Visto para sentencia el juicio por la propiedad de las estatuas del P¨®rtico de la Gloria que tienen los Franco
La familia del dictador argumenta que compr¨® a un particular dos esculturas del P¨®rtico de la Gloria que reclama el Ayuntamiento de Santiago de Compostela
El alcalde de Santiago,?Marti?o Noriega, de Compostela Aberta y m¨¦dico de profesi¨®n, no se atrevi¨® a ofrecer un diagn¨®stico certero tras la vista donde se dilucidaba a qui¨¦n pertenecen las dos estatuas del P¨®rtico de la Gloria que est¨¢n en manos de la familia Franco desde hace m¨¢s de 60 a?os. ¡°Creer¨¦ en la justicia cuando esta haga justicia¡±, sentenci¨®. Y es que Juan Jos¨¦ Aizcorbe, abogado de la familia del dictador, bas¨® su defensa sobre dos pilares: el Ayuntamiento tendr¨¢ que demostrar que los Franco no compraron legalmente las dos joyas rom¨¢nicas a un particular a trav¨¦s de un anticuario y, en el caso de haber realizado una adquisici¨®n irregular, esta habr¨ªa prescrito en 1981. La respuesta del letrado municipal, Xaqu¨ªn Monteagudo, fue contundente e indignada: ¡°Es un abuso de tal calibre que el Estado de derecho no lo puede permitir¡±.
Hechos probados que la magistrada del Juzgado de Instrucci¨®n 41 de Madrid tendr¨¢ que valorar. El P¨®rtico de la Gloria de la catedral de Santiago mostr¨® hasta el siglo XVI un aspecto distinto del actual. Era de mayores proporciones y contaba con una antesala (peristilo o exon¨¢rtex) presidida por un gran arco central y dos puertas laterales y decorada por siete u ocho esculturas de profetas y reyes. En 1521, esta soberbia estructura del maestro Mateo fue desmontada y sus figuras distribuidas por diferentes lugares.
En el siglo XVIII, dos de aquellas obras maestras (Abraham e Isaac, aunque hay dudas sobre a qui¨¦n representan en realidad) terminaron en manos del conde de Ximonde, que las guard¨® en un pazo de su propiedad. Finalmente, a mediados del siglo XX acabaron en la residencia veraniega del dictador (el pazo de Meir¨¢s) y ahora son propiedad de sus descendientes. No las quieren devolver al Ayuntamiento. Afirman que son suyas.
El Consistorio (con documentos probatorios) muestra una escritura notarial de junio de 1948 que confirma que fueron adquiridas por el concejo a un descendiente del conde de Ximonde. La compra se realizar¨ªa mediante dos pagos de 30.000 pesetas. En caso de que las obras saliesen de Santiago, dice el contrato firmado por ambas partes, hab¨ªa que indemnizar al noble con otras 600.000 pesetas. Y, gracias a este acuerdo, permanecieron en la casa consistorial hasta 1954 o 1961, periodo tras el que desaparecieron para terminar en manos de los Franco.
Los Franco replicaron en el juicio que las esculturas fueron adquiridas a un particular y, en el caso de que as¨ª no fuera, la presunta sustracci¨®n estar¨ªa prescrita en la d¨¦cada de los ochenta del siglo pasado, cuando se cumplieron 25 a?os de los hechos. Cuando el abogado del dictador hizo estas afirmaciones en el juicio, los asistentes mostraron su irritaci¨®n y la magistrada tuvo que llamarles la atenci¨®n: les amenaz¨® con echarlos de la sala.
Dudas expresadas en el juicio por los letrados de ambas partes: ¡°?D¨®nde est¨¢ el documento de compraventa de los Franco con el supuesto particular?". Respuesta: no existe. ¡°Si el Ayuntamiento no dispone de todo el expediente de la presunta adquisici¨®n municipal de las estatuas, una familia no tiene por qu¨¦ haber guardado ese papel¡±, replic¨® Aizcorbe.? El letrado contraatac¨®, adem¨¢s, reclamando al Ayuntamiento el recibo del segundo pago de 30.000 pesetas al conde, as¨ª como el de 600.000 por haberlas sacado de Santiago. Pero estos documentos tampoco existen. ¡°Qu¨¦ raro¡±, se?al¨® el letrado, "que el noble no reclamase el dinero que se le adeudaba". Es decir, sostuvo, nunca se llev¨® a cabo la operaci¨®n. ¡°?Pero qui¨¦n iba a hacer algo as¨ª en el franquismo! Nadie pod¨ªa reaccionar. No se pod¨ªa hablar de esta cuesti¨®n¡±, se quej¨® Monteagudo.
Y m¨¢s preguntas del abogado de los Franco: ¡°?D¨®nde est¨¢ el expediente del traslado de las esculturas desde el Ayuntamiento a casa de los Franco?¡±. Respuesta: No se ha encontrado.
¡°Se las llevaron, se las llevaron¡±, dijo Ram¨®n Izquierdo, perito de la acusaci¨®n, que desde los a?os ochenta ha estado estudiando el caso. ¡°Est¨¢ todo: la referencia en el Bolet¨ªn de la Academia de la Lengua Gallega de 1933, las dos comisiones de venta de 1947, su llegada al Concello de Santiago en 1948, el oficio del alcalde del 16 de febrero de ese a?o, el escrito notarial¡ No hay documento de venta alguno a los Franco porque, simplemente, nunca existi¨®. En la Exposici¨®n de Arte Rom¨¢nico de 1961 ya aparecen como 'propiedad de su excelencia el jefe del Estado. Pazo de Meir¨¢s'. Estaban en el Ayuntamiento. Est¨¢ claro. Se las llevaron¡¡±, se indign¨®.
¡°?Hay alguna foto que demuestre que las esculturas estuvieron en el Consistorio?¡±, pregunt¨® entonces la defensa de los descendientes del dictador. El alcalde de Santiago reconoce que no. ¡°Quiz¨¢s las hicieron desaparecer. Pero all¨ª estaban¡±, asever¨®.
Luego la defensa de los Franco sigui¨® hablando de ¡°carga de la prueba¡±, ¡°hipot¨¦ticas suposiciones¡±, ¡°posesi¨®n pac¨ªfica y p¨²blica en Meir¨¢s¡±, ¡°expedientes detallados donde no hay datos de la llegada al Ayuntamiento¡± y una disquisici¨®n sobre cu¨¢ndo habr¨ªa prescrito el presunto delito: entre seis a?os, si se considerasen las estatuas bien mueble, o 25, si fuera patrimonial. ¡°Por ello, solicitamos desestimar la demanda¡±, concluy¨® el letrado de la familia. ¡°Es un bien demanial", respondi¨® indignado el abogado municipal. "No se puede vender", a?adi¨®, como no se puede vender una calle o una plaza. "No era demanial, era un bien mueble", respondieron los Franco. "Se aprovech¨® porque era el jefe del Estado y luego sus herederos", esgrimi¨® el Ayuntamiento. Visto para sentencia.?
La juez decide.?
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