Antonio Gamoneda: ¡°Todo hambriento es un microeconomista¡±
El poeta leon¨¦s vuelve a la posguerra con 'La pobreza', segunda entrega de sus memorias. Hu¨¦rfano de padre, entr¨® como recadero en un banco a los 14 a?os y milit¨® en la lucha antifranquista. La censura le prohibi¨® un libro y se pas¨® dos d¨¦cadas sin publicar. En 2006 gan¨® el Premio Cervantes
En el estudio de Antonio Gamoneda se oye el reloj de la catedral y desde la ventana que da al jard¨ªn de su casa se ven ¡°los ¨²nicos ¨¢rboles del barrio¡±: un lauceraso de m¨¢s de 100 a?os cuyo fruto, una especie de cereza negra, envenena a los p¨¢jaros incautos que acuden a picotearla. A su lado, un casta?o de Indias igual de viejo y un lilo plantado por el propio poeta. Gamoneda naci¨® en Oviedo hace 88 a?os, pero lleva 85 en Le¨®n. Temprano hu¨¦rfano de padre, dej¨® Asturias porque a su madre le recomendaron un clima seco que mitigase sus continuos ataques de asma. ?l fuma tabaco de liar Manitou ¡ª¡°el que mata¡±¡ª y tiene un par de cajas en la mesa, pero aparta el cenicero para las fotos: ¡°Es poco c¨ªvico¡±.
El d¨ªa 1 de junio de 1945, con 14 a?os reci¨¦n cumplidos y ¡°autoexpulsado¡± del colegio de los agustinos, entr¨® a trabajar como recadero en el Banco Mercantil: ¡°Jornada doble. 80 horas semanales, 89 pesetas de sueldo¡±. Ese momento es el elegido por el premio Cervantes de 2006 para dar comienzo a la narraci¨®n en La pobreza, el volumen de memorias que se publica la semana que viene y que retoma su vida donde la dej¨® en Un armario lleno de sombra, publicado en 2009.
En un pasaje del nuevo libro describe la multitud de objetos que lo rodean: ara?as y escorpiones f¨®siles, ¨®palos y turmalinas, una l¨¢grima volc¨¢nica, cuadros y dibujos de amigos, dos fotos de sus padres y una de Emily Dickinson ¡ªel retrato de su esposa, Angelines, a la que llama ¡°mi chica¡±, ocupa el fondo de pantalla del ordenador¡ª , el reloj de pared de su madre ¡ª¡°parado hace 35 a?os¡±¡ª, la bicicleta est¨¢tica ¡ª¡°hace tres que no me subo¡±¡ª y miles de libros perfectamente ordenados: todo Valle-Incl¨¢n, tratados de drogas y venenos y la historia de los heterodoxos de Men¨¦ndez Pelayo ¡ª¡°qu¨¦ divertido es¡±¡ª a su espalda. En la galer¨ªa contigua, historia de las religiones, literatura catalana, gallega y portuguesa y un escueto estante con sus propios libros. El m¨¢s voluminoso de todos est¨¢ reencuadernado a las bravas con cart¨®n gris de caja de zapatos y cinta americana marr¨®n: se trata de Esta luz, su poes¨ªa reunida, publicada, como las memorias, por Galaxia Gutenberg.
La pobreza es un retrato de la posguerra espa?ola y de la lucha antifranquista a la vez que una reflexi¨®n sobre la capacidad de la escritura para atrapar el pasado. Tambi¨¦n un libro de viajes en el que se habla mucho de comida. ¡°Muy propio¡±, dice su autor, ¡°de un ni?o que ha pasado hambre¡±.
PREGUNTA.?Usted habla de cultura de la pobreza, ?existe?
RESPUESTA.?S¨ª. No es invisible pero est¨¢ invisibilizada. No es lo mismo conocer la pobreza objetivamente, como un soci¨®logo o un antrop¨®logo, que vivirla desde dentro. No es igual el pobre que el que se solidariza con el pobre. No digo que sea mejor ni peor, digo que es distinto. Por eso digo tambi¨¦n que las hambres hist¨®ricas modifican para siempre el pensamiento de los hambrientos.
P.??El hambre modific¨® el suyo?
R.?Yo nac¨ª a la conciencia con el hambre. Estaba en mi casa y estaba en la calle por la Guerra Civil, en los cupones de racionamiento y en las filas de mujeres golpeadas por la polic¨ªa mientras hac¨ªan cola para conseguir cualquier porquer¨ªa. Para m¨ª era un hecho natural, horriblemente natural. Yo dej¨¦ de pasar hambre y mis hijas no la pasaron, pero todav¨ªa reconozco a los que la pasaron, a los que fueron como yo.
¡°El consumismo genera un bienestar falsificado y anestesia la conciencia¡±
P.?En Un armario lleno de sombra cuenta c¨®mo marc¨® su infancia el hecho de que lo se?alaran como pobre.
