Orgullo y prejuicio de ser charnego en Catalu?a
Un libro y un festival reivindican la palabra con la que se descalific¨® a los inmigrantes de otras regiones de Espa?a
?Existe hoy el charnego? Esta es la cuesti¨®n que analiza el escritor Javier L¨®pez en su ensayo Yo, charnego. Memoria personal de la emigraci¨®n a Catalu?a (Catarata). L¨®pez, un jerezano residente en Barcelona desde hace diez a?os, concluye que los charnegos son una comunidad que ha hecho suya una palabra catalana para referirse de forma despectiva a la inmigraci¨®n espa?ola de mediados del siglo XX, un insulto que hoy se utilizar¨ªa para revindicar el orgullo de su pasado y de una identidad plural. Yo, charnego incide en un debate inc¨®modo que abri¨® unas jornadas convocadas por el Ayuntamiento de Barcelona en 2019.
El Festival de Cultura Charnega desat¨® una pol¨¦mica en la que sus cr¨ªticos lamentaban que se recuperara un t¨¦rmino peyorativo que hab¨ªa desaparecido del uso popular. Est¨¢ previsto que el certamen vuelva a celebrarse este a?o, informa su comisaria Brigitte Vasallo. L¨®pez quiere demostrar que la palabra sigue vigente y pone varios ejemplos, como los discursos de Gabriel Rufi¨¢n, portavoz de ERC en el Congreso, subrayando su condici¨®n de charnego, o unas declaraciones del cantaor Miguel Poveda y del humorista Jos¨¦ Corbacho a favor de su ¡°orgullo charnego¡±.
L¨®pez defiende que charnego es una palabra v¨¢lida para referirse a unas personas que componen una comunidad con identidades variopintas: ¡°Parece obvio que los charnegos tienen un conjunto de rasgos o caracter¨ªsticas propias que les diferencia del resto, y que hay muchas otras personas que los reconocen como colectividad¡±. El escritor Juan Mars¨¦ rechaza que ¡°el charnego forme parte de una comunidad¡±, y considera que m¨¢s bien ¡°se trata de un concepto de intelectuales¡±. ¡°La palabra ya no se usa, por lo menos como insulto¡±, dice Mars¨¦; ¡°no tiene sentido utilizarla hoy, aunque me parece bien que se reivindique la cultura de aquellos inmigrantes, sobre todo una cultura rural¡±.
L¨®pez da espacio a numerosas voces que se oponen a esta revisi¨®n orgullosa del concepto, como es el caso de la activista de Nou Barris Aurora ?lvarez. "?lvarez no entend¨ªa la necesidad de poner sobre la mesa el tema charnego justo ahora que el t¨¦rmino estaba superado. A?ad¨ªa que la cultura catalana sab¨ªa trabajar muy bien la cohesi¨®n a trav¨¦s de la cultura y que recuperar este debate de nuevo era un error", recuerda el autor. El escritor Javier P¨¦rez And¨²jar dice a L¨®pez que nunca se ha considerado charnego: ¡°Para aceptar esa etiqueta, palabra o adjetivo tendr¨ªa que aceptar todo lo que le rodea, y por ah¨ª no paso, tengo otra visi¨®n del mundo¡±. P¨¦rez And¨²jar ha preferido no ampliar para este diario su opini¨®n sobre la materia.
Otra persona que no ha querido entrar a fondo en el asunto es la escritora Maruja Torres, alegando que el debate no le interesa ¡°lo m¨¢s m¨ªnimo¡±. ¡°M¨¢s que un debate son autopsias¡±, dice la veterana periodista. ¡°As¨ª es como se llega al disparate de creer que Antonio Banderas no es un hombre blanco¡±, comenta Torres en referencia a la reciente pol¨¦mica en Estados Unidos despu¨¦s de que medios de comunicaci¨®n como Vanity Fair?consideraran al malague?o como el ¨²nico actor ¡°de color¡± nominado en los premios Oscar de este a?o.
Brigitte Vasallo defiende que es necesario afrontar el debate: ¡°Con el festival abrimos espacios para llamarnos charnegas y reflexionar sobre qu¨¦ quiere decir esta palabra. Es un concepto desde la primera persona, es una memoria com¨²n¡±.
