Bloom y Calvino tras el demonio de los cl¨¢sicos
El cr¨ªtico estadounidense y escritor italiano son dos grandes gu¨ªas para saber qu¨¦ no hay (todav¨ªa) en sus bibliotecas
Harold Bloom escribe sobre sus cl¨¢sicos con la pasi¨®n desenfadada con la que Pauline Kael escrib¨ªa sus cr¨ªticas de cine. Su libro C¨®mo leer y por qu¨¦ leer no aspira a ser un canon (ya hab¨ªa hecho El canon occidental, tambi¨¦n en Anagrama), sino una carta de batalla sobre sus sucesivas pasiones, entre las cuales est¨¢n en lo m¨¢s alto William Shakespeare y Miguel de Cervantes. Italo Calvino (Por qu¨¦ leer a los cl¨¢sicos, Siruela) tiene las herramientas del periodismo editorial, o al menos la misma posibilidad de despachar su escritura con los mecanismos de las contraportadas, pero es mucho m¨¢s complejo, menos entretenido, excepto cuando explica, precisamente, qu¨¦ son los cl¨¢sicos.
Bloom se entretiene con Shakespeare y Cervantes como si fueran parte de una disputa de p¨®ker o de envite. A los dos les desnuda la escritura e incluso el cuerpo, no s¨®lo como autores sino como personajes, como seres humanos cuyos textos transpiran la exudaci¨®n de sus experiencias. A los dos les adjudica un arte mayor (seg¨²n ¨¦l) de la literatura, la iron¨ªa. Calvino es m¨¢s esencial, m¨¢s circunspecto, como Cesare Pavese, por cierto, que es uno de los personajes de su propio canon.
Calvino ten¨ªa iguales materiales que Natalia Ginzburg (Peque?as virtudes, Alcantilado) para contar c¨®mo era el autor de La luna y las hogueras. Pero mientras ella regresa ¡°a la ciudad que amaba nuestro amigo¡± para contar c¨®mo se parec¨ªa Pavese a Tur¨ªn (¡°laboriosa, ce?uda en su actividad febril y terca, y, al mismo tiempo, ap¨¢tica y dispuesta a holgazanear y a so?ar¡±), Italo Calvino rastrea en la escritura propia del ascetismo pavesiano ¡°el tejido de signos visibles, de palabras pronunciadas¡±, para decir que ¡°cada uno de esos signos tiene a su vez una faz secreta (un significado polivalente o incomunicable) que cuenta m¨¢s que la faz evidente¡±. El ¡°verdadero significado¡± de esos signos, al fin, ¡°est¨¢ en la relaci¨®n que los vincula con lo no dicho¡±.
Lejos de esa solemnidad cl¨¢sica a la que se aplica Calvino (que escribe en los a?os 80), hay que decir que Bloom se vale del desenfado que los a?os 2000 abrieron la puerta de salida a la pedanter¨ªa de los estructuralismos, as¨ª que aborda lo que escribieron los cl¨¢sicos viejos o nuevos (Marcel Proust, James Joyce, o los ya citados e indiscutibles maestros de la historia de la creaci¨®n literaria) como si fueran amigos de juegos, a los que incluso les halla trazas de parentesco, pues ya se sabe que el personaje principal de Joyce tambi¨¦n se apellidaba Bloom.
Para llegar a ello, a esa sencillez de tertulia amistosa, el profesor norteamericano (harto, como dice, del lenguaje de las clases) le hace caso a su maestro Samuel Johnson, y se limpia la cabeza de ¡°t¨®picos seudointelectuales¡±. As¨ª, vuelve a los libros de los que se vale para explicar ¡°c¨®mo leer y por qu¨¦¡± con igual entusiasmo que el que le asist¨ªa al leer de joven. ¡°Lo triste de la lectura que se realiza por motivos profesionales es que s¨®lo raras veces revive uno el placer de leer que sinti¨® en su juventud¡±.
Bloom le¨ªa a Cervantes, a Dickens, a Dante, a Cervantes para conocer gente, aunque ¡°el motivo m¨¢s profundo y aut¨¦ntico para la lectura personal del tan maltratado canon es la b¨²squeda de un placer dif¨ªcil¡±. Mientras que Italo Calvino¡ He aqu¨ª el argumento del imprescindible autor de Por qu¨¦ leer a los cl¨¢sicos: ¡°La ¨²nica raz¨®n que se puede aducir [para explicar por qu¨¦ hay que leer a los cl¨¢sicos] es que leer a los cl¨¢sicos es mejor que no leer a los cl¨¢sicos¡±.
Y, puestos a seguir a Calvino, es mejor leerle a ¨¦l y leer a Bloom que no leerles. En el caso de estos dos libros, porque si no los leen se perder¨ªan ustedes dos buenas ocasiones para saber qu¨¦ no hay (todav¨ªa) en sus bibliotecas.
Imprescindibles
Italo Calvino
Ovidio
Joanot Martorell?
Voltaire?
Dickens?
Flaubert
Mark Twain
Dickens
Jorge Luis Borges
Montale?
Pasternak?
Robert Louis Stevenson?
Cesare Pavese
Harold Bloom
Turgu¨¦niev
Ch¨¦jov
Maupassant
Thomas Mann
Nabokov
Twain Borges
Cervantes
Shakespeare
Dickinson
Emily Bront?
Henry James
Proust
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