Terror social de g¨¦nero
Leigh Whannell ha compuesto una intriga psicol¨®gica con toques de terror en la que sorprendentemente lo que mejor funciona es su carga social en torno a la violencia de g¨¦nero
No demasiadas veces la actualizaci¨®n de un mito, la variaci¨®n de un relato a partir de una esencia ha tenido tanto sentido y ha resultado tan atractiva: el hombre invisible es un acosador machista, un obseso por el control f¨ªsico y emocional de su pareja, un ser humano incapaz de aceptar el abandono, un criminal en potencia. En su novela por entregas del a?o 1897, H. G. Wells no lo pens¨® de este modo, pero la desestabilizaci¨®n mental del cient¨ªfico que deriva en loco homicida siempre estuvo ah¨ª. En El hombre invisible, en¨¦sima adaptaci¨®n audiovisual de la novela de Wells, Leigh Whannell, en el guion y la direcci¨®n, ha compuesto una intriga psicol¨®gica con toques de terror en la que sorprendentemente lo que mejor funciona es su carga social en torno a la violencia de g¨¦nero.
EL HOMBRE INVISIBLE
Direcci¨®n: Leigh Whannell.
Int¨¦rpretes: Elisabeth Moss, Aldis Hodge, Harriet Dyer, Storm Reid.
G¨¦nero: intriga. EE UU, 2020.
Duraci¨®n: 124 minutos.
En la primera secuencia de la pel¨ªcula, la protagonista escapa de la casa de sus tormentos y de su particular lobo feroz. En los d¨ªas siguientes, permanece escondida en el hogar de un amigo. Pero cada situaci¨®n en torno al terror y al thriller encaja a la perfecci¨®n con el cine social y con lo que puede sentir internamente una mujer que ha sido apaleada y ya no se siente segura en ning¨²n sitio. Aun m¨¢s all¨¢ de la muerte. Incluso hasta la incomprensi¨®n de los que la rodean y la quieren. Elisabeth Moss, soberbia actriz, es un espect¨¢culo de indefensi¨®n ante lo que no se ve, pero se intuye, de fortaleza ante la incredulidad. El miedo ante lo que fue tu amor. El terror al hombre invisible.
Whannell estiliza el relato a partir de un concepto casi arquitect¨®nico. No solo por el dise?o de la hipermoderna casa en la que se desarrolla la larga secuencia inicial, sino sobre todo por su tratamiento espacial: parad¨®jicamente abierto en las habitaciones cerradas de las casas, como si todo fuera m¨¢s amplio de lo que en realidad es, y muy cerrado en los espacios abiertos, en las contadas ocasiones en las que la mujer est¨¢ en un exterior que se visualiza como si fuera imposible escapar.
En la parte final hay dos giros de guion consecutivos en beneficio del espect¨¢culo comercial que pueden ser discutibles, y hay alg¨²n momento en el que la dilataci¨®n del tiempo parece excesiva, pero este nuevo acercamiento al mito creado por Wells es insospechadamente interesante, elegante y, lo mejor, activista.
Babelia
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