El neocharnego
L¨®pez afirma que hay una nueva generaci¨®n que se identifica como charnega desde el testimonio personal: ¡°Si antes se reprim¨ªan las emociones, aqu¨ª es el motor de la misma. El neocharnego s¨ª habla de su origen, de su experiencia migratoria, de sus anhelos y frustraciones¡±.El escritor Javier Cercas, nacido en Extremadura pero instalado con su familia en Girona cuando ten¨ªa cuatro a?os, no recuerda que la sociedad le hiciera sentirse charnego: ¡°Por lo que yo s¨¦, hasta esta pol¨¦mica la palabra estaba muerta. No entiendo c¨®mo alguien que hace cuatro d¨ªas lleg¨® a Catalu?a puede sentirse charnego si nadie le ha llamado charnego¡±. Cercas no ve ¡°ninguna necesidad de resucitar una palabra que habr¨ªa sido mejor que no naciera, una palabra tan fea y que designa una realidad todav¨ªa m¨¢s fea¡±. A?ade que tampoco es ¨®ptimo recuperarla en un momento en el que Catalu?a ¡°est¨¢ profundamente dividida¡±.?
¡°Hay que distinguir entre la palabra y el concepto¡±, destaca Vasallo, porque ¡°la palabra ya no se utiliza como insulto, pero el concepto es vigente como traidor a la catalanidad y a la espa?olidad. En Catalu?a nos llaman charnegos y en el pueblo de origen, polacos¡±, dice esta hija de gallegos. Vasallo coincide con L¨®pez en que una se?a de los descendientes de la inmigraci¨®n espa?ola es que sufren una presi¨®n pol¨ªtica especial desde el nacionalismo catal¨¢n y espa?ol para posicionarse en el conflicto por la independencia de Catalu?a. El expresidente de la Generalitat Jos¨¦ Montilla descarta que este colectivo tenga una mayor presi¨®n que cualquier otro segmento de la sociedad que no comulgue con ¡°el nacionalismo intransigente¡±.
Montilla tampoco es partidario de hablar de ¡°una identidad charnega¡±: ¡°La sociedad catalana est¨¢ tan mezclada que los or¨ªgenes familiares, m¨¢s o menos recientes, ya no ayudan a identificar una determinada identidad¡±. El expresidente ve necesario reconocer el esfuerzo de las generaciones que llegaron, como su familia ¡ªprocedente de Andaluc¨ªa¡ª, para construir un futuro en Catalu?a, pero insiste en que si se vuelve a hablar de ¡°los otros catalanes¡±, ser¨ªa para hablar de la migraci¨®n procedente del extranjero.
El escritor Paco Candel fue quien hizo c¨¦lebre la expresi¨®n ¡°los otros catalanes¡± para referirse a la ola migratoria de mediados del siglo XX que trabaj¨® duro y desde la periferia para hacerse un lugar en Catalu?a. Pere Balt¨¤, presidente de la Fundaci¨®n Paco Candel, dice que el debate actual sobre la identidad charnega ¡°es un artificio¡±. ¡°Un pa¨ªs que se emociona viendo a un negro de ?frica central hablando en catal¨¢n ha superado hace tiempo lo de charnego¡±.
Los partidarios de reivindicar el t¨¦rmino charnego ven otro aspecto diferenciador de los catalanes con ra¨ªces en otras comunidades de Espa?a: su menor presencia en la ¨¦lite de la sociedad local. "Hay una cuesti¨®n de clase, de exclusi¨®n. Indudablemente los que tienen familia en Espa?a siguen desfavorecidos en posiciones de poder", asegura Vasallo. Balt¨¤, exdiputado de CiU, rechaza esta tesis: "Est¨¢ superad¨ªsimo que la procedencia tenga peso alguno para alcanzar posiciones de decisi¨®n. Mi familia regentaba una pensi¨®n en El Prat de Llobregat que era punto de recepci¨®n de aquella inmigraci¨®n. Sus hijos ahora son m¨¦dicos, abogados, tienen empleos de prestigio".
Mars¨¦, autor de novelas que son fundamentales para entender lo que ¨¦l llama "las dos culturas de Catalu?a", no puede determinar si los descendientes de aquella inmigraci¨®n est¨¢n menos representados en posiciones de poder. Mars¨¦ est¨¢ convencido de que se ha superado el rechazo del nacionalismo catal¨¢n a los que vinieron de otras partes de Espa?a, pero que aquel sentimiento ha sido sustituido "por el odio a Espa?a, por eso que llaman Estado espa?ol".
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