Gamoneda vuelve a la guerra
Una pel¨ªcula y varios libros repasan la trayectoria del poeta y premio Cervantes
"He aprendido que los poemas se escriben en cualquier parte, en los trenes, en los aeropuertos, en los hoteles...". Lo dice Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) en un hotel, precisamente. En Sevilla. Ha pasado all¨ª toda la semana, en un congreso titulado Factor humano en el que el premio Cervantes de 2006 dio una conferencia titulada El mundo del poeta. Todav¨ªa tardar¨¢ en volver a Le¨®n. El lunes estar¨¢ en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid presentando Antonio Gamoneda. Escritura y alquimia, una coproducci¨®n hispano-argentina impulsada por el cineasta rioplatense Tristan Bauer -que en 1994 realiz¨® un documental ya cl¨¢sico sobre Julio Cort¨¢zar- y dirigida por Enrique Corti y C¨¦sar Rendueles.
El escritor publica en primavera sus memorias de infancia
"La vida es un error lleno de cosas maravillosas. Pero un error", dice
El estreno del filme coincide adem¨¢s con la aparici¨®n de Extrav¨ªo en la luz (Casariego), una edici¨®n de seis poemas in¨¦ditos con grabados de Juan Carlos Mestre, y con Iluminaciones. Antonio Gamoneda (RD Editores), un descarnado retrato del poeta y del Le¨®n de la Guerra Civil firmado por el novelista Andr¨¦s Sorel.
La pel¨ªcula se rod¨® en 2007 en los escenarios cotidianos de Gamoneda, sobre todo en su casa, pero tambi¨¦n en los bosques por los que sol¨ªa pasear antes de que un accidente -lo atropell¨® una furgoneta- le dejara "las tabas maltrechas". "Un d¨ªa, en el rodaje, pas¨¦ dos horas con los pies en la nieve", recuerda el autor de Libro del fr¨ªo, que considera que sale "demasiado" en su propio documental. "Otro fuimos a la casa en la que viv¨ª de ni?o, en el Crucero, el barrio obrero de Le¨®n".
Esa casa es, adem¨¢s, fundamental en Un armario lleno de sombra, unas memorias de infancia "nada gloriosas" que Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores publicar¨¢ esta misma primavera. En un balc¨®n del n¨²mero 4 de la carretera de Zamora pas¨® Antonio Gamoneda sus primeros a?os en Le¨®n: "No se me olvida el sabor del hierro oxidado. Al morir mi padre, mi madre aguant¨® poco en Asturias. Era asm¨¢tica y los m¨¦dicos le dijeron que se fuera. El clima la estaba matando. Yo ten¨ªa tres a?os cuando nos instalamos en la casa de mi madrina, mujer de un ferroviario".
Todav¨ªa hoy Gamoneda es capaz de calcularle a su interlocutor la mejor combinaci¨®n para viajar en tren. "En aquella casa los trenes eran los reguladores del tiempo. 'Ya viene el correo de Galicia. Ah¨ª pasa otro', dec¨ªamos. Me impresionaba c¨®mo se perd¨ªan en la chopera, la desaparici¨®n". Con la Guerra Civil -"de la que tengo recuerdos m¨¢s precisos que de cosas de hace 15 d¨ªas"-, los trenes empezaron a llegar cargados de republicanos camino de la c¨¢rcel instalada en el hostal de San Marcos. Para evitar que los presos pasaran por la zona noble de la ciudad, deten¨ªan los trenes antes de llegar a la estaci¨®n y los conduc¨ªan bajo el balc¨®n de Gamoneda.
"Aquel barrio", apunta, "fue de los que m¨¢s represi¨®n sufri¨®. Se o¨ªan los gritos de las mujeres a las cuatro de la ma?ana. Frente a mi casa hab¨ªa una viuda loca que se paseaba desnuda y gritando por la noche".
