Britney Spears, un taladro y un colch¨®n de gomaespuma: cinco horas de marat¨®n teatral
'Las ultracosas', de Cuqui Jerez, funciona como un buen novel¨®n de mil p¨¢ginas
?De verdad son necesarias cinco horas? ?No se puede contar en menos tiempo? ?Qui¨¦n tiene hoy cinco horas para (mal)gastarlas en el teatro? Seguro que estas preguntas se las han hecho muchas veces a la core¨®grafa y performer Cuqui Jerez respecto a su obra Las ultracosas. Y m¨¢s si se a?ade que durante esas cinco horas no se pronuncia ni una sola palabra en el escenario. Les avanzo el final de esta cr¨®nica: los espectadores que asistieron este jueves a su estreno en los Teatros del Canal de Madrid parec¨ªa que no quer¨ªan irse cuando termin¨® la funci¨®n.
Todo espect¨¢culo de larga duraci¨®n funciona como un buen novel¨®n de mil p¨¢ginas: por acumulaci¨®n. Se trata de sumergirse poco a poco en su universo, abandonarse a su est¨¦tica, dejarse arrastrar por su l¨®gica, de manera que cuando termina resulta tan familiar que da pena marcharse. El universo de Las ultracosas atrapa porque contradice la l¨®gica com¨²n, es imprevisible, te quieres quedar porque quieres saber qu¨¦ ocurrir¨¢ en la siguiente escena, qu¨¦ canci¨®n inesperada va a sonar. Para que se hagan una idea, la playlist de esta obra fundir¨ªa los algoritmos de Spotify: Aerosmith, Britney Spears, Radio Futura, la banda sonora de E.T., Liza Minnelli, David Bowie, Jos¨¦ Luis Perales, chanson francesa, vals vien¨¦s, Mozart...
Dice el programa de mano que el objetivo de este trabajo es ¡°producir una suspensi¨®n del sentido¡± a trav¨¦s de ¡°cuadros vivos que ponen en movimiento generando narrativas no expl¨ªcitas". Esto es: siete performers vestidos con ropas estrafalarias y pertrechados con objetos in¨²tiles fuera de su contexto (tr¨ªpode, taladro, soga, gurru?o de pl¨¢stico, colch¨®n de gomaespuma, tuber¨ªas...) componen una sucesi¨®n de retablos en posturas imposibles que disparan la imaginaci¨®n y perturban el pensamiento cartesiano. No son retablos inertes, sino que sus protagonistas se relacionan entre s¨ª, entran y salen con cacharros nuevos, hacen playbacks, bailan.
Al principio se nota en el patio de butacas algo de extra?eza, cierta resistencia, pero la locura que impera en el escenario va calando hasta conseguir que el p¨²blico se relaje y deje volar su mente. Muchos espectadores llegan al final recostados como si estuvieran en su casa. En el escenario quedan expuestos todos los objetos que han ido apareciendo durante la funci¨®n, como si fueran los restos de una rebeli¨®n contra el orden natural de las cosas.
Las ultracosas. Cuqui Jerez. Teatros del Canal. Madrid. Hasta el 26 de enero.
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