Curar a los malos espa?oles
En ¡®La madre de Frankenstein¡¯, nueva novela del ciclo dedicado a la posguerra, Almudena Grandes se adentra en el oscuro universo de la psiquiatr¨ªa franquista
Cada nueva novela del ciclo Episodios de una Guerra Interminable, de Almudena Grandes, suscita la misma reflexi¨®n. En este pa¨ªs de libertades y democracia consolidada, a pesar de los pesares de muchos que no quisieran que fuera as¨ª y de otros muchos que lo niegan, la transici¨®n pol¨ªtica de la dictadura a la democracia dej¨® algunos flecos que ahora no viene a cuento desmenuzar. Aunque s¨ª vendr¨ªa a cuento nombrar uno que se impuso como una suerte de damnatio memoriae (olvido por decreto) respecto a nuestra memoria hist¨®rica. El franquismo, en toda su extensi¨®n represora y vengativa ¡ªen toda su podredumbre superestructural¡ª, no ha aflorado como debi¨® hacerlo. Como lo hizo, por ejemplo, el nazismo en Alemania, tan trabado, por cierto, con el franquismo (la misma Grandes lo cont¨® en su novela anterior, Los pacientes del doctor Garc¨ªa). Hubo que esperar hasta no hace muchos a?os para que comenzara a repararse la profunda herida social y moral que dej¨® la siniestra dictadura de Francisco Franco.
Cada novela de este ciclo galdosiano es un recordatorio de la amnesia hist¨®rica que todav¨ªa sufre Espa?a respecto al franquismo. Como cada t¨ªtulo de la serie, La madre de Frankenstein lleva un subt¨ªtulo program¨¢tico. En este caso: ¡°Agon¨ªa y muerte de Aurora Rodr¨ªguez Carballeira en el apogeo de la Espa?a nacionalcat¨®lica. Manicomio de mujeres de Ciempozuelos, Madrid, 1954-1956¡±. Sin olvidarse del argumento de la novela, hay que destacar lo verdaderamente sustancial: su andamiaje formal, la confluencia de recursos ret¨®ricos que hacen de ella lo que es: una cascada de soberbia ficci¨®n y de palpitante verosimilitud, la ausencia de fisuras. Que esto ocurra justo cuando se cumple el centenario de la muerte de Benito P¨¦rez Gald¨®s, al que tanto debe este ciclo novelesco (sin dependencias, salvo en el respeto que pone Almudena Grandes en observar narrativamente el mismo cuidado y escrupulosidad formal que puso el escritor canario al servicio de su tiempo hist¨®rico), es algo m¨¢s que una casualidad (o causalidad, da lo mismo), es el resultado de un empe?o narrativo de fuste.
Hay una frase de Las tres bodas de Manolita que servir¨ªa como clave tonal para entender el fundamento genuinamente l¨ªrico de todo este ciclo y, a la vez, el fundamento moral sobre los cuales se asienta: ¡°Como los recuerdos dol¨ªan, no recordaban. Como las l¨¢grimas her¨ªan, no lloraban. Como los sentimientos debilitaban, no sent¨ªan¡±. Los t¨¦rminos de la forma, contenido y sentido, reunidos como en una ecuaci¨®n directriz.
En esta clave el lector acceder¨¢ a la informaci¨®n hist¨®rica que Grandes le proporciona. As¨ª tenemos en primer lugar el tri¨¢ngulo formado por sus tres protagonistas narradores: el doctor Germ¨¢n Vel¨¢zquez Mart¨ªn, la auxiliar de enfermer¨ªa Mar¨ªa Castej¨®n Pomeda y Aurora Rodr¨ªguez Carballeira. A estos se les suma un elenco de nada menos que 117 personajes, de los cuales 7 son reales, empezando por Aurora Rodr¨ªguez Carballeira, madre y parricida de la c¨¦lebre Hildegart Rodr¨ªguez, y acabando por los siniestros Antonio Vallejo-N¨¢jera y Juan Jos¨¦ L¨®pez Ibor. Por otra parte, en ning¨²n momento nuestra autora esconde la referencia galdosiana a Fortunata y Jacinta, con su centenar de personajes, sus tres soportes narrativos en las figuras de Fortunata, Jacinta y Juanito Santa Cruz.
Como Gald¨®s y Balzac, Almudena Grandes tambi¨¦n rescata personajes de otras novelas del ciclo de la Guerra Interminable. En la novela tampoco faltan otras referencias, como la lectura por parte de la auxiliar enfermera de Los miserables, de Victor Hugo. As¨ª transitamos por los manicomios de mujeres en Madrid, por la Suiza neutral en la II Guerra Mundial; por las intromisiones de las autoridades sanitarias franquistas, controladas por los citados L¨®pez Ibor (que somet¨ªa a los homosexuales a sesiones de electrochoques para ¡°curar esa enfermedad¡±) y Vallejo-N¨¢jera (que cre¨ªa que la ciencia pod¨ªa extirpar ¡°el gen de la degeneraci¨®n roja¡±), en el tratamiento de las dolencias ps¨ªquicas; por el robo de ni?os, hijos de republicanos, para entregarlos a familias nacionalcat¨®licas (algo que decenios m¨¢s tarde practic¨® tambi¨¦n la dictadura argentina entre 1976 y 1981); y por la tristeza, por la impotencia, pero tambi¨¦n por los instantes de amor pleno, de bondad infinita en medio de la impiedad y aquella zozobra diaria.
En tiempo hist¨®rico, la novela transcurre entre 1954 y 1956. En tiempo mental, la novela retrocede a la Guerra Civil y avanza hasta 1979, a?o en que uno de los narradores, el psiquiatra, publica un libro que se titula La madre de Frankenstein, sin saber a ciencia exacta si es la que leemos o solo una memoria cl¨ªnica sobre el tratamiento que se dio a los enfermos mentales durante el franquismo.
Las tres narraciones lo son en primera persona. Pero a veces esos relatos parecen mon¨®logos interiores destinados a s¨ª mismos. Los di¨¢logos son impecables, la iron¨ªa y el humor incisivos no faltan entre tanta ignominia. Hay un sentido absoluto de la velocidad y la pausa narrativas. No quiero terminar esta rese?a sin mencionar un tr¨¢mite de la novela que me llev¨® casi milagrosamente hasta el mon¨®logo interior con que finaliza Ulises, de James Joyce. Es un recuerdo que aflora en la memoria sentimental de Mar¨ªa Castej¨®n: ¡°Dime que s¨ª, me pidi¨®, y se lo dije, s¨ª¡±. Espero haber transmitido el inmenso placer literario que me procur¨® esta luminosa novela.
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Autora: Almudena Grandes.
Editorial: Tusquets, 2020.
Formato: Tapa dura y tapa blanda (560 p¨¢ginas), audiolibro y ebook.
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