Solo en el cine David vence a Goliat

Aunque el indescriptible y peligros¨ªsimo fulano que gobierna (o desgobierna) Estados Unidos considere con tanta irresponsabilidad como cinismo que lo del cambio clim¨¢tico es una patra?a que han inventado almas c¨¢ndidas, progresistas mentirosos y otras gentes de mal vivir, es improbable que pueda evitar que la cinematograf¨ªa de su pa¨ªs contin¨²e practicando un g¨¦nero dedicado a las barbaries ecol¨®gicas, con consecuencias salvajes, c¨¢nceres y enfermedades degenerativas, sobre la poblaci¨®n de esos territorios donde las despiadadas corporaciones han arrojado su letal veneno despu¨¦s de hacer grandiosos negocios con ¨¦l.

No s¨¦ si este tipo de cine sirve para concienciar al p¨²blico de que el poder de esas empresas es incontrolable, que su dinero y sus influencias les permiten comprar y hacer que cierren la boca a gente muy poderosa y dispuesta a venderse. Pero ante conclusiones tan desoladoras, Hollywood, que sabe que es fundamental que el espectador salga contento del cine, convencido de que algunas veces los buenos ganan y los villanos pagan sus desmanes, tiende a edulcorar los desenlaces sobre infamias permanentes. Hago memoria sobre este g¨¦nero y descubro que siempre se han realizado pel¨ªculas bienintencionadas sobre tem¨¢tica tan s¨®rdida. Recuerdo El sindrome de China, Silkwood, Erin Brokovich, Tierra prometida y ahora Aguas oscuras. Aprecio sus intenciones, casi todas me parecen muy correctas, Julia Roberts aparec¨ªa esplendorosa (en todos los sentidos) en Erin Brokovich, recuerdo sus similares y tenebrosos argumentos, pero ninguna de ellas me entusiasma. Rectifico. He visto varias veces la esplendida Michael Clayton, abogados que no pueden evitar el mosqueo ante los siniestros experimentos de la multinacional para la que trabajan, tan bien escrita como dirigida, con George Clooney y Tilda Swinton en estado de gracia.

Aguas oscuras parte de un art¨ªculo, al parecer escalofriante, que se public¨® en The New York Times, sobre los vertidos t¨®xicos que hac¨ªa sistem¨¢ticamente la empresa DuPont en el r¨ªo Ohio. Primero se vuelven locos o la palman los animales y despu¨¦s el depredador tefl¨®n comenz¨® a cebarse con los seres humanos, incluyendo el nacimiento de beb¨¦s con deformaciones. Narra el ¨¦pico trabajo de un tenaz abogado en la investigaci¨®n y denuncia de esta barbaridad, presentando demandas individuales y colectivas de las v¨ªctimas contra la aparentemente invencible compa?¨ªa agroqu¨ªmica.

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Nick Cave

?Marchando!

Tengo la fatigosa sensaci¨®n de que ya he visto esta pel¨ªcula otras veces. No tengo nada contra ella, pero le falta fuerza expresiva y puedes prever todo lo que va a ocurrir. La dirige Todd Haynes, se?or que siempre ha ido de autor con universo propio. Y tampoco se ha esforzado demasiado. Huele a encargo alimenticio abogando por una buena causa. Y no es que me haya apasionado nunca el sensible y sofisticado mundo del prestigioso Haynes, con la excepci¨®n de Carol, una pel¨ªcula tan elegante como hermosa, en la que adaptaba la primera y clandestina novela que escribi¨® la gran Patricia Highsmith. El propio Haynes cont¨® en alguna parte que acept¨® un encargo para despu¨¦s poder financiarse un documental (que intuyo apasionante) sobre The Velvet Underground, aquel grupo hipn¨®tico que capitane¨® el eternamente recordado Lou Reed.

Uno de los presuntos atractivos que ten¨ªa para m¨ª Aguas oscurasera el protagonismo de Mark Ruffalo, actor camale¨®nico que me gusta siempre, de esa generaci¨®n en la que rein¨® el genial Philip Seymour Hoffman. Aqu¨ª est¨¢ cre¨ªble, contenido, como siempre. Y poco m¨¢s.