La verdadera imaginaci¨®n
Esta nueva antolog¨ªa de John Keats, mucho m¨¢s extensa que las anteriores, muestra los pilares de su escritura y revela en qu¨¦ se basa la personalidad de su poes¨ªa
Basta con leer El preludio de Wordsworth, El archipi¨¦lago de H?lderlin o las odas de John Keats, por poner solo tres hitos de la poes¨ªa rom¨¢ntica eu?ropea, para darse cuenta de que la poes¨ªa rom¨¢ntica espa?ola no lleg¨® a las cimas que alcanz¨® sobre todo la l¨ªrica inglesa y alemana en ese movimiento cultural, sin el que no se entiende la modernidad. Garcilaso de la Vega le sostiene el pulso al mejor poeta renacentista europeo, la m¨ªstica de nuestro pa¨ªs se adelanta a algunas de las conquistas del simbolismo, Quevedo y G¨®ngora se miden con cualquier escritor coet¨¢neo extranjero que quiera hacerles sombra. Pero llegamos al romanticismo y sabemos (o deber¨ªamos saber) que nuestros poetas rom¨¢nticos no alcanzaron ni la altura ni la hondura deseadas.
En Presencias reales advert¨ªa George Steiner que cuando un gran poeta reflexiona sobre la esencia de su creaci¨®n conviene que se haga a un lado cualquier cr¨ªtico. ?Qui¨¦n ha indagado en los fundamentos de lo visionario mejor que William Blake y que Wordsworth? ?Qui¨¦n reactualiz¨® con mayor tensi¨®n que H?lderlin la lecci¨®n del mundo griego? La magn¨ªfica edici¨®n que ?ngel Rup¨¦rez ha preparado de las Cartas de John Keats nos trae de primera mano, con el temblor de lo vivo, las l¨ªneas de fuerza y el pensamiento de un poeta ¨²nico. En castellano se hab¨ªan publicado antolog¨ªas mucho m¨¢s volanderas: la de la editorial Juventud en 1947 (que recuper¨® la Colecci¨®n Universal en 1994) y la de Icaria en 1982. Pero esta nueva antolog¨ªa resulta much¨ªsimo m¨¢s extensa, ofrece notas reveladoras y viene precedida de un pr¨®logo tan l¨²cido como emotivo.
Sobrecoge, por ejemplo, el recorrido que realiza ?ngel Rup¨¦rez, sin sensibler¨ªas, por el sentimiento de orfandad: John Keats se qued¨® sin padre a los nueve a?os, vio c¨®mo su madre abandonaba el domicilio familiar y le dejaba junto a tres hermanos en manos de la abuela del poeta. Y aunque la madre regres¨® a casa (cuando su hijo ya era un adolescente), morir¨ªa poco despu¨¦s de tubercu?losis, la misma enfermedad que le llevar¨ªa a ¨¦l y a su hermano Tom a la tumba.
M¨¢s apasionante resulta la inmersi¨®n en el discurrir de la vida de Keats a trav¨¦s de sus cartas. Pues entramos tambi¨¦n en el discurrir de su mente. La herida de una infancia y primera juventud que parecen sacadas de una novela de Dickens no le encerr¨® en s¨ª mismo ni le volvi¨® un ser sombr¨ªo. El propio Julio Cort¨¢zar se?alaba su esp¨ªritu a¨¦reo y solar. ¡°He amado en todo el principio de la belleza¡±. Desde esa energ¨ªa celebrativa, a la que le a?ade movimiento un impulso n¨®mada, se entiende su apuesta, en un primer momento, por ¡°una vida de sensaciones¡±. Sin embargo, su mayor acierto est¨¢ en que supo crecer hacia un acento m¨¢s meditativo y filos¨®fico, marcado por un dolor m¨¢s consciente, e hizo de esa evoluci¨®n uno de los conflictos m¨¢s fecundos de su obra (el que se percibe en Lamia, en su Hiperi¨®n inacabado o en la ¡®Oda a un ruise?or¡¯).
La adoraci¨®n que sent¨ªa por Shakespeare, diluido en sus personajes, propici¨® seguramente sus famosas teor¨ªas de la ¡°capacidad negativa¡± y de la falta de identidad del poeta, visto como un camale¨®n al estilo de Pessoa. Tales teor¨ªas sorprenden en un rom¨¢ntico y le lanzaron a buscar correlatos que velasen el yo, de ah¨ª su cr¨ªtica al excesivo egotismo de Wordsworth. A ese respecto, merecer¨ªa citarse m¨¢s a menudo un breve poema que tiene mucho