Chile: un escenario de pol¨ªtica, cuerpos y sexo
El reci¨¦n clausurado festival de teatro Santiago a mil explora el malestar volcado en las protestas ciudadanas en el pa¨ªs sudamericano a trav¨¦s de relatos y expresiones de disidencia
Tras un buen rato de cola y con toda la expectaci¨®n acumulada por ver en directo al colectivo que ha llevado el contundente mensaje de Un violador en tu camino por todo el planeta, el espect¨¢culo de Lastesis arranc¨® por fin, y sin ning¨²n af¨¢n de broma, con la proyecci¨®n de una vieja actuaci¨®n de los payasos de la tele. Aquella ¨C?recuerdan?¨C en la que Fof¨® iba enumerando los d¨ªas de la semana mientras se lamentaba por esa chica que, pobre de ella, nunca ten¨ªa tiempo para jugar: el lunes deb¨ªa planchar, el martes le tocaba coser, y el viernes llegaba el momento de cocinar. Las expresiones ingenuas de las ni?as y ni?os que corean las letras junto al payaso se perciben ahora como un poderoso s¨ªmbolo, una revelaci¨®n patente del machismo que encerraba aquella canci¨®n y, en ella, el sentir de toda una ¨¦poca.
Hoy la mentalidad se mueve por otros derroteros y la pulsi¨®n de disidencia, y de justicia social, explora los muchos recodos del feminismo, cuyo mensaje ha llevado a decenas de ciudades este colectivo de mujeres chilenas?con esa repentinamente reconocida canci¨®n en la que exclaman mientras apuntan con el dedo que ¡°el violador eres t¨²¡±. Si hace unos meses Daffne, Sibila, Lea y Paula eran cuatro perfectas desconocidas que viv¨ªan y hac¨ªan arte en un rinc¨®n alejado del mundo, hoy su performance, convertida en un himno replicado por mujeres de todas las procedencias, las ha convertido en algo parecido a unas estrellas en su pa¨ªs de origen, donde incluso han inspirado la creaci¨®n de su primer partido feminista nacional. All¨ª en la capital, Santiago, Lastesis participaron recientemente con su esperada nueva propuesta esc¨¦nica en el festival Santiago a mil, celebrado entre los d¨ªas 3 y 26 de enero bajo el oportuno lema El poder de actuar: tres semanas de teatro y danza donde no solo la suya, sino todas las reivindicaciones que estallaron en una protesta masiva el 18 de octubre tomaron por asalto la escena.
¡°Por un lado nos produce satisfacci¨®n ver c¨®mo nuestro trabajo ha resonado en tantas personas, pero por otro tambi¨¦n preocupaci¨®n: es preocupante ver c¨®mo el problema del que estamos hablando es transversal a culturas tan diversas y a pa¨ªses que se les dice desarrollados¡±, explic¨® una de las integrantes del colectivo, Sibila, tras una funci¨®n en la que volvieron a explorar, vitoreadas por el p¨²blico, las consignas que las han hecho inopinadamente famosas: ideas como que la violaci¨®n es una herramienta del patriarcado para imponer su dominio o que ese mismo patriarcado y el capital conforman una "alianza criminal". ¡°En el momento en el que mujeres y disidencia se apropian de esta performance y salen a la calle a representarla es un problema que estamos compartiendo¡±, resumi¨® Daffne, otra miembro de Lastesis.
En un evento con 200.000 espectadores y m¨¢s de un centenar de espect¨¢culos programados en decenas de espacios repartidos por toda la ciudad, una tercera parte gratuitos, el suyo no fue ni el ¨²nico ni tampoco el que con m¨¢s ¨ªmpetu se zambull¨® en las pantanosas aguas de la pol¨ªtica. Muchas de las compa?¨ªas que participaron coincidieron, de hecho, en lanzarse a esa piscina sin ropa. Mostrar sobre el escenario cuerpos desnudos que se escapan de la norma imperante como los de las personas trans, gordos, negros o seropositivos, se transform¨® a lo largo de las semanas del festival en un grito contra las imposiciones cuyos ecos resonaban tambi¨¦n fuera de los teatros, en las calles cubiertas de pintadas y grafitis, en las iglesias quemadas o en las estatuas destruidas que decoran ahora la ciudad de Santiago. La voluntad de epatar e incluso escandalizar con actos sexuales como sacarse un consolador de la vagina o rebozarse desnuda en una mezcla de tierra y un l¨ªquido blanco parecido al semen sirvi¨® estos d¨ªas para reclamar justicia para cuestiones tan dispares ¨Cy a la vez tan relacionadas¨C como la LGTBfobia, el racismo o la opresi¨®n del pueblo mapuche, en obras como la pasoliniana?Demasiada libertad sexual les convertir¨¢ en terroristas, la brasile?a??Esto es un negro??o la maor¨ª?Love to Death.??
Con funciones que abogan por el uso de la "e" como lenguaje inclusivo, con obras que inventan dialectos para poner de relevancia el aislamiento al que se han visto sometidas las mujeres o incluso con otras que expresan la rabia de las injusticias a trav¨¦s del silencio, tambi¨¦n hubo espacio para propuestas m¨¢s enfocadas en la calidad t¨¦cnica, en la puesta en escena o, simplemente, en contar historias m¨¢s amables, desde la hipn¨®tica mezcla de pantallas con actores en movimiento de Teatrocinema al deb¨² como actriz de la cantante mexicana Julieta Venegas en La enamorada. Todo, en una 27? edici¨®n de un festival que traza su genealog¨ªa en la lucha contra la dictadura y que, como apunt¨® Carmen Romero, la directora de la fundaci¨®n que lo organiza, nunca hab¨ªa sufrido tantos problemas para llegar a t¨¦rmino: dadas las protestas que empezaron hace m¨¢s de tres meses, y que a¨²n se mantienen vivas a pesar de atravesar el periodo de vacaciones australes, se han visto en la obligaci¨®n de suspender las sesiones nocturnas y algunos de los espect¨¢culos de calle.?
¡°Es un Santiago a mil en emergencia, porque estamos en una situaci¨®n especial. Pero el teatro chileno es siempre pol¨ªtico, siempre est¨¢ pensando en los procesos sociales¡±, agreg¨® la directora a las puertas del Centro Cultural Gabriela Mistral, la principal sede del evento: un reconvertido edificio que en su d¨ªa alberg¨® la junta militar de Pinochet y que se encuentra a apenas unos metros del epicentro de las manifestaciones. All¨ª, como en el resto de espacios donde se desarrolla el festival, los mayores aplausos no fueron para los actores, ni siquiera para sus reclamaciones, sino para un gesto que casi todos coincidieron en realizar en cada ovaci¨®n final: el de cubrirse un ojo en homenaje a los centenares de ciudadanos que han perdido uno por la represi¨®n policial durante las protestas.?
Babelia
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