R.?Fue en el colegio de los agustinos: se rieron de m¨ª porque no ten¨ªa zapatos para el invierno y mi madre hab¨ªa rebajado para m¨ª el tac¨®n de unos de mi abuela. Aquello fue una mordedura para un chiquillo. Mucho m¨¢s que las inclinaciones pederastas de los frailes o la divisi¨®n de los alumnos entre los distinguidos, los de clase media y los objeto de la supuesta caridad, nosotros. En ese momento me bot¨¦ del colegio y dej¨¦ de ir¡
P.?Dej¨® de ir y quiso quemarlo¡
R.?Digamos que tuve una ¡°expansi¨®n violenta¡± de la personalidad. Para pena de mi madre, a la que quer¨ªa much¨ªsimo y a la que mataba a disgustos. Yo no estaba para el manicomio, pero ten¨ªa una conducta esquizoide.
P.??C¨®mo era su madre?
R.?Ten¨ªa por m¨ª un amor exclusivo. Y nunca dej¨® de estar enamorada de mi padre, que muri¨® al poco de nacer yo. Todav¨ªa la recuerdo en esta misma galer¨ªa, ah¨ª donde est¨¢s t¨², en la silla de ruedas, con la cabeza ida y diciendo: ¡°?Cu¨¢nto tarda hoy Antonio!¡±.
P.?A las cinco de la madrugada, cuando ella se pon¨ªa a coser, usted se iba a cargar carb¨®n para encender la calefacci¨®n del banco. ?C¨®mo recuerda la posguerra fuera de casa?
R.?La resumir¨ªa en dos palabras: vigilancia y racionamiento. Pero antes que a rebelarse, la gente aspiraba a comer.
P.?Sin embargo, usted termin¨® entrando en el partido comunista.
R.?Los pobres reconocen enseguida de d¨®nde viene lo que los oprime, saben de marxismo sin necesidad de leer un solo libro. Entienden mejor que nadie conceptos como valor o salario. Todo hambriento es un microeconomista.
P.??No le daba miedo la represi¨®n?
R.?Claro. De eso no se libraba nadie. Pero tuve mucha suerte. Yo adem¨¢s tem¨ªa por mi madre.
P.??Qu¨¦ le dec¨ªa ella de sus andanzas clandestinas?
R.?Se imaginaba cosas pero confiaba en m¨ª. Ten¨ªa a un chico escondido en casa y no preguntaba qui¨¦n era, qu¨¦ hac¨ªa all¨ª o por qu¨¦ no sal¨ªa nunca a la calle.
P.??Luchaban por la democracia o eso es una proyecci¨®n posterior?
R.?Luch¨¢bamos contra la opresi¨®n, sin m¨¢s. La democracia no estaba en nuestros dibujos. Y la verdad es que sigue sin estar muy dibujada.
P.?Comparada con una dictadura¡
R.?Es verdad. Al menos formalmente. Hay menos hambre y menos hambrientos, pero los sigue habiendo. La opresi¨®n tiene hoy formas m¨¢s presentables.
P.??Cu¨¢les?
R.?Sobre todo, el consumismo, que crea un bienestar falsificado y anestesia la conciencia.
P.??Tambi¨¦n a usted le desencant¨® la Transici¨®n?
R.?Desencanto¡ Digamos que pens¨¦ que habr¨ªa m¨¢s espacios para la igualdad, la felicidad, el bienestar y las relaciones humanas.
P.?Incluso el debate territorial sigue abierto. Hasta Le¨®n pide ahora una autonom¨ªa propia.
R.?A m¨ª me da igual Le¨®n con Castilla que sin ella. No creo en esas divisiones.
P.?Pero ha firmado el manifiesto a favor de la separaci¨®n.
R.?Porque me lo pidi¨® un amigo. Pero que no me pidan que lo defienda. ?Es una divisi¨®n artificial? Totalmente. Ese tema me lo s¨¦ bien porque yo redact¨¦ las actas en las que se prepar¨® la autonom¨ªa.
¡°Claudio Rodr¨ªguez es el mejor de mi generaci¨®n. El m¨¢s sobrevalorado, Gil de Biedma¡±
P.??Las actas?
R.?Por entonces yo ya no trabajaba en el banco, sino en el ¨¢rea de cultura de la Diputaci¨®n. Como se supon¨ªa que sab¨ªa escribir, me pidieron que asistiera a las reuniones y tomara nota. Aquello lo cocin¨® [Rodolfo] Mart¨ªn Villa. Hay quien dice que quer¨ªa una autonom¨ªa grande de voto conservador para contrapesar a los nacionalismos que dicen perif¨¦ricos. Mi impresi¨®n es que se estaba preparando un feudo a medida. Para ¨¦l o para alg¨²n otro. Hay que decir que tampoco le dieron mucha importancia a aquellas actas. Las tuve en el caj¨®n durante a?os sin que nadie me las pidiera.
P.?Pese a su compromiso antifranquista, siempre ha sido muy cr¨ªtico con la poes¨ªa social.
R.?Porque en poes¨ªa el realismo tiende a no ser nada. Escribir como se habla en los peri¨®dicos es muy digno, ?pero para eso est¨¢n los peri¨®dicos! Se puede ser ideol¨®gicamente progresista y est¨¦ticamente reaccionario.
P.?Sin embargo, en La pobreza elogia la poes¨ªa de ?ngela Figuera Aymerich.
R.?Era de las buenas. Ten¨ªa un hilo m¨¢s fino y m¨¢s fuerte que Gabriel Celaya o que Blas de Otero.
P.??La poes¨ªa puede cambiar el mundo?
R.?No, pero intensifica la conciencia. Y una conciencia m¨¢s intensa s¨ª puede actuar sobre las circunstancias.
P.?Usted tambi¨¦n escribi¨® un libro de poes¨ªa comprometida: Blues castellano.
R.?S¨ª, fue mi paso por esas cercan¨ªas, aunque no era exactamente poes¨ªa social porque debe mucho al jazz y a Nazim Hikmet. Lo ech¨® abajo la censura diciendo que eran versos malos, ateos y resentidos. No sali¨® hasta 1982.
P.??A la larga le benefici¨® que lo censurasen?
R.?A veces pienso que s¨ª. Tal vez, si lo hubiera publicado en 1966, me habr¨ªa reblandecido y acomodado. No lo s¨¦. El caso es que luego publiqu¨¦ Descripci¨®n de la mentira, que tendr¨¢ todos los defectos, pero fue para m¨ª un escal¨®n fuerte.
P.?Pero fue casi 20 a?os despu¨¦s de su primer libro, en 1977. Ese silencio le dej¨® entonces fuera del canon de su generaci¨®n, la del 50. ?En alg¨²n momento pens¨® que se hab¨ªa acabado todo?
R.?No. Al principio no escrib¨ªa. Luego escrib¨ªa pero no publicaba. Pero eso no me frustr¨®, simplemente me di cuenta de que estaba fuera de la bolsa, fuera de las antolog¨ªas. Todo me pareci¨® natural y bien.
P.??Cu¨¢l es el mejor poeta de su generaci¨®n?
R.?Claudio Rodr¨ªguez.
P.??Y el m¨¢s sobrevalorado?
R.?Jaime Gil de Biedma. Claudio era un monstruo que con 17 a?os escribi¨® una monstruosidad: Don de la ebriedad. Los dos grandes del siglo XX espa?ol son Lorca y ¨¦l. Y eso que por el medio hay hasta un premio Nobel como Aleixandre. Gil de Biedma era muy inteligente, se dio cuenta de que la cosa no daba para m¨¢s y dej¨® de escribir. Como ten¨ªa mucha personalidad, en torno a ¨¦l creci¨® el mito.
P.?A usted termin¨® lleg¨¢ndole el reconocimiento. ?Le cambi¨® el Premio Cervantes?
R.?Me cans¨®. Las componendas, las llamadas, los viajes. Mucha dosis.
P.?Viv¨ªa en la periferia, pero en las memorias cuenta que le ofrecieron dirigir la editorial Taurus e ingresar en la RAE.
R.?Lo de Taurus me hubiera obligado a vivir en Madrid. El grupo financiero Fierro hab¨ªa entrado en la editorial, y como yo ten¨ªa experiencia en un banco y era escritor pensaron que valdr¨ªa. Como no quise, se lo dieron a Jes¨²s Aguirre, el futuro duque de Alba. Pero fue hace 50 a?os. Lo de la Academia ser¨ªa en 2000. Me lo ofrecieron Claudio Guill¨¦n y V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha. No lo desprecio, pero ?qu¨¦ hago yo all¨ª con mi bachillerato por libre?
P.?No le gusta la palabra autodidacta.
R.?No, pero qu¨¦ m¨¢s me da a m¨ª aprender algo de un libro o de un se?or que est¨¢ en una tarima.
P.?Al final ha terminado siendo doctor honoris causa por varias universidades de todo el mundo.
R.?Yo soy doctor por la puerta de atr¨¢s.
P.??Lamenta no haber hecho eso que llaman estudios reglados?
R.?Ahora no lo vivo como una desdicha, y en su momento no ten¨ªa tiempo de pensar en la desdicha. Las p¨¦rdidas no son demasiado sensibles. Pero la verdad es que me fastidia no poder leer a Virgilio en lat¨ªn.
La pobreza. Antonio Gamoneda. Galaxia Gutenberg, 2020. 400 p¨¢ginas. 22,50 euros. Se publica el 12 de febrero.
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