La enfermedad como nodriza

?Recuerdan el Bolero de Ravel? En 1928 la pieza musical causaba asombro en Par¨ªs por un ritmo y un tempo que se manten¨ªan invariables a lo largo de la obra, una melod¨ªa insistente, y todo ello sustentado en un inmenso crescendo. Pues bien, la lectura de No entres d¨®cilmente en esa noche quieta me ha recordado vivamente la experiencia de escuchar por primera vez el Bolero del compositor franc¨¦s. Parecido asombro ante un texto delicado, sutil, que gira exclusivamente en torno a dos motivos, un tema y un contratema, repetidos, amplificados con una intensidad creciente hasta llegar al final, predecible y al mismo tiempo conmovedor, incluso alegre. El escritor Ricardo Men¨¦ndez Salm¨®n (Gij¨®n, 1971) firma sin duda su libro m¨¢s personal y tambi¨¦n el m¨¢s comprometido en relaci¨®n con los seguidores de su obra novel¨ªstica, pues procede a una inmersi¨®n autobiogr¨¢fica en torno a la figura de su padre, enfermo desde que ¨¦l era un ni?o de corta edad, y a las consecuencias diseminadas en el interior de s¨ª mismo con relaci¨®n a la larga e invalidante enfermedad paterna. Tema y contratema, padre e hijo, ambos vistos con exquisita contenci¨®n. Lo cierto es que la literatura espa?ola viene acumulando t¨ªtulos en torno a la muerte del padre, en especial a ra¨ªz de que Giralt Torrente publicara en 2010 su fundante Tiempo de vida, y, en este sentido, no me parece justo que en la contraportada del libro no se mencione ninguna aportaci¨®n hisp¨¢nica, habi¨¦ndolas, y solo se citen referencias extranjeras (Roth, Amos Oz y Handke).

En todo caso, desde las primeras p¨¢ginas de No entres d¨®cilmente en esa noche quieta nos queda clara la experiencia en la que se va a profundizar y el modo de hacerlo, que no ser¨¢ verticalmente, al modo de las obras de Jorge Sempr¨²n o de Annie Ernaux, sino horizontalmente, como una sucesi¨®n de ondas expansivas que multiplican el efecto del hecho original ¡ªun infarto masivo del padre a los 38 a?os¡ª filtr¨¢ndose las consecuencias en todos los ¨¢mbitos de la vida familiar hasta hacerse casi insoportable. ?C¨®mo crecer, siendo hijo ¨²nico, a la sombra de un padre siempre al borde de la muerte y que, por ello mismo, se convierte en el centro de todas las atenciones y necesidades? Si en el Bolero de Ravel la orquestaci¨®n sirve para expresar el deseo creciente de los hombres ante las evoluciones de una bailarina, en el libro de Men¨¦ndez Salm¨®n es la presencia de la muerte, una muerte que es f¨ªsica y se inscribe en el cuerpo, el latido que da consistencia y profundidad al texto.

El hijo ir¨¢ desvelando la naturaleza de la huella impresa en ¨¦l de esa larga convivencia con la enfermedad y la muerte del padre. Es decir, su convivencia con el miedo. Y lo f¨¢cil hubiera sido mostrar la negatividad de esa huella, despoj¨¢ndose a s¨ª mismo de responsabilidad, como diciendo: ¡°Yo vengo de aqu¨ª, de un espacio estrecho, silencioso y enfermizo, y esto es lo que hay¡±. Pero el escritor busca otra claridad, y lo que en un principio nos parece un peso excesivo para un ni?o y adolescente se transforma en una reflexi¨®n mucho m¨¢s interesante, que incluye tambi¨¦n la cr¨ªtica al encarnizamiento m¨¦dico. Algo as¨ª como que todos los elementos de la realidad sirven para poner a prueba las propias facultades ¡ªtambi¨¦n los elementos m¨¢s duros y ¨¢speros, el viento del norte, la ola del mar, la muerte emboscada en una tristeza acechante¡ª. Y de ah¨ª brota la reconciliaci¨®n, el estrecho abrazo final con el propio destino, imponi¨¦ndose al miedo. La muerte no lo es todo, ni acaba con todo. Y as¨ª es, hay lecciones de vida que la contienen. Magn¨ªfico libro.

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Autor: Ricardo Men¨¦ndez Salm¨®n

Editorial: Seix Barral, 2020.

Formato: Tapa blanda (184 p¨¢ginas) y ebook.

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