C¨®mo robarle 24 millones de d¨®lares a McDonald¡¯s
'McMillions', una nueva serie documental de HBO, examina la mayor estafa conocida a la cadena de comida r¨¢pida
McMillions arranca con un p¨®sit en la pantalla del ordenador del tipo m¨¢s aburrido de la oficina m¨¢s aburrida del FBI, la de Jacksonville, Florida. En el papel se lee: ¡°?Fraude en el Monopoly de McDonald¡¯s?¡±. Bueno, eso lo lee un tal Doug Matthews, el voluntarioso agente del FBI que ha sido destinado a esa oficina. Matthews es el protagonista principal de toda esta historia de fraude, operaciones encubiertas, mafia, negocios turbios, chantaje y extorsi¨®n. Es ¨¦l quien le pide a su compa?ero que le deje investigar eso que el otro ¡ªque no participa en el documental¡ª, ten¨ªa ah¨ª escrito tras haber recibido varias llamadas avisando de este posible fraude. Obviamente, no ten¨ªa ninguna intenci¨®n de investigarlo. Esto es Jacksonville.
En 1985, McDonald¡¯s encarg¨® a Simon Marketing, la misma agencia que les trajo la idea del men¨² infantil (Happy Meal), un juego que les sirviera para dinamizar las ventas. Se cre¨® entonces uno inspirado en el Monopoly. Pegados a vasos de papel o anuncios en prensa, se encontraban peque?as tarjetas que correspond¨ªan a casillas del c¨¦lebre juego de mesa y que pod¨ªan, por s¨ª solas o combinadas con otras, contener premios que iban desde comidas gratis hasta un mill¨®n de d¨®lares. Entre 1989 y 2001, un tipo (luego dos) conocido como Uncle Jerry logr¨® estafar hasta 24 millones de este juego.
Las primeras sospechas nacen en el momento en el que se destapa que una relevante cantidad de ganadores est¨¢n conectados entre s¨ª. Ah¨ª empieza la investigaci¨®n de Matthews, que es una mezcla de compa?ero de oficina hipermotivado, actor frustrado y monitor de Boy Scouts. Lo amas o lo odias. Con ¨¦l como gran narrador y animador el documental encuentra un relato m¨¢s cinematogr¨¢fico del que nos han acostumbrado productos similares. El ritmo es fren¨¦tico, los giros de guion constantes y la perplejidad, a diferencia de lo que sucede en muchos pasajes de Making A Murderer (Netflix) o Wild Wild Country (Netflix) es m¨¢s hilarante que estremecedora. Aqu¨ª no hay muertos. Y bueno, ?qu¨¦ hay de malo en sisarle un pu?ado de millones de d¨®lares a una empresa que vale billones?
Hacia la mitad del tercer episodio lo descacharrante empieza a convivir con lo inquietante. Lo que hasta el momento ha sido una sucesi¨®n de situaciones rocambolescas solucionadas de la forma menos intuitiva posible se convierte en algo m¨¢s oscuro. Hasta entonces, hemos visto a Mathews enfundarse un traje dorado para ir a conocer a la gente de McDonald¡¯s con el fin de informarles de que un mont¨®n de los ganadores de Monopoly, ese juego que ha hecho que sus ventas aumenten un 40% son familiares o vecinos. Hemos visto agentes del FBI fingiendo ser equipos de televisi¨®n grabando a ganadores fraudulentos, mientras estos cuentan su historia sin saber siquiera sostener una c¨¢mara. Entonces, casi de golpe, descubrimos que Uncle Jerry (los dos) no es un timador al uso, ni un Robin Hood; es un mafioso y, con los mafiosos es complicado re¨ªr hasta el final.
Se podr¨ªa debatir si la mejor ficci¨®n es aquella que recuerda a la realidad o la que apuesta por justo lo contrario: imaginar lo inimaginable. Menos debatible parece afirmar que en el terreno de la no ficci¨®n la m¨¢s interesante es aquella que retrata una realidad que es inimaginable. En este particular, a McMillions no hay quien la supere. Desde su premisa hasta su desarrollo, pasando por sus personajes principales y secundarios, sus subtramas e incluso su apuesta est¨¦tica, esta serie documental de seis episodios dirigida por James Lee Hernandez y Brian Lazarte para HBO contiene los elementos m¨¢s celebrados del mejor cine de suspense, de la mejor ficci¨®n financiera, del mejor humor costumbrista. Viendo McMillions uno no piensa en el mundo real, sino en el cine de los Coen, en el de Soderbergh o en Argo. Imagine a los personajes de Fargo protagonizando el documental de Enron (Los tipos que estafaron a Am¨¦rica).?
Est¨¢ construido a base de im¨¢genes de la ¨¦poca (finales de los noventa), anuncios antiguos de McDonald¡¯s, grabaciones del FBI, recreaciones algo torpes de algunos de los hechos que se narran y que no est¨¢n documentados y entrevistas actuales con algunos de los personajes clave. Todo esto termina por conformar un corpus est¨¦tico que puede resultar en un principio feo o simplemente inevitable, pero que posee fuerza y coherencia y se halla incluso en sinton¨ªa con algunas apuestas audiovisuales celebradas en los ¨²ltimos a?os.
Matt Damon y Ben Affleck han comprado por un mill¨®n de d¨®lares los derechos de la historia tal y como fue relatada en The Daily Beast en 2018 por el periodista experto en sucesos Jeff Maysh. Es muy probable que el largometraje sea m¨¢s f¨¢cil de creer que esta serie documental. Lo complicado va a ser que resulte, al menos, igual de divertido.
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