Sopa de murci¨¦lago
Si los eventos multitudinarios se cancelan y la poblaci¨®n se queda en casa, puede ocurrir que mejoren los h¨¢bitos de lectura
1. Contagios
A m¨ª lo del Covid-19 ¡ªprefiero el nombre neutro¡ª me pone un poco nervioso, qu¨¦ quieren que les diga. Ayer por la ma?ana, que me tocaba hacer la compra en el s¨²per, me encontr¨¦ con que las estanter¨ªas del arroz y de los garbanzos estaban sospechosamente desabastecidas, mientras los carros de algunos clientes parec¨ªan mastabas m¨®viles; y por la tarde, mientras me dirig¨ªa tan ufano al cine, alguien tuvo un ataque de tos en medio del abarrotado autob¨²s y casi volcamos, a cuenta del repentino desplazamiento de los aprensivos. El asunto no me preocupa a¨²n demasiado ¡ªeso ser¨ªa considerado de mal gusto, dadas las circunstancias y las tranquilizadoras palabras de pol¨ªticos y conspicuos sanitarios¡ª, pero s¨ª me da mucho que pensar. Incluso, cuando me pongo ceniciento, se me ocurre que, si la infecci¨®n sigue extendi¨¦ndose, la edici¨®n tampoco se va a ir de rositas. Ya se han cancelado o pospuesto ferias y eventos internacionales (ferias de Bolonia y de Leipzig, Salon du Livre, Salon du Manga et Sci-Fi de Par¨ªs, y hasta la de feria de Londres, que se iba a inaugurar el martes); algunas grandes compa?¨ªas globalizadas, Simon & Schuster, Hachette, Amazon, Ingram, Editis o Macmillan, han excusado su presencia en cualquier evento libresco internacional, al igual que las editoriales japonesas o coreanas y bastantes agencias literarias. El miedo es libre, pero no me extra?ar¨ªa que el celo profesional impeliera a algunos editores a ponerse el ¡°traje de buzo¡±. Ayer mismo, uno de los asiduos a la (ahora cancelada) London Book Fair me dec¨ªa que no solo no abrigaba ning¨²n temor al contagio, sino que incluso estaba dispuesto a ir a cenar sopa de murci¨¦lago si la encontraba en alg¨²n restaurante del Soho. Tendr¨¢ que esperar: hay temor a que cualquier viajero propague la enfermedad, como aquel misterioso ¡°paciente 31¡± de la Iglesia de Jes¨²s Shincheonji, la secta surcoreana fundada por Lee Man-hee, un ¡°profeta¡± que se presenta como encarnaci¨®n de la parus¨ªa o segunda venida de Cristo, a quien se atribuye presuntamente la ¡°importaci¨®n¡± del virus en Wuhan. Y es que a lo peor resulta que todo es un castigo de Dios a los hombres (y mujeres, pero menos) que pecan. Conste que no son solo los vis-a-vis de editores ¡ªtan ¨²tiles para el negocio¡ª los que est¨¢n siendo suprimidos y sustituidos por fr¨ªas videoconferencias; tambi¨¦n sufren las consecuencias del miedo los procesos de impresi¨®n y encuadernaci¨®n de muchos libros de editoriales europeas, confiados (por sus ventajas econ¨®micas) a imprentas chinas y coreanas. Pero, como me dec¨ªa el temerario y un punto c¨ªnico editor de la sopa de murci¨¦lago, a todo esto hay que verle tambi¨¦n el lado positivo: si las cosas se ponen peor, los eventos multitudinarios se cancelan y la poblaci¨®n se queda en casa pasando la cuarentena, puede ocurrir que mejoren los h¨¢bitos de lectura, aun a costa de que Amazon se forre a¨²n m¨¢s. Ya ven, al parecer no hay virus que por bien no venga.
2. Dos
Cuando las obras de un autor importante pasan a derecho p¨²blico, los editores se ponen las pilas, como ocurre en la rebajas. Acantilado, Alba, Alianza, por seguir el orden alfab¨¦tico de los que ya las hab¨ªan publicado, compiten ahora por conseguir m¨¢s lectores para las obras de Joseph Roth (1894-1939) sin la pejiguera de los anticipos. La situaci¨®n me trae a la memoria la c¨¦lebre consigna de Mao Zedong: ¡°Que se abran cien flores, que compitan cien escuelas de pensamiento¡±, con la que invitaba a los intelectuales a formular cr¨ªticas contra la burocracia del Partido (luego los apiolar¨ªa). Alianza ha publicado, adem¨¢s de una nueva traducci¨®n (Isabel Garc¨ªa Ad¨¢nez) de la estupenda La marcha Radetzky, reediciones de La leyenda del Santo Bebedor y Job; y C¨¢tedra, su compa?era del grupo Anaya, La cripta de los capuchinos (edici¨®n y traducci¨®n de David P¨¦rez Bl¨¢zquez), en su estupenda colecci¨®n de literatura del siglo XX. Antonio Machado, que tambi¨¦n ha perdido el copyright, ya estaba muy presente en nuestra bibliograf¨ªa, pero hoy recomiendo, para lectores a partir de nueve a?os, la cuidada edici¨®n de 12 poemas de Antonio Machado publicada por Kalandraka e ilustrada por Pablo Auladell. Tambi¨¦n ha pasado a derecho p¨²blico el interesant¨ªsimo surrealista (y luego, por cierto, falangista, como su compa?ero literario Gim¨¦nez Caballero) Agust¨ªn Espinosa, del que Siruela acaba de publicar (en edici¨®n de Alexis Ravelo) su novela ¡°maldita¡± Crimen (1934), quiz¨¢ la m¨¢s acabada muestra de la narrativa surrealista espa?ola; no por casualidad Espinosa, a quien podr¨ªa incluirse entre la a¨²n olvidada facci¨®n nacionalista (que la hubo) de la generaci¨®n del 27, naci¨® en Canarias (Puerto de la Cruz, 1897-Los Realejos, 1939), uno de los territorios privilegiados del surrealismo internacional. Por ¨²ltimo, tambi¨¦n est¨¢n libres las obras del b¨²lgaro Jorge Dimitrov (1882-1949), que, entre otras cosas, estuvo al frente de la Internacional Comunista durante los a?os m¨¢s terribles del estalinismo (1934-1943) y la ¨¦poca de los frentes populares; de su obra ¡°te¨®rica¡±, muy le¨ªda por los marxistas-leninistas espa?oles durante la Transici¨®n, destacan algunos de sus Escritos contra el fascismo (incluido su c¨¦lebre discurso ante el tribunal nazi que le acus¨® del incendio del Reichstag), que fueron publicados por la editorial Akal en su ¨¦poca m¨¢s roja (los setenta y ochenta) y hoy est¨¢n m¨¢s agotados que las mascarillas quir¨²rgicas para uso de hipocondr¨ªacos. Del pr¨®logo de aquella edici¨®n, que mimetizaba la del Instituto del Libro cubano (que, a su vez, se apropi¨® de las traducciones de la Academia de Ciencias de la URSS), extraigo un fragmento muy de aquella ¨¦poca militante: ¡°Dirigente y educador de las masas que sembrara cuadros germinadores en el seno de la masa obrera, supo no solo fundirse junto [sic] al pueblo b¨²lgaro, sino que su lenguaje palpitaba en el coraz¨®n de todos los pueblos¡±. Toma, Jeroma, pastillas de goma, como se dec¨ªa en mi colegio cuando a uno le propinaban un cap¨®n (acepci¨®n 2 del DRAE).
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