El ¡°mal espa?ol¡± en la obra de Gald¨®s
Luis Gonzalo D¨ªez analiza el pensamiento pol¨ªtico del novelista canario y sus meditaciones sobre Espa?a a partir de los personajes que desarroll¨® en los Episodios nacionales
Dec¨ªa Trostki que ¡°quien desee una vida tranquila no deber¨ªa haber nacido en el siglo XX¡±, a lo que Gald¨®s podr¨ªa haber respondido: ¡°Ni tampoco en el XIX, al menos en Espa?a¡±. Este comentario de Luis Gonzalo D¨ªez en su libro La epopeya de una derrota define mejor que ning¨²n otro el contenido de su ensayo sobre el p¨¢lpito pol¨ªtico y moral de los Episodios nacionales, la obra m¨¢s celebrada y le¨ªda (a retazos, claro est¨¢) de don Benito hasta que el cine popularizara Fortunata y Jacinta.
El ensayo es la visi¨®n de un polit¨®logo, aunque quiz¨¢ no se reconozca a s¨ª mismo como tal, sobre el significado oculto del relato hist¨®rico galdosiano, que no es otro que la dial¨¦ctica permanente entre la ideolog¨ªa y la realidad. D¨ªez, cuya obra anterior ya discurr¨ªa en torno a parecidas meditaciones, reconoce que en su an¨¢lisis no ha sabido y no ha querido prescindir del influjo de la actualidad pol¨ªtica de nuestro pa¨ªs, que en ocasiones parece haber sido prevista o descrita por el gran escritor canario. Su intenci¨®n no es por lo dem¨¢s literaria ni historiogr¨¢fica, sino tratar de descubrir el pensamiento pol¨ªtico de Gald¨®s, o cuando menos sus obsesiones y meditaciones sobre Espa?a, a partir de las de los personajes del relato que ¨¦l hilvan¨® a lo largo de las cinco series de los Episodios. Lo que nos lleva al descubrimiento de que ese mal espa?ol que al parecer de algunos padece reiterativamente la historia de nuestra democracia viene de lejos. De modo que en gran medida muchas de las cosas que nos suceden acaec¨ªan ya hace casi 200 a?os.
La reflexi¨®n se inicia con la irrupci¨®n del sentimiento nacional, identificado como ¡°el advenimiento de un mundo donde el pueblo toma conciencia de su protagonismo¡±. La idea rom¨¢ntica del amor a la patria acabar¨¢ diluy¨¦ndose, no obstante, a lo largo del siglo, cuando los personajes liberales del relato, en los que a veces se reflejan los sentimientos y cavilaciones del propio Gald¨®s, comprueban que ¡°no hay parto nacional sin divisi¨®n pol¨ªtica¡± ni tampoco existen revoluciones inocentes. La guerra, la violencia pol¨ªtica, la confrontaci¨®n verbal, el sectarismo empa?an los sue?os revolucionarios de juventud, eliminan del debate cualquier reflexi¨®n racional y acaban empoderando a charlatanes, demagogos, facciosos y caciques. Los episodios galdosianos se nos muestran as¨ª como la narraci¨®n de una epopeya fracasada, el aliento desperdiciado en la b¨²squeda de un pa¨ªs mejor, m¨¢s hermanado y solidario, v¨ªctima de la clase pol¨ªtica, sus conspiraciones y cabildeos, su avaricia de poder, desde el econ¨®mico hasta el sexual, su renuncia a la humildad del sentimiento, en nombre del orgullo de las propias convicciones. Hasta que llega un momento en que la ¨²nica v¨ªa hacia la honestidad parece el renuncio a la vida p¨²blica a fin de refugiarse en las virtudes privadas. Frente a la casta solo cabe la revoluci¨®n, pero el sistema se muestra siempre eficiente a la hora de absorberla primero y someterla despu¨¦s. Hay retazos de un anhelo de moderantismo, de una opci¨®n por la reforma frente a la revuelta, pero el programa fracasa a manos de la exaltaci¨®n partidista, de las ideolog¨ªas sectarias y del ¡°vicio de la pol¨ªtica¡±.
Gald¨®s se presenta, a trav¨¦s de las reflexiones y di¨¢logos de sus personajes, como protagonista de una inmensa decepci¨®n que, salvando las distancias temporales no tan grandes como pudieran imaginarse, parece revivir ahora entre nosotros. El desencanto se basa en el triunfo del populismo, fruto y causa a la vez de ¡°un apasionamiento ideol¨®gico que ha hecho un absoluto de la pol¨ªtica y una forma de idolatr¨ªa del Estado¡±. Los Episodios nacionales son los de una Espa?a que ya vivi¨® y denunci¨® Larra, cuyo devenir posterior redund¨® en el fracaso del 98, mientras el hero¨ªsmo del 2 de mayo se anegaba en trifulcas civiles y llantos por sus v¨ªctimas. El destino natural de P¨¦rez Gald¨®s, como el de tantos otros intelectuales, parec¨ªa fundirse con el exilio interior, una especie de lamento inteligente y educado frente a la rapi?a y la estulticia del poder. El sentimiento patrio que se alumbra en ¡®Trafalgar¡¯ acaba en pesadilla al convertirse de nacional en nacionalista y transformarse ¡°en una pasi¨®n desaforada¡, una herencia dif¨ªcilmente reversible de ¡°pillaje¡±, ¡°injusticia¡± y ¡°desverg¨¹enza¡± que pone sus miras en la conquista del Estado con el solo objeto de ¡°figurar¡±, de brillar con el resplandor de la victoria para ejercer, sin competencia, la ¡°?dominaci¨®n¡±.
Piense el lector ahora qui¨¦nes de los protagonistas de la actual pol¨ªtica encarnan mejor, a derecha e izquierda, esa impostaci¨®n de voluntades patri¨®ticas que no son sino egocentrismo y fabulaci¨®n, coreada tantas veces por los tertulianos de fortuna. Piensan, como el Ortega joven, que ha llegado el tiempo de las vociferaciones. Pero ya se demostr¨® en su d¨ªa que en eso nadie es capaz de ganar ¡°al delirio del bien engendrado por el nazismo y el comunismo¡±. Y como el propio Ortega avisara, los pueblos que desconocen su historia est¨¢n condenados a repetirla.
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Autor: Luis Gonzalo D¨ªez.
Editorial: Galaxia Gutenberg, 2020.
Formato: tapa blanda (184 p¨¢ginas).
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