Irene Vallejo: ¡°Los cuentos son el salvoconducto que te permite traspasar el miedo¡±
La autora recibe el premio El Ojo Cr¨ªtico de Radio Nacional por su libro 'El infinito en un junco'
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
Irene Vallejo (Zaragoza, 1979), autora de El infinito en un junco (Siruela, ocho ediciones en seis meses), es como una flor cuya suavidad resulta una roca cuando defiende la esencia de su vida: el amor por la lectura. La historia de esa pasi¨®n es la esencia de su libro, que es a la vez aquella flor y esta roca.
¡°La lectura est¨¢ amenazada ahora, como las palabras¡±, afirma. Madre de un hijo de cinco a?os al que dedica cuentos y tiempo, considera que, adem¨¢s de las palabras, ¡°est¨¢n en riesgo la sanidad, la educaci¨®n p¨²blica, el encuentro con lo diferente¡±. Su libro, por el que este mi¨¦rcoles recibe el premio El Ojo Cr¨ªtico de Radio Nacional, es una excursi¨®n de 450 p¨¢ginas que dej¨® boquiabiertos a escritores que doblan su edad o su experiencia, como Juan Jos¨¦ Mill¨¢s o Mario Vargas Llosa. A¨²n no se cree que este amor suyo por la lectura haya tenido las consecuencias que nuestra cultura reserva al best-seller.
Entre las palabras que usa reserva ¡°¨¦xito¡± para la vida personal (que progrese el hijo, cuya salud ha sacudido, hasta su mejor¨ªa presente, su vida y la de Enrique, su marido) y la palabra ¡°esfuerzo¡± para el trabajo de sus padres, marcados por su contagiosa pasi¨®n lectora. Ella ha hecho con becas todos sus estudios; la han acogido universidades europeas y norteamericanas, y escribi¨® este libro para honrar lo que m¨¢s quiere.
Su primera palabra, cuando su madre le puso en la cuna un peluche, fue mambo, ¡°quiz¨¢ porque quise decir mam¨¢¡±. No fue muy precoz para leer, aunque sus padres le dejaban en la cabecera el peri¨®dico que le¨ªan, EL PA?S, en cuyo Semanal publica Vallejo desde hace una semana.
¡°Para leer no fui muy precoz. Mi madre dice que a los dos a?os ya hablaba bien. Y que estaba alcanzando un vocabulario amplio. Quer¨ªa saber el nombre exacto de las cosas. Me llamaban la atenci¨®n los refranes, las metonimias... ?Qu¨¦ es eso de se te ve el plumero, d¨®nde est¨¢n esas plumas? ???Y qu¨¦ es el cuello de botella!!? ??Por qu¨¦ se llama como el cuello de las personas?!¡±
Su libro es un testimonio de ese amor activo por lo que dec¨ªan las palabras. ¡°Me gustaban las palabras y los cuentos. Se los ped¨ªa a los conocidos y a los desconocidos¡±. Necesitaba ¡°un suministro constante de cuentos... Era porque en el momento de ir a la cama me contaban cuentos, y yo lo sent¨ªa como el instante m¨¢s feliz del d¨ªa, y quer¨ªa que eso trascendiese¡±. ?Miedo, quiz¨¢? ¡°En ese momento de oscuridad, a solas, con la luz apagada, los cuentos son el salvoconducto que te permite traspasar el miedo¡±.
Es posible que su mente infantil, dice, ¡°asociase cuentos e historias con el escudo contra los miedos¡±. De eso va Desvelo, su primer art¨ªculo en EPS, ¡°la madre despierta sue?a con dormir¡±, termina as¨ª el texto. ¡°Los ni?os no quieren dormir. Y se da la paradoja de que les fuerzas a ir a la cama a dormir, cuando ellos no quieren... A m¨ª, en concreto este reto de EL PA?S [escribe desde hace a?os tambi¨¦n para Heraldo de Arag¨®n] me quit¨® literalmente el sue?o. Escrib¨ª el art¨ªculo cuando el ni?o se estaba durmiendo...¡± Cuando ya no hab¨ªa que contarle cuentos... ¡°Me gustaba mucho que me contaran cuentos de viva voz, me resist¨ª un poco a los libros, a leer en libros. Yo quer¨ªa que me siguieran contando cuentos. Pensaba que, si yo aprend¨ªa a leer, perder¨ªa el privilegio de que me los contaran¡±.
Por eso, ahora rinde homenaje, en su libro, en sus conferencias, en esta entrevista, a la potencia de la oralidad. Lo infinito en un junco recorre la historia universal de los libros desde la antig¨¹edad, como si ella misma se lo contara antes de dormir ¡°para mantener despiertos los libros¡±. ¡°Descubr¨ª la literatura a trav¨¦s de la palabra viva. Mis padres me dedicaban ese momento para estar juntos, para compartir la historia. Era un viaje con ellos¡±.
Unas veces era el padre, otras la madre. ¡°Me contaban el cuento, estaban conmigo, eran mis compa?eros, nos desgaj¨¢bamos de la realidad de mi dormitorio, viaj¨¢bamos juntos a otros mundos. La oralidad ten¨ªa un poco de teatro...¡±. Era una experiencia incomparable con la literatura escrita. ¡°Una de las cosas que lamento es que ya nadie me cuenta historias ni me lee en voz alta. Cuando nos hacemos adultos nadie nos lee... Los libros tienen otras ventajas: eres t¨² el que elige, y por lo tanto eres m¨¢s libre. Te relacionas a solas, eliges el ritmo, y eso supone el descubrimiento de la intimidad¡±.
En su libro ella descubre a san Agust¨ªn viendo por primera vez a alguien leer en voz baja, y ese alguien era san Ambrosio. ¡°Era como darle voz a la palabra. Le parece magia: lee alguien que est¨¢ f¨ªsicamente cerca de m¨ª, pero est¨¢ fuera de mi alcance. Su esp¨ªritu, podr¨ªamos decir su mente, est¨¢ en otro lugar inaccesible para m¨ª. A san Agust¨ªn eso le impresion¨®. Ese es uno de los primeros testimonios de la intimidad de un individuo que est¨¢ absorto en s¨ª mismo y ha perdido el contacto con lo que est¨¢ a su alrededor. Ha escapado¡±.
Ahora seguimos leyendo en voz baja, pero nos leen en voz alta. ¡°Est¨¢n la radio, los podcasts, los audiolibros, porque seguimos deseando una voz como la de Scherezade que nos cuente un cuento al dormirnos, o por la ma?ana, cuando nos sentimos solos¡±.
¡ª?Cu¨¢l ser¨ªa la palabra que ahora marca su vocabulario?
¡ªSosiego. Para leer. Para dejar de saltar de una cosa a otra. Para disfrutar de la m¨²sica de las palabras.
¡ªLa m¨²sica amenazada de las palabras.
¡ªMe preocupa la salud de las palabras. Tiene mucho que ver con la salud de la sociedad. Estamos perdiendo el contacto con los que no piensan como nosotros. Las redes y los algoritmos tienden a rodearnos de lo que nos gusta y de lo que nos interesa, y nos disocia y nos separa de lo diferente. Me preocupa el arrinconamiento de las humanidades. El descr¨¦dito de la educaci¨®n. Creo que hay cosas muy importantes que defender: la sanidad, la educaci¨®n, el encuentro con lo diferente y la salud de las palabras.
Lo infinito en un junco es tambi¨¦n, en ese sentido, un manifiesto suave y rocoso a favor de la m¨²sica de leer.
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