La Academia progresa
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La Academia Espa?ola ya no es la de anta?o, y por eso los antiguos prejuicios sobre ella pueden someterse a revisi¨®n. Su evoluci¨®n se nota en las paulatinas modificaciones del Diccionario (desde 2001), en el discurso diferente de sus respuestas a trav¨¦s del servicio Espa?ol al D¨ªa¡ y en el informe que acaba de presentar sobre el lenguaje inclusivo y la Constituci¨®n espa?ola.
Los 155 folios de este trabajo muestran otra forma de explicarse: m¨¢s amable, m¨¢s cercana, m¨¢s emp¨¢tica; lo que supone la consolidaci¨®n de su ruptura con un pasado mis¨®gino.
La tricentenaria instituci¨®n ha corregido en los ¨²ltimos a?os definiciones machistas; ha modificado ejemplos discriminatorios en las acepciones; se han abierto paso los femeninos innovadores... y ahora podemos encontrar marcas de aviso sobre el sentido despectivo de algunos t¨¦rminos que antes se mostraban como si tuvieran un valor objetivo.
Y ello ha ocurrido por al menos tres razones: la propia convicci¨®n de quienes integran la docta casa, la presencia de mujeres en la instituci¨®n y la presi¨®n eficaz del feminismo. Conviene celebrar todo eso, aunque a cambio tengamos que prescindir del extraordinario placer que a cualquiera nos produce criticar a la Academia y acusarla de retr¨®grada.
El informe se aprob¨® por unanimidad, es decir, lo suscribieron los m¨¢s resistentes
No obstante, el camino no se ha completado (quedan correcciones por hacer, o al menos por anunciar), y tambi¨¦n es cierto que las expresiones p¨²blicas de algunos acad¨¦micos no han contribuido al sosiego, pero vale la pena se?alar que este nuevo informe rupturista ha sido aprobado por unanimidad; es decir, lo han suscrito tambi¨¦n aquellos m¨¢s resistentes. Y escribo ¡°rupturista¡± porque en la parte que corresponde al funcionamiento de las flexiones de g¨¦nero el documento acaba dando como posible la pol¨¦mica forma ¡°miembra¡± y como no imposible alg¨²n d¨ªa la opci¨®n ¡°portavoza¡±. Algunas personas tendr¨¢n que leerlo para creerlo.
En lo referente a la Constituci¨®n, el informe admite, detalla y explica tres posibilidades para retocarla: desdoblar algunos sustantivos, como muestra de voluntad inclusiva; desdoblar todos los vocablos gen¨¦ricos (o alternarlos con sustantivos abstractos) y, finalmente, dejarlo todo como est¨¢¡ porque est¨¢ bien y es la opci¨®n que da menos problemas.
En cualquier caso, las hipot¨¦ticas correcciones no ampliar¨ªan ni disminuir¨ªan los derechos constitucionales de las espa?olas, que seguir¨¢n siendo id¨¦nticos a los de los espa?oles. Porque a esta Constituci¨®n, viene a decir el informe, no se le pueden oponer razones ling¨¹¨ªsticas ni legales, sino solamente pol¨ªticas o sociol¨®gicas.
En lo referido a la Corona, el documento s¨ª propone expresamente que en alg¨²n lugar se aclare que su titular puede ser tanto un hombre como una mujer, aunque nadie hasta ahora haya tenido ninguna duda al respecto. De hecho, el heredero actual es una heredera. Eso funcionar¨ªa mejor que duplicar ¡°el Rey o la Reina¡±, pues un art¨ªculo como ¡°el Rey o la Reina es el jefe del Estado¡± podr¨ªa resultar confuso: ?es el actual Rey o su esposa? En cambio, la propuesta de duplicar ¡°pr¨ªncipe¡± con ¡°princesa¡± no ofrece problemas, porque siempre le sigue la palabra ¡°heredero¡±, que se doblar¨ªa en ¡°princesa heredera¡±.
Sugerimos abandonar denominaciones como ¡°masculino gen¨¦rico¡± o ¡°masculino gramatical¡±
La Academia ha optado, pues, por la v¨ªa del acercamiento a las posturas antes lejanas, y ha comenzado a transitar ese camino, todav¨ªa largo, hacia el encuentro, esperando tal vez una aproximaci¨®n de la otra parte. Para ello no ha dudado en asumir expresiones identitarias del progresismo ¡ªcomo ¡°visibilidad¡± de la mujer (p¨¢gina 3), o la sigla LGTBI (p¨¢gina 32)¡ª, sin que eso le impida mantener firmes las posturas que comparten casi todos los estudiosos del espa?ol: las estructuras profundas de este idioma atravesaron miles de a?os desde el indoeuropeo (nuestra lengua abuela), pasando por el lat¨ªn (nuestra lengua madre), y no cambiar¨¢n de un d¨ªa para otro por voluntad de grupos o ideolog¨ªas.
Ahora bien, la Academia s¨ª puede influir en que los maestros y los hablantes asuman un l¨¦xico gramatical que explique mejor los hechos. Por ejemplo, desde aqu¨ª sugerimos que se abandonen denominaciones como ¡°masculino gen¨¦rico¡±, ¡°masculino gramatical¡± o ¡°masculino plural¡±. Tal vez deber¨ªamos llamarlo ¡°el gen¨¦rico¡± a secas.
En verdad, no se trata de un masculino gen¨¦rico, sino de un gen¨¦rico que coincide con el masculino porque hace 5.000 a?os, al nacer el femenino en el idioma indoeuropeo, tuvo que desdoblarse para cumplir esa segunda funci¨®n sin abandonar la primera. Es decir, el proceso fue el contrario del que muchos creen: el masculino no invadi¨® el gen¨¦rico que abarcaba a los seres animados; y el femenino no naci¨® de una costilla del masculino, sino como evoluci¨®n del gen¨¦rico primitivo, lo que provoc¨® a su vez que aquel gen¨¦rico adquiriese esa doble misi¨®n (como tantas otras palabras en nuestra lengua) para oponerse adem¨¢s al g¨¦nero femenino.
El documento acad¨¦mico no entra en estos detalles (s¨ª aparecen aludidos) que, sin embargo, conoce cualquier fil¨®logo. Pero conviene explicarlos como son.
Cada hispanohablante se formar¨¢ sus opiniones personales a partir de esa detallada exposici¨®n de la Academia. Ahora bien, lo decisivo en este conflicto no consiste en que cada cual pueda adoptar su propia gram¨¢tica en uso de su libertad indiscutible, por supuesto, sino en observar c¨®mo casi 600 millones de hablantes aplican una forma com¨²n de expresarse sin que nadie se haya dedicado a ponerlos de acuerdo.
?lex Grijelmo, periodista, es autor del libro Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo (Taurus, 2019).
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