figuras de granito gallego, pocedentes del P¨®rtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela, por 100.000 pesetas. Al juez le parec¨ªa un precio ¡°muy asequible¡±, ¡°m¨¢s, si son con toda claridad del Maestro Mateo, como estas¡±. El lote llevaba en la familia Ximonde ¡°m¨¢s de cien a?os¡±, pero el descendiente necesitaba dinero. Y Bouza azuzaba al director; hab¨ªa recibido, dec¨ªa, ofertas de ¡°negociantes catalanes¡±.
Este acompa?¨® su primera carta con varias fotograf¨ªas para subrayar la importancia de la venta. Las estatuas del Maestro Mateo hab¨ªan sido arrancadas de la catedral en 1520 para instalar dos puertas nuevas, m¨¢s amplias. Estuvieron en los jardines de Fonseca hasta que las trasladaron al pazo de la familia Ximonde, construido a finales del XVIII en San Miguel de Sarand¨®n (A Coru?a). Tres de ellas se depositaron en 1909 en el museo diocesano de Santiago de Compostela. Las otras dos, que permanecieron en el pazo, son las mismas que pasaron misteriosamente a mediados de los cincuenta a manos de Franco, tras una visita de este a la ciudad. Por su propiedad mantiene un pleito con los descendientes del dictador el Ayuntamiento de Santiago, que en 1948, tras el intento fallido de venta al MAN, las adquiri¨® por 60.000 pesetas.
El Arqueol¨®gico nunca compr¨® esas piezas. Trascurrieron cinco a?os y 15 cartas antes de que la venta fracasara por falta de fondos. La correspondencia descansa en el archivo del museo, y ha permanecido in¨¦dita hasta ahora. En ella se comprueba la impunidad del tr¨¢fico de patrimonio art¨ªstico durante el franquismo. EL PA?S ha tenido acceso a esa documentaci¨®n, hallada por el historiador de Harvard, Francisco Prado-Vilar.
¡°En fin¡±, escribe el juez en una segunda misiva, ¡°ya ver¨¢ que la ocasi¨®n hay que aprovecharla, que cuando pasan r¨¢banos hay que comprarlos y que muy dif¨ªcilmente salen al mercado piezas semejantes¡±. El due?o insist¨ªa en mostrarse ante Taracena, reputado arque¨®logo espa?ol que en 1937 hizo un abrupto viaje ideol¨®gico de la Rep¨²blica al franquismo para convertirse, en 1939, en director del MAN, como un ciudadano comprometido con ¡°el acervo art¨ªstico del Estado espa?ol¡±. Por eso le propon¨ªa la compra al museo antes que a los supuestos ¡°negociantes catalanes¡±. Bouza tambi¨¦n cruz¨® la depuraci¨®n franquista para volver a ejercer: expulsado de la carrera judicial en 1937 e inhabilitado para desempe?ar la abogac¨ªa, acusado de mas¨®n, galleguista ¡ªfue el autor del himno de la organizaci¨®n juvenil del Partido Galleguista¡ª y desafecto al Movimiento Nacional, prob¨® en 1939 su lealtad a Franco y fue rehabilitado.
¡°Piezas excepcionales¡±
Taracena quiso comprar esas ¡°piezas excepcionales y bien conservadas, que completar¨ªan de la manera m¨¢s feliz las series de escultura rom¨¢nica de este museo¡±. El Patronato dio el visto bueno y el marqu¨¦s de Lozoya, director general de Bellas Artes, tambi¨¦n estuvo de acuerdo. Fallaron los presupuestos para compra de obra, comprometidos hasta principios de 1948.
En vista de esa falta de fondos, el conde de Ximonde lanz¨® una nueva oferta: 70.000 pesetas por dos de las cinco esculturas del P¨®rtico, las que descansaban en su pazo y que acabar¨ªan en manos de Franco. El Patronato del MAN vio el precio muy elevado; si antes vend¨ªan cinco por 100.000, resultaba demasiado 70.000 pesetas por dos de ellas, ¡°y no las mejores¡±. Taracena contest¨® que no pagar¨ªan m¨¢s de 50.000.
Ante ese infructuoso tira y afloja, el juez lo intent¨® por ¨²ltima vez. Trat¨® de convencer al director de que comprara el lote completo. A lo que este le respondi¨® con la Ley de Patrimonio de 1933: el MAN no pod¨ªa adquirir las tres que estaban en el museo diocesano de Santiago, al ser objetos depositados en entidades pertenecientes al Ministerio de Educaci¨®n Nacional.
Para evitarse ese problema, Taracena invita al due?o en otra de las cartas a sacarlas de all¨ª y a mandar las cinco a Madrid, al tiempo que garantiza que el traslado en tren correr¨¢ a cargo del MAN. A finales de julio de 1947 estaba todo listo para la venta, pero no fragu¨®. Unos meses despu¨¦s las dos estatuas ¡ªque acabaron en manos de los Franco¡ª las compr¨® el Ayuntamiento de Santiago. Otras dos las adquiri¨® en 1957 el Museo de Pontevedra. Y la quinta termin¨® en una colecci¨®n privada.
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