Salvador Dal¨ª y la verdad de los sue?os
Los museos han cerrado sus puertas, pero la contemplaci¨®n del arte sigue abierta. Cada d¨ªa, recordamos la historia de una obra que visitamos a distancia. Hoy: ¡®La persistencia de la memoria¡¯, de Dal¨ª
En la foto, Tamara de Lempicka lo observa con la mirada de las mil yardas. Sus brazos cruzados confirman la poca atenci¨®n que est¨¢ prest¨¢ndole. Salvador Dal¨ª parece explicarle algo de suma importancia mientras ella esboza una leve mueca ir¨®nica. En cuanto hagan la foto va a salir corriendo: los dos artistas han dejado hueco suficiente para que la protagonista de la "conversaci¨®n¡± sea el cuadro favorito de la pintora, titulado Madre superiora (1935-1939). Est¨¢n en la galer¨ªa de Julien Levy, en Nueva York, el 18 de abril de 1941, en la inauguraci¨®n de una exposici¨®n con obra de ella. La relaci¨®n entre ambos migrantes a EEUU fue intensa durante los a?os en los que ambos vivieron en Hollywood, donde Dal¨ª trabajar¨ªa para pel¨ªculas de Alfred Hitchcock, Walt Disney y Vincente Minnelli, convencido de la emergencia del cine surrealista en las salas de cine comercial, tras haber rodado con Luis Bu?uel, en Espa?a, Un perro andaluz (1929) y La edad de oro (1930).
En 1934, cuando el pintor surrealista anuncia su marcha a Nueva York, se?ala que va a trabajar con el marchante Levy, ¡°el hombre que goza de mayor prestigio como importador de novedades y que, por su audacia, suscita m¨¢s curiosidad por lo que hace¡±, comenta a la revista Mirador, en Barcelona. Antes de emigrar piensa del p¨²blico americano ¨Cel que termina otorg¨¢ndole la fama y el reconocimiento internacional¨C que ¡°tiene complejo de inferioridad, pero se sit¨²a ante todo lo que nunca ha visto o ante lo que asombra a sus h¨¢bitos est¨¦ticos con un deseo de comprensi¨®n y acept¨¢ndolo como fen¨®meno¡±. De hecho, asegur¨® que el car¨¢cter de los norteamericanos era m¨¢s propenso a entender a los surrealistas, que el europeo. Y para confirmar su argumento, favorable a los nuevos clientes que ten¨ªa en perspectiva, se?al¨® las pel¨ªculas de los hermanos Marx.
Fue Julien Levy quien vendi¨® a un comprador an¨®nimo ese a?o, 1934, la que posiblemente es su pintura m¨¢s famosa: La persistencia de la memoria (1931). La adquiri¨® como regalo para el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). La instituci¨®n exhibe en su planta la obra que es ep¨ªtome de su periodo surrealista m¨¢s reconocible, y que resumi¨® en una frase a un periodista del San Francisco Chronicle, a los pocos meses de la venta del cuadro, mientras se desped¨ªa de la entrevista. ¡°El surrealismo siempre ha existido porque el hombre siempre ha cre¨ªdo m¨¢s en su propia imaginaci¨®n que en la realidad¡±, le dijo. En La persistencia de la memoria queda claro que su ambici¨®n pl¨¢stica es dotar al mundo imaginativo del mismo grado de objetividad y realidad que al mundo corriente. ¡°Lo que el surrealismo revoluciona es el argumento y para explicarlo recurro a los medios de expresi¨®n de siempre. Son los temas lo que es nuevo¡±, aclar¨® en otra entrevista de aquel a?o. Hizo con los medios tradicionales un sue?o cre¨ªble.
Visita virtual: La persistencia de la memoria (1931), de Salvador Dal¨ª, en el MoMA (Nueva York).
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