Buenos d¨ªas, Behemoth
Desde esta habitaci¨®n del p¨¢nico en que he convertido mi casa, puedo comprender casi todas las medidas que se han tomado ¡®urbi et orbi¡¯ para vencer al enemigo com¨²n
1. Memorias
D¨ªas propicios para ceremonias de interior, como dec¨ªa Cort¨¢zar (tengo su voz con leve acento franc¨¦s grabada en un arqueol¨®gico vinilo que guardo como oro en pa?o) cuando ve¨ªa por la ventana su Par¨ªs invernal y nevado, una imagen que identificaba con los paisajes urbanos de Albert Marquet; solo que ahora lo que hay afuera no es nieve, sino un mal invisible. Behemoth, quiero llamarlo, como el monstruo que cre¨® Yahv¨¦ (Job, 40:15: ¡°He aqu¨ª a Behe?moth, al cual hice como a ti¡±) y que forma parte de la escatolog¨ªa cristiana como met¨¢fora del poder del mal (Hobbes tambi¨¦n lo utiliz¨® para designar los peores abusos del Gobierno).
Me entrego en estos d¨ªas a los libros memorial¨ªsticos (no todo el papel del que nos ocupamos tiene que ser higi¨¦nico, por favorrrrr) que me permiten una lectura discontinua, como la interesant¨ªsima correspondencia mantenida entre Elena Croce y Mar¨ªa Zambrano, publicada por Pre-Textos (edici¨®n de Elena Laurenzi; traducci¨®n de Ester Quir¨®s) con el t¨ªtulo Hasta pronto, pues, y hasta siempre (Cartas, 1955-1990); o los diarios (1985-2006), rezumantes de sinceridad, zozobra y bloqueos de H¨¦ctor Abad Faciolince, uno de los grandes novelistas latinoamericanos, publicados por Alfaguara con el t¨ªtulo Lo que fue presente.
M¨¢s tiempo y continuidad me ha llevado Las ca¨ªdas de Alejandr¨ªa, el ¨²ltimo volumen de las memorias de Luis Antonio de Villena, subtitulado apropiadamente Los b¨¢rbaros y yo, y que cubre los a?os 1997-2018. Publicado por Pre-Textos hace unos meses, lo hab¨ªa guardado esperando el momento apropiado para leerlo. Y ha merecido la pena. M¨¢s epis¨®dico que las dos entregas anteriores, nos muestra a un Villena m¨¢s amargo y desencantado que nunca, en un mundo al que cree no pertenecer y rodeado por los que llama b¨¢rbaros. El diario, m¨¢s bien una sucesi¨®n m¨¢s o menos cronol¨®gica y tem¨¢tica de reminiscencias y recuerdos, hace hincapi¨¦ en sus intereses (¡°pero naturalmente ¡ªequivocado o no¡ª, mi vida ha sido siempre libros y chicos¡±).
Pero a estas alturas de su vida hoy desencantada (las p¨¢ginas sobre el vaciamiento de la casa de su difunta madre son particularmente estremecedoras), siente ¡°demasiadas ausencias, demasiados adioses y despedidas¡±. Villena, brillant¨ªsimo poeta sensorial y amante del clasicismo, repudia lo que llama esta ¡°Edad Media tecnol¨®gica¡±, en la que la belleza parece haber desaparecido, sustituida por la vulgaridad y el ¡°chusmer¨ªo¡±, y lo hace con amargura pero sin rencor, evitando mencionar a quienes no puede perdonar. Un libro de memorias importante y lleno de encuentros y desencuentros (y reflexiones sobre ellos) con numerosos escritores espa?oles e hispanoamericanos de tres generaciones.
2. Alegr¨ªas
Una de las pocas alegr¨ªas morales que me ha dado el obligado encierro en la com¨²n fortaleza asediada por el virus ha sido el ¡°regreso a casa¡± de la estupenda Maruja Torres, una de las columnistas m¨¢s agudas, c¨¢usticas y feroces del tardofranquismo, de la Transici¨®n y de despu¨¦s, si es que lo ha habido. Maruja es maestra del sarcasmo, una estrategia ret¨®rica eficaz para revelar en un clic los aspectos m¨¢s s¨®rdidos o absurdos de la realidad social o grupal. Personalmente, todav¨ªa me r¨ªo cuando recuerdo una de sus particulares greguer¨ªas (publicada en el muy vapuleado y, luego, extinto semanario Por Favor) y que dec¨ªa algo as¨ª como: ¡°Era una mujer tan fr¨ªgida que orinaba cubitos de hielo¡±.
Es verdad que esta Casa siempre ha sido un poco madrastra (como la de Blancanieves, quiero decir) con sus hijos y nietos, pero tambi¨¦n lo es que cambia de humor de vez en cuando (a veces con cierta brusquedad), por lo que, para decirlo con palabras del melanc¨®lico Her¨¢clito (Diels-Kranz; fragmento 12) ¡°a quienes entran en los mismos r¨ªos ba?an aguas siempre nuevas¡±. Maruja es un aut¨¦ntico lujo, bienvenida sea.
3. Swift
Desde esta habitaci¨®n del p¨¢nico en que he convertido mi casa, puedo comprender casi todas las medidas que se han tomado urbi et orbi para vencer al enemigo com¨²n. Todas excepto la del impresentable Boris Johnson, que ha preferido (por ahora) la bolsa a la vida (sobre todo la de los mas d¨¦biles), y no se corta un pelo al hablar de la tasa de muertes como el necesario impuesto para la salvaci¨®n de los que quedar¨¢n, de modo igualmente siniestro a como los n¨¢ufragos que llevan varios d¨ªas sin comer comienzan a mirar con gula al m¨¢s vulnerable de sus compa?eros.
Seguro que el premier brit¨¢nico estar¨¢ de acuerdo con la literalidad del abrasivo panfleto Una modesta proposici¨®n (1727; Alianza, N¨®rdica, etc¨¦tera), de Jonathan Swift, en el que, para mejorar las condiciones de vida de los campesinos pobres, se les suger¨ªa que vendieran a sus hijos a los propietarios ricos para que estos se los comieran, ?am, ?am. Puedo entender, incluso, que las librer¨ªas espa?olas no se encuentren entre los comercios indispensables, como s¨ª lo est¨¢n los estancos, que drogan m¨¢s; en todo caso, no olviden consultar www.todostuslibros.com.
Pero se me hace cuesta arriba entender lo de las bibliotecas p¨²blicas. No deseo que los bibliotecarios se infecten, claro, pero me extra?a que no se haya pensado en arbitrar alg¨²n procedimiento imaginativo y coordinado para que pueda realizarse el servicio de pr¨¦stamo de libros: quiz¨¢s el usuario podr¨ªa llamar reservando el t¨ªtulo buscado, y acudir a buscarlo en un tiempo razonable, o llegar a un acuerdo con una empresa de mensajer¨ªa para que se lo trajeran desinfectado a casa como si se tratara de ricas hamburguesas para el esp¨ªritu. Lo ir¨®nico, como ha declarado el fundador de la estupenda librer¨ªa de Miami Books & Books, es que ¡°lo que hace a las librer¨ªas potentes ¡ªes decir, su capacidad de convertirse en lugares de encuentro de nuestra comunidad¡ª se ha convertido en su mayor lastre¡±. Tal como est¨¢n las cosas, me temo que de la rampante recesi¨®n que se avecina solo van a salir boyantes Mercadona y Amazon.
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