La sincronizaci¨®n de las especies
La creaci¨®n art¨ªstica solo recuperar¨¢ un papel activo si se convierte en modelo alternativo, en inspiraci¨®n para las actividades humanas, en energ¨ªa social al servicio del desarrollo
Una pandemia como la que estamos viviendo, la crisis econ¨®mica que vendr¨¢ despu¨¦s y el recuerdo de estas semanas de confinamiento dejar¨¢n huellas duraderas. La humanidad se acordar¨¢ de que un ser microsc¨®pico ha trastocado todo su sistema econ¨®mico y pol¨ªtico, y que ese ser min¨²sculo, el virus, se introdujo en millones de personas, incluso en el organismo del primer ministro brit¨¢nico, a trav¨¦s de un animal salvaje vendido en un mercado a miles de kil¨®metros de nuestro de lugar de confinamiento actual. Por consiguiente, la primera lecci¨®n de la pandemia se refiere al espacio en el que vivimos: el Antropoceno, esta nueva era geol¨®gica definida por el impacto demostrado de las actividades humanas sobre el planeta, es ante todo un espacio cuyos elementos se desvanecen y se entremezclan, de forma que generan un ecosistema global transformado por esta ins¨®lita promiscuidad entre los seres vivos, el mundo vegetal y el mineral. En otras palabras, todo se nos ha vuelto m¨¢s cercano: los pangolines, el permafrost siberiano ¡ªcuyo deshielo libera bacterias desconocidas¡ª, la selva amaz¨®nica o el modo de producci¨®n de zapatos en una f¨¢brica vietnamita. En cierto modo, Bolsonaro y Trump son los presidentes de todos nosotros, porque sus decisiones, a la hora de la verdad, nos afectan tanto como a sus electores.
La pandemia de covid-19 podr¨ªa muy bien ser el momento para esta llamada de atenci¨®n, frente a los peligrosos ingenuos que sue?an con cierres de fronteras, como si la atm¨®sfera pudiera nacionalizarse. Y este instante hist¨®rico que vivimos, dado que nos va a obligar a reexaminar el espacio humano, repercute directamente en los artistas. El antrop¨®logo Claude L¨¦vi-Strauss explicaba que ¡°el arte es tambi¨¦n una gu¨ªa, un instrumento de ense?anza y aprendizaje de la realidad que nos rodea¡±. Nos permite comprender el espacio-tiempo en el que vivimos, aunque solo sea mediante los objetos que escoge.
Tras la pintura cl¨¢sica, con sus paisajes grandiosos sobre los que se perfilaban las figuras humanas ¡ªprosigue L¨¦vi-Strauss¡ª, el impresionismo mostr¨® paisajes de extrarradio, ¡°un campo, casitas, unos cuantos ¨¢rboles enclenques¡±, y se centr¨® en ¡°el aspecto fugaz de las cosas¡±: era la pintura de una sociedad que hac¨ªa del aprendizaje la renuncia a cierto tipo de ambiente. El cubismo represent¨® una etapa m¨¢s de ese aprendizaje, el comienzo de nuestra coexistencia con los productos de la industria humana, en un mundo ¡°completamente ocupado por la cultura y los productos culturales¡±. Despu¨¦s lleg¨® la abstracci¨®n, testimonio de una necesidad de huir de las coordenadas espaciales comunes.
La epidemia nos recuerda que la realidad est¨¢ formada por infinitas vibraciones e interacciones vivientes
Estos tres postulados siguen existiendo, difusos y aumentados, en el arte de nuestra ¨¦poca. Hoy, no obstante, muchos artistas contempor¨¢neos manipulan las estructuras elementales de los seres vivos y los componentes at¨®micos de los objetos sociales; al utilizar fragmentos, residuos, part¨ªculas, en lugar de objetos o productos, al descomponer la realidad social, al analizar el peso material del mundo, crean lo que yo denominar¨ªa una antropolog¨ªa molecular. Solo mencionar¨¦ tres nombres, por falta de espacio: Pierre Huyghe, Dora Budor, Pamela Rosenkranz. Una epidemia ha hecho presentes, al mismo tiempo, part¨ªculas imperceptibles a simple vista y objetos inmensos, y ha provocado unas perturbaciones visibles desde un sat¨¦lite en el ¨¢mbito humano, las poblaciones animales y la atm¨®sfera. En este sentido, la epidemia constituye el paradigma de ese distanciamiento supremo y nos recuerda que la realidad no est¨¢ formada por art¨ªculos que comprar ni objetos que utilizar, sino de infinitas vibraciones sutiles e interacciones vivientes.
Porque la otra fuerza destructora de nuestra ¨¦poca es la utilizaci¨®n industrial de la vida. La agricultura es el proceso por el que los seres humanos organizaron su ecosistema para controlar el ciclo biol¨®gico de especies domesticadas con el prop¨®sito de producir recursos ¨²tiles. En Europa, a finales del siglo XV, empez¨® una nueva etapa: ¡°la acumulaci¨®n primitiva¡± del capital comenz¨® con la incautaci¨®n de las tierras comunes que cultivaban los campesinos por parte de propietarios particulares, que los convirtieron en empleados suyos. Hoy, el neol¨ªtico digital en el que nos adentramos intensifica ese movimiento de domesticaci¨®n, al extenderlo a la informaci¨®n humana (los datos) y el conjunto de los seres vivos. El instrumento preferido de esta fase de domesticaci¨®n es Internet, porque permite el estacionamiento mental de las poblaciones humanas a gran escala, una s¨²per sedentarizaci¨®n que hace que el ser humano se una a las plantas, los animales, el bosque y la corteza terrestre en las filas de los ¡°recursos¡± materiales susceptibles de ser explotados. Y el confinamiento mundial que ha caracterizado la pandemia de covid 19 nos deja entrever la que podr¨ªa ser la pr¨®xima etapa de ese estacionamiento. Las formas contempor¨¢neas de gobernanza se ver¨¢n alteradas por este proceso de domesticaci¨®n general, en el que los humanos y los no humanos se re¨²nen debido a su condici¨®n de materia prima, aprovechable gracias al confinamiento digital.
El enfoque inclusivo de algunos j¨®venes artistas se orienta hacia una forma actualizada de totemismo
Sin embargo, tanto la crisis clim¨¢tica como la pandemia son acontecimientos que, por primera vez desde el desembarco de Crist¨®bal Col¨®n en Am¨¦rica, ponen las sociedades humanas en sincron¨ªa. En la cat¨¢strofe, los pueblos del Amazonas y los dirigentes del G7 vuelven a compartir una misma realidad; de modo que, a falta de algo mejor, celebremos esta sincron¨ªa desastrosa que nos incita a reconocer las interacciones y los v¨ªnculos entre culturas, formas de vida y ecosistemas. Porque los seres humanos y no humanos se ven obligados a inventar un modo de cooperaci¨®n, y la tecnolog¨ªa humana no tiene m¨¢s remedio que recurrir a lo que Peter Sloterdijk llama la ¡°homeotecnolog¨ªa¡±, es decir, unos conocimientos t¨¦cnicos que act¨²an en el interior de las fuerzas naturales, en lugar de profanarlas con arreglo a una relaci¨®n de dominaci¨®n. Esta era la manera de pensar de la China tao¨ªsta, los dogones, los cherokees y los mapuches: que no todos los retrocesos son malos, con la salvedad de que este no es precisamente un retroceso, sino la inclusi¨®n, tard¨ªa, de unas voces silenciadas por Occidente.
Al mismo tiempo, el individuo conectado vive en la inmediatez de la informaci¨®n en tiempo real, reclamado sin cesar, bombardeado por hechos m¨¢s o menos artificiales. La densificaci¨®n est¨¢ apoder¨¢ndose del planeta y la poblaci¨®n humana del siglo XXI debe enfrentarse a una congesti¨®n sin precedentes. Al auge de las homeotecnolog¨ªas debe corresponder un nuevo holismo, un enfoque inclusivo del mundo, una nueva inmersi¨®n en este medio natural que hemos aprendido a considerar un simple ¡°entorno¡±. Este enfoque inclusivo del mundo se orienta, en artistas j¨®venes como Max Hooper Schneider o Huma Bhabha, hacia una forma actualizada del totemismo. Este t¨¦rmino designa un modo de organizaci¨®n social basado en el principio del t¨®tem, es decir, la convicci¨®n de que existe un nexo, una esencia com¨²n, entre una persona (o un grupo) y los espacios naturales (animal, vegetal, incluso atmosf¨¦rico). La idea central del totemismo es la existencia de un v¨ªnculo, una conaturalidad din¨¢mica, entre los seres humanos y su entorno, que se encuentra en el centro tanto de la crisis clim¨¢tica como de la cat¨¢strofe epid¨¦mica. El arte solo recuperar¨¢ un papel activo si se convierte en modelo alternativo, en inspiraci¨®n para las actividades humanas, en energ¨ªa social al servicio de un desarrollo duradero. Y estoy convencido de que esta evoluci¨®n mental, que ya antes operaba en los artistas, va a acelerarse por la crisis del coronavirus.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Nicolas Bourriaud es historiador y te¨®rico del arte, exdirector del Palais de Tokyo y actual responsable del MoCo de Montpellier.
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