La guerra se llev¨® por delante la pensi¨®n que la madre del poeta cobraba de La Voz de Asturias, donde su padre hab¨ªa ejercido a la vez de administrador y director. Consumidos los ahorros, llegaron a la casa dos m¨¢quinas para hacer punto "de incrustaci¨®n" y vainica: "Pero en aquellos a?os ni Le¨®n y Espa?a estaban para muchas vainicas. Lo pasamos mal".
Las memorias del poeta comienzan en 1936 y terminan, recuerda ¨¦l mismo con precisi¨®n, en la madrugada del 1 de junio de 1945. El d¨ªa antes hab¨ªa cumplido 14 a?os y entr¨® a trabajar en el Banco Mercantil encendiendo la calefacci¨®n.
El t¨ªtulo del libro y la idea de escribirlo surgieron el d¨ªa en que, dos a?os despu¨¦s de la muerte de su madre, el poeta se decidi¨® a abrir un armario que, en vida, s¨®lo abr¨ªa ella: "De pronto me vino el olor de mi madre viva. Era una situaci¨®n desconcertante, como un sue?o. Estaba lleno de ropa, objetos y papeles, cosas que se convirtieron para m¨ª en s¨ªmbolos". "Adem¨¢s", a?ade, "resulta que uno tiene m¨¢s recuerdos de los que recuerda. Son como las cerezas. Te acuerdas de una cosa y ¨¦sa trae otro recuerdo consigo".
En mayo Antonio Gamoneda cumplir¨¢ 78 a?os. Y no para de viajar -Viena y Ginebra est¨¢n entre sus pr¨®ximas estaciones-. Tampoco ha parado de escribir. Para algo sirven los hoteles. Lo poemas incluidos en Extrav¨ªo en la luz forman parte de la treintena que lleva escritos desde que, en 2004, reuni¨® toda su poes¨ªa en el volumen Esta luz (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores). El conjunto, que todav¨ªa no tiene fecha de publicaci¨®n -"por primera vez en mi vida tengo el t¨ªtulo antes que el libro"-, se llamar¨¢ Canci¨®n err¨®nea.
"La vida es un error lleno de cosas maravillosas -la amistad, el amor-, pero un error. Ir de la inexistencia a la inexistencia es un asunto raro, ?no? Y esto a m¨ª no me parece metaf¨ªsica. Son hechos". Y contin¨²a: "Al final te das cuenta de que la vida es un curso preparatorio para la muerte. Uno aprende a convivir con el miedo. Ya que atravesamos un error vamos a atravesarlo de la forma m¨¢s consciente posible, aprovechando las cosas buenas y luchando contra la injusticia".
?Quiere eso decir, la eterna pregunta, que la poes¨ªa puede cambiar el mundo? "No. La poes¨ªa intensifica la conciencia, pero no puede cambiar al mundo. ?sa ha sido una propuesta imaginaria. La poes¨ªa tiene que ser subversiva en su lenguaje, no en su contenido. En contenidos no puede competir con un peri¨®dico". En su opini¨®n, hay muy pocos poetas capaces de realizar con altura "la s¨ªntesis entre el pensamiento po¨¦tico y una ideolog¨ªa". Entre ellos, los autores "an¨®nimos y m¨²ltiples" del primer cancionero, los letristas del jazz, C¨¦sar Vallejo y el turco Nazim Hikmet, a cuyos Poemas finales (Ediciones del Oriente y del Mediterr¨¢neo) Gamoneda acaba de poner un pr¨®logo en forma de poema.
"Entiendo m¨¢s de vino que de poes¨ªa", dice. "Yo no s¨¦ lo que s¨¦ hasta que no me lo dicen mis propias palabras". O las palabras de otro. Estos d¨ªas relee las Soledades, de G¨®ngora. Lo que no ha vuelto a escribir es cr¨ªtica de arte, algo a lo que se dedic¨® durante a?os: "La cr¨ªtica es un imposible. ?C¨®mo se le cuenta a un ciego qu¨¦ es el color azul?".
Babelia
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