Pop con trastorno bipolar
De Billie Eilish a Selena Gomez, los ¨ªdolos 'millennials' asumen en p¨²blico sus problemas de salud mental e introducen la confesi¨®n, la catarsis y la victoria sobre sus dificultades en sus trabajos
¡°Odio ser bipolar. Es maravilloso¡±. Esta es la leyenda que decoraba la portada de Ye, el disco lanzado en 2018 por el rapero, empresario y autoproclamado semidi¨®s, Kanye West. D¨ªas antes del lanzamiento del ¨¢lbum, su autor se sinceraba ante los medios y confirmaba que le hab¨ªan diagnosticado un trastorno bipolar. El rap, un estilo hasta entonces pr¨¢cticamente refractario a tratar los temas relacionados con la salud mental, se introduc¨ªa en un universo nuevo, un paradigma en el que sus figuras hablaban abiertamente de sus problemas de cabeza y se mostraban fr¨¢giles y vulnerables. Kendrick Lamar confesaba padecer el s¨ªndrome del superviviente, una suerte de complejo de culpabilidad, cada vez que visitaba su barrio de Los Angeles, Compton, y comprobaba c¨®mo las condiciones de vida de sus amigos y vecinos segu¨ªan siendo igual de duras, mientras ¨¦l acumulaba discos de oro y hasta un premio Pulitzer. Incluso llegaba a afirmar haber pensado en suicidarse durante la grabaci¨®n de su disco To pimp a butterfly (2015).
Seis meses antes de la confesi¨®n de West, el rapero Lil Peep, v¨ªctima recurrente durante su breve existencia de todo tipo de disfunciones mentales, fallec¨ªa con apenas 21 a?os de sobredosis. Seis meses despu¨¦s, era otro rapero, Mac Miller, con tendencias autodestructivas y expareja de Arianna Grande, quien mor¨ªa con 26 a?os por la misma causa. Esta semana coinciden en las listas un disco p¨®stumo suyo con dos obras de dos artistas pop, Halsey (Nueva Jersey, 1994) y Selena Gomez (Texas, 1992), que documentan con profusi¨®n los problemas mentales padecidos por sus autoras. No solo el rap ya no es inmune a esta tem¨¢tica, sino que el pop la abraza con la misma fragilidad y sinceridad, algo poco com¨²n hasta la fecha. Estamos m¨¢s acostumbrados a que estos asuntos se enfrenten desde perspectivas m¨¢s rock, o sea, solitarias, nihilistas y hasta con cierta tendencia a glamurizarlas. El nuevo pop y el nuevo rap las tratan desde la confesi¨®n, la catarsis y la victoria sobre ellas y sus secuelas. Esta semana tambi¨¦n se ha anunciado que entre los nuevos emojis se incluir¨¢ uno que es una cara sonriente que llora.
¡°No quiero sonar oscura pero de verdad que no pensaba que llegara a cumplir los 17¡±. As¨ª se expresaba Billie Eilish (California, 2001) hace una semana en el curso de una entrevista concedida a la cadena estadounidense CBS. ¡°He estado dos veces ingresada desde que soy Halsey. No se lo he dicho a nadie, pero tampoco me averg¨¹enza hablar de ello¡±, declaraba la cantante a la edici¨®n estadounidense de la revista Rolling Stone. ¡°Me siento bien. Estoy tomando la medicaci¨®n adecuada para mi enfermedad mental. Creo firmemente en la necesidad de hacerte chequeos con tu terapeuta y con tu doctor¡±, comentaba Selena Gomez a la radio p¨²blica estadounidense (NPR). Estos son tres fragmentos de tres charlas mantenidas por estas estrellas del pop estos d¨ªas. En todas estas conversaciones con los medios, el tema central es la salud mental. En todos los casos, el mensaje final es positivo. Tal vez la m¨²sica siempre ha estado protagonizada por personajes con un precario equilibrio mental, pero ha sido muy raro encontrar artistas que hayan sido tan abiertos con sus problemas y, sobre todo, que hayan estado tan dispuestos a compartirlos con su p¨²blico con una vocaci¨®n m¨¢s de ayuda que de mero exhibicionismo.
Por parte de los fans, el cambio tambi¨¦n ha sido considerable. En parte porque muchos a¨²n recuerdan las im¨¢genes de Amy Winehouse sobre el escenario en Belgrado intoxicada, sufriendo, anunciando la tragedia que poco despu¨¦s llegar¨ªa. Todos vieron que algo ah¨ª estaba muy mal. Pero no se hizo apenas nada. Y en parte, tambi¨¦n, porque hay un sentimiento de comunidad y aparente cercan¨ªa en las nuevas generaciones ¨Cesa sensaci¨®n de pertenecer a un nutrido grupo de personas que est¨¢n solas que tan f¨¢cilmente se refuerza en las redes sociales¨C, algo que contrasta sobremanera con la manera individualista y nihilista con la que la generaci¨®n X afront¨® estos temas. Cualquier tema. ¡°Esta m¨²sica, m¨¢s mel¨®dica, logra atraer y juntar a las personas, mientras que la que se basa m¨¢s en la percusi¨®n y el ritmo las aleja¡±, seg¨²n Alan Turry, director ejecutivo del centro de terapia musical de la Universidad de Nueva York.
De cualquier modo, aunque la forma de gestionar el tema parezca mucho m¨¢s natural y sensata que anta?o, lo cierto es que esto sucede porque el tema es m¨¢s ubicuo que nunca. Ning¨²n artista parece hoy estar a salvo de su primer ataque de nervios. Alguien rico y poderoso como Jay Z confiesa necesitar ir a terapia. Alguien aparentemente feliz e inane como Ed Sheeran, trata de temas de ansiedad en sus canciones, especialmente en I don¡¯t care, junto a Justin Bieber, otro cantante con problemas de adaptaci¨®n al medio. El rapero Post Malone rima abiertamente sobre sus problemas de paranoia. Logic lanza un tema cuyo t¨ªtulo es el n¨²mero de tel¨¦fono para la prevenci¨®n del suicido en EE UU.
La agencia de marketing Take 5 public¨® hace dos a?os un estudio en el que desvelaba que, en 1958, 24 de los singles del top 100 trataban problemas mentales. En 2017, eran 71 las canciones en las que se mencionaba este particular. Seg¨²n Genius, un motor de b¨²squeda de palabras en canciones, utilizado para recoger datos por empresas como Spotify o Apple, las palabras depresi¨®n y ansiedad han triplicado las veces que aparecen en los temas de hip hop en los ¨²ltimos diez a?os. El suicidio sigue siendo la tercera causa de muerte entre los j¨®venes de entre 15 y 19 a?os, seg¨²n la OMS. Todo parece estar, al menos, igual de mal que siempre. La ¨²nica diferencia es que parece estar trat¨¢ndose de forma m¨¢s sensata. ¡°Nadie quiere hablar de esto¡±, titulaba The Guardian recientemente un art¨ªculo sobre la relaci¨®n de los actores con las enfermedades mentales. Por una vez, la m¨²sica no lidera la forma en que se hacen mal las cosas.
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