James Joyce, Virginia Woolf y Stefan Zweig, cerca de ser dominio p¨²blico
Autores clave del ¨²ltimo siglo quedar¨¢n libres de derechos en los pr¨®ximos a?os
Joseph Roth muri¨® encerrado. En el hospital Necker, un centro parisiense para pobres. Y, sobre todo, en el alcohol y la soledad. Era el 27 de mayo de 1939 y apenas ten¨ªa 44 a?os. Hab¨ªa visto el mundo y la guerra, y los hab¨ªa contado en novelas como La marcha Radeztky. Pero tambi¨¦n hab¨ªa luchado contra las ataduras, econ¨®micas y de salud. Ocho d¨¦cadas despu¨¦s, en cambio, Roth est¨¢ m¨¢s libre que nunca. Hasta la fecha, un pu?ado de editoriales hab¨ªa publicado en Espa?a su celebrada producci¨®n. Pero el autor ha pasado al dominio p¨²blico: cualquiera puede usar sus creaciones, ¡°siempre que se respete la autor¨ªa y la integridad de la obra¡±, como reza la Ley de Propiedad Intelectual.
He aqu¨ª una excepci¨®n cultural. Si una casa pertenece a su due?o y herederos, la propiedad sobre un trabajo art¨ªstico caduca. ?Por qu¨¦? ¡°Se busca un equilibrio entre el derecho del autor a decidir c¨®mo es utilizada su obra y a participar en los rendimientos que genere y el inter¨¦s de la sociedad en acceder, promover y difundir la creaci¨®n intelectual¡±, explica la abogada Bel¨¦n ?lvarez Cabrera. Espa?a, de momento, vive una anomal¨ªa, con dos distintos plazos en vigor, separados por una reforma de 1987: los autores fallecidos antes de esa fecha entran en el dominio p¨²blico 80 a?os despu¨¦s de su muerte, como ha ocurrido con Federico Garc¨ªa Lorca o Antonio Machado.
A partir de 1987, en cambio, los derechos se liberan siete d¨¦cadas despu¨¦s del fallecimiento. En concreto, desde el 1 de enero del a?o siguiente. Aunque, por si acaso, la Biblioteca Nacional publica anualmente una lista de nuevas incorporaciones al dominio p¨²blico. Y espacios online como Europeana o el Proyecto Gutenberg recopilan las obras libres. Porque, en el derecho de autor, el caos siempre est¨¢ a la vuelta de la esquina. Y con ¨¦l, las demandas millonarias, como la que enfrent¨® a una discogr¨¢fica canadiense con Sony y Universal por aclarar si Love Me Do, de los Beatles, ya era de todos.
En la UE, el enigma es sencillo: rige la regla armonizada de los 70 a?os. Salvo excepciones, como ahora en Espa?a: por eso Roth hubo de esperar 80 a?os. Y por eso se puede tomar nota en el calendario: el 14 de enero de 2021 ser¨¢ el turno de James Joyce; el 29 de marzo, el de Virginia Woolf. Y el 23 de febrero de 2022, el de Stefan Zweig, otro autor de Acantilado. Aunque su editora, Sandra Ollo, ve m¨¢s oportunidades que temores: ¡°Mentir¨ªa si no dijese que da un poco de v¨¦rtigo. Hay que enfocarlo como el momento en que tu trabajo de tantos a?os cuidando la obra de un autor muestre su val¨ªa de manera m¨¢s definitiva. Que los lectores asocien un escritor a un sello y reconozcan su calidad¡±. As¨ª que Acantilado seguir¨¢ publicando a ambos creadores. A saber si le surgir¨¢ competencia.
La claridad, en todo caso, se diluye al ampliar el foco. Porque una pel¨ªcula o una canci¨®n abren la puerta a m¨¢s derechos: de los coautores, de los int¨¦rpretes o de los productores. En Dama, entidad de gesti¨®n audiovisual, aclaran que un filme es de dominio p¨²blico ¡°70 a?os despu¨¦s de la muerte de su ¨²ltimo autor (director, argumentista, guionistas y m¨²sicos)¡±, mientras que los derechos de explotaci¨®n de un productor vencen a cinco d¨¦cadas de la realizaci¨®n o divulgaci¨®n.
La geograf¨ªa tambi¨¦n puede complicar las cosas. ¡°El Convenio de Berna fija una protecci¨®n internacional m¨ªnima de 50 a?os a partir del 1 de enero del a?o siguiente a la muerte del autor. Pero faculta a los pa¨ªses firmantes a establecer plazos m¨¢s extensos¡±, aclara ?lvarez Cabrera. M¨¦xico, por ejemplo, impone un siglo. Y la presi¨®n de Disney llev¨® a EE UU a prolongar hasta 95 a?os la protecci¨®n de ciertas categor¨ªas de obras, incluida Steamboat Willie, considerada la primera aparici¨®n en la pantalla de Mickey Mouse, all¨¢ por 1928. Se liberar¨¢, pues, en 2024. Siempre que no cambie la ley.
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