Sherlock Holmes o un dilema a quemarropa
Para los enigmas de hoy: ?preferimos un detective brillante y racional o un perdedor?
En estos d¨ªas nos vale esta met¨¢fora: una cosa es sufrir una enfermedad (la que padecemos ciertos lectores y escritores, y no precisamente el coronavirus) y otra diagnosticarla (lo que dejamos a los m¨¦dicos). La enfermedad en cuesti¨®n es la novela negra o policial, macrog¨¦nero que sigue colonizando el mercado: si cre¨ªamos que hab¨ªa muchos, demasiados, inabarcables t¨ªtulos, desenga?¨¦monos, porque lo que hay es un apabullante muestrario de subg¨¦neros y tipos. ?lex Mart¨ªn Escrib¨¤ y Jordi Canal i Argas (a la saz¨®n, los m¨¦dicos) han ordenado y definido tantos en un libro esclarecedor que no habr¨ªa clasificadores suficientes en ninguna estanter¨ªa: novela enigma, detectives de sal¨®n, el caso de la habitaci¨®n cerrada, el ladr¨®n de guante blanco, los genios del mal, novela problema, polic¨ªaca psicol¨®gica, pero tambi¨¦n hard-boiled, carcelaria, psicol¨®gica criminal, noir, procedimental, metaf¨ªsica-moral, humor, espionaje, suspense, thriller, novela cr¨®nica o de no ficci¨®n, Nuevo Periodismo, true crime y postnoir. Por no hablar de los t¨¦rminos noir, polar, giallo, krimi o negrocriminal, seg¨²n el pueblo de cada cual.
Las clasificaciones son tantas y tan bien justificadas en el libro A quemarropa (Alrev¨¦s) que esta enferma, ignorante de las leyes m¨¦dicas, necesita agruparlas, como los mandamientos, en dos: una es la que se plantea como desaf¨ªo intelectual para lucimiento de un investigador brillante en un universo bastante irreal; y otra la que oscurece el entorno, la atm¨®sfera, se pega a la negrura de la realidad y saca brillo al perdedor.
La primera lleg¨® a su apogeo en los a?os veinte y treinta de la mano de Agatha Christie, Dorothy Sayers o G.K.Chesterton. Varios de ellos fundaron el Detection Club, que defini¨® los c¨¢nones de un g¨¦nero planteado como un crucigrama o una partida de ajedrez a la vez que medio de evasi¨®n. Juego e intelecto bailaban juntos. Sherlock Holmes hab¨ªa irrumpido ya como un superhombre en plena ansia de racionalidad cient¨ªfica ante una clase media que crec¨ªa en ciudades en expansi¨®n: ¡°Mi oficio es saber lo que otras personas no saben¡±, dec¨ªa. Saber, saber, saber era siempre la misi¨®n. Poirot, el padre Brown y muchos otros aportaron caracter¨ªsticas propias, as¨ª hasta que la monoton¨ªa y la uniformidad se apoderaron de ese tipo de novela criminal.
La segunda es m¨¢s compleja: no bastaba plantear un crimen y lucirse en busca de su soluci¨®n en un universo que apenas tiene que ver con el nuestro. El realismo se impuso y abri¨® un ancho carril que desemboc¨® en el mundo negro y hard boiled de tem¨¢tica oscura y personajes perdedores donde no hay final feliz. ¡°Las diferencias entre la escuela hard-boiled y escritores de la Edad Dorada como Agatha Christie o Dorothy Sayers son tan profundas que habr¨ªa que ampliar demasiado cualquier definici¨®n¡±, escibe P.D.James.
Un juego perfecto, entretenido, inteligente y cool para un universo de certezas y seguridad en el primer caso. Una ardua lucha por la justicia en un universo de inseguridad y negrura en el segundo caso. He ah¨ª el dilema, he ah¨ª la cuesti¨®n.
De vuelta a los contagiados por el virus, uno de nuestros s¨ªntomas suele ser jugar a aplicar una l¨®gica negrocriminal a los enigmas actuales. Observemos por ejemplo el frentismo pol¨ªtico que contemplamos: ?preferir¨ªamos un Sherlock Holmes brillante, racional y divertido para desenmara?arlo o un detective oscuro, atribulado y perdedor para resolver los enigmas de hoy? Parece elemental, querido Watson.
Babelia
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