La Verdadera Destreza
'El ¨²ltimo tah¨²r' es un fascinante biopic y un retrato del Salvaje Oeste tan terror¨ªfico como conmovedor
All¨¢ por el 1582, un tal Luis Pacheco de Narv¨¢ez, siguiendo la doctrina del maestro Jer¨®nimo S¨¢nchez de Carranza, public¨® De la Filosof¨ªa de las Armas y de su Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana, un tratado tremendamente ambicioso sobre la esgrima. En ¨¦l, se pretend¨ªa abordar no una mera panoplia de t¨¦cnicas, sino una concepci¨®n del combate desde la matem¨¢tica a la filosof¨ªa que permitiera abordar cualquier combate en arma blanca con lo que promet¨ªa esta disciplina espa?ola: Verdadera Destreza.
Tres siglos y calderilla despu¨¦s, apenas estrenado el siglo veinte, un tal S.W. Erdnase publica The Expert and The Card Table en el Nuevo Viejo Mundo, ese que descubrieron los conquistadores espa?oles que practicaban la Verdadera Destreza. Cambiando espadas por naipes, el libro de Erdnase (seud¨®nimo que tal vez fuera acr¨®nimo de E.S. Andrews) abordaba de la misma manera, fascinante y exhaustiva, todo el surtido de triqui?uelas que un tah¨²r pod¨ªa desplegar sobre un tapete para desplumar al incauto que se sentara enfrente.
Salto al futuro, de siglo y pico esta vez, hasta noviembre del a?o pasado, fecha en que debut¨® este c¨®mic extraordinario, imprescindible que es El ¨²ltimo tah¨²r (Dolmen, 2019). En ¨¦l anida, ni m¨¢s ni menos, que la Verdadera Destreza, la misma que exhibe un duelista en la danza, mortal, de hierro contra hierro. El mismo que exhibe un tah¨²r al hacer el recuento mental en lo que dura un pesta?eo de la posici¨®n exacta de la carta que necesita. Maestr¨ªa, destreza, savoir-faire. Ll¨¢menlo como quieran. Pero cada p¨¢gina de este tebeo desborda esa esencia del que sabe lo que hace en cada momento. Del que no toma, jam¨¢s, un recurso aleatorio en su labor creativa. Del que es un maestro (maestros, en este caso) de su oficio: el buen contar.
Dicen que John Ford, al enfrentarse a esa etapa miserable de Hollywood, la de McCarthy y su blacklist, se levant¨® en la tensa comisi¨®n para presentarse de la siguiente manera: "Me llamo John Ford y hago w¨¦sterns". Rodrigo Sope?a (guion) y Juande Pozuelo (dibujo) se han ganado el derecho a presentarse igual. El ¨²ltimo tah¨²r, para todos aquellos que a¨²n suspiramos cuando alejamos del streaming para ver, por en¨¦sima vez, una del Oeste, es un regalo incalculable.
Para empezar, por la materia prima en s¨ª. El que sea erudito, probablemente conocer¨¢ todos estos cruces improbables entre los asaltadores de caminos, el Hollywood del mudo y Houdini y la cartomagia. En mi caso, que supongo que ser¨¢ el de la mayor¨ªa de los lectores, ignorancia completa de los hechos; deliciosa ignorancia. Sope?a y Pozuelo abordan una biograf¨ªa imposible, porque se sigue sin saber virtualmente nada de S.W. Erdnase y la entrecruzan con un conocimiento ampl¨ªsimo, pero en absoluto plomizo, de esa ¨¦poca del Oeste.
Este me parece uno de los grandes piropos que hay que hacerle a El ¨²ltimo tah¨²r. No se ahoga jam¨¢s en su sapiencia. De hecho, la incre¨ªble documentaci¨®n y entrelazamiento de detalles hist¨®ricos pasa, en una primera lectura, invisible para el lector en muchos de sus recovecos. No es hasta alcanzar sus extras, un magn¨ªfico y nada pedante vistazo entre bambalinas al trabajo de investigaci¨®n que sustenta la obra, que uno se da cuenta de la magnitud de lo que hab¨ªa le¨ªdo ya no en t¨¦rminos narrativos, sino de alquimia con la historia.
Acostumbrados a leer tochacos donde el (probablemente inseguro) autor de ficci¨®n hist¨®rica se siente obligado o hasta legitimado para parar su trama y ponerse el birrete de repelente ni?o Vicente para dar una lecci¨®n, el abordaje invisible, pero de hondura infinita, que plantean Sope?a y Pozuelo deber¨ªa de ser motivo de estudio, reflexi¨®n y admirada emulaci¨®n.
Pero si asombrosa es la urdimbre con la que han tejido esta historia de buscavidas con los hechos de su tiempo, m¨¢s asombrosa me resulta lo sublime de su t¨¦cnica narrativa. El enfoque es el mismo, hacerla invisible a ojos del lector. Opta por el camino contrario de un Alan Moore; el artificio existe para que nadie lo perciba. Sope?a y Pozuelo son tah¨²res de la paginaci¨®n, pero sobran los ejemplos, como pueden ver en esta fotogaler¨ªa, de aut¨¦ntica sabidur¨ªa del lenguaje del c¨®mic; de entenderlo, me voy a poner pedante, hol¨ªsticamente. Y de jam¨¢s aplicar un recurso por el mero hecho del recurso, todos al servicio de narrar mejor lo que se quiere narrar.
La guinda en el pastel es ese equilibrio maravilloso entre una est¨¦tica cartoon, de dibujo en el mejor de los sentidos, y un retrato crud¨ªsimo, m¨¢s mccarthiano que hawksiano, de lo que fue el Viejo Oeste. Aunque la peripecia, y hay much¨ªsima, es hija de los cl¨¢sicos del W¨¦stern, de los que reinventaron, cual Homeros y Virgilios, esa ¨¦poca salvaje y fascinante en el Hollywood dorado, El ¨²ltimo tah¨²r es consciente tambi¨¦n de ser un libro del Siglo XXI. Y por tanto es consciente de Sin Perd¨®n, Meridiano de Sangre, Deadwood, la maravillosa Lawless o esa obra maestra del videojuego llamada Red Dead Redemption; es decir, es consciente (y practicante) de la desmitificaci¨®n del W¨¦stern. Y, a la vez, la abraza. Bendito equilibrio imposible.
Me queda, para el remate, una reflexi¨®n pol¨ªticamente incorrecta. En estos tiempos de apropiaci¨®n cultural, de encorsetamiento de lo que puede hacer el artista pr¨¢cticamente a lo que vea por la ventana (y con cuidado, no vaya a retratar a una clase social que no le corresponda), dos espa?oles demuestran, una vez m¨¢s, que el talento no conoce, como el Lejano Oeste, de fronteras. Cualquiera puede contar cualquier cosa sobre cualquiera de cualquier modo. Siempre que lo haga con Verdadera Destreza.
?ngel Luis Sucasas es director narrativo del estudio de videojuegos Tequila Works y novelista en sellos como Planeta, Dolmen Editorial y Nevsky Books.
Babelia
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