Neutralidad real

Entre 2014 y 2019 aparecieron numerosos estudios, en todo el mundo, sobre la Primera Guerra Mundial, tambi¨¦n conocida como Gran Guerra. El aniversario ha sido, en este sentido, harto positivo. A pesar de no contarse entre los pa¨ªses beligerantes y de haber permanecido neutral a lo largo del conflicto, Espa?a no ha escapado a esta producci¨®n historiogr¨¢fica favorecida por los vientos centenarios. Las razones, las caracter¨ªsticas y el ejercicio real de la neutralidad espa?ola, como seguramente no puede ser de otra manera, han estado en el centro de todos los debates. Como asegurara Miguel de Unamuno, en 1915, ¡°en rigor, no hay neutrales. Todos estamos en guerra. No hay m¨¢s que diferencias de grado¡±. Se trat¨®, en fin de cuentas, de un beligerante neutralismo en una Espa?a en nada aislada en la esfera internacional.

En uno de los ¨²ltimos vol¨²menes publicados en nuestro pa¨ªs en estos a?os conmemorativos, La Gran Guerra en la Espa?a de Alfonso XIII, coordinado por Carlos Sanz D¨ªaz y Zorann Petrovici, esta cuesti¨®n ocupa muchas p¨¢ginas. Se insiste en la obra sobre todo en tres temas. Primeramente, la renovaci¨®n de las formas de la diplomacia. A pesar de no estar entre los pa¨ªses enfrentados en los campos de batalla, Espa?a no escap¨® a los cambios que se estaban produciendo en el sector de las relaciones internacionales y la diplomacia, que culminaron en el multilateralismo representado por la Sociedad de Naciones. Las transformaciones, que hab¨ªan empezado en muchos casos antes de 1914, afectaban a la formaci¨®n y la especializaci¨®n del personal, la ampliaci¨®n de la red consular en todo el mundo y una mayor atenci¨®n a los intereses comerciales.

Constituye el segundo de los asuntos tratados en el libro la discutida confrontaci¨®n entre aliad¨®filos y german¨®filos. Algunos estudiosos han aludido a una aut¨¦ntica guerra civil de palabras. No es una apreciaci¨®n desencaminada. Luis Araquista¨ªn aseguraba, en 1917: ¡°La guerra europea es una guerra civil continental, y los pueblos que no se purifican en la lucha contra otros pueblos, quiz¨¢ necesiten purificarse en un conflicto intestino¡±. En cualquier caso, al margen del an¨¢lisis de las posiciones de Ortega y Araquista¨ªn o de la pol¨¦mica entre Bernard Shaw y Maeztu, se constata, en este volumen, que los enfrentamientos discursivos trascendieron los estratos intelectuales y tuvieron efectos en toda la sociedad. La prensa y las elecciones locales constituyen buenas muestras. Se abandona as¨ª una idea bastante enraizada historiogr¨¢ficamente, seg¨²n la cual estas cuestiones no preocuparon a la mayor¨ªa de los espa?oles, m¨¢s all¨¢ de las capas dirigentes. Sin la memoria de estas pugnas, le¨ªdas en clave hisp¨¢nica, resulta dif¨ªcil explicar algunas de las cosas que iban a ocurrir durante la Segunda Rep¨²blica.

Por ¨²ltimo, aunque seguramente el punto central del volumen, el destacado papel del rey Alfonso XIII en el despliegue neutralista. Estuvo muy activo durante toda la guerra, como agente de negocios, mediador, protector de intereses de pa¨ªses beligerantes o bien como pieza de referencia de la labor humanitaria desplegada desde la Oficina Pro Cautivos. Todo ello era bueno para Espa?a, en el terreno material o de prestigio ¡ªuna ocasi¨®n ¨²nica para incrementar la presencia entre las potencias mundiales¡ª, y, asimismo, lo era para la figura del rey y la monarqu¨ªa. Estamos ante una neutralidad bien real. Las circunstancias de la posguerra, sin embargo, tanto a escala internacional como nacional, frustraron casi todas las expectativas del monarca. En La Gran Guerra en la Espa?a de Alfonso XIII, Carlos Sanz D¨ªaz, Zorann Petrovici y sus colaboradores nos ofrecen, en definitiva, una mirada compleja y renovada sobre unos momentos decisivos, aqu¨ª y en todo el mundo, del siglo XX.

Consigue 'La Gran Guerra en la Espa?a de Alfonso XIII'

Autores: Carlos Sanz D¨ªaz y Zorann Petrovici (directores).
Editorial: S¨ªlex Ediciones, 2019.
Formato: 370 p¨¢ginas. 23 euros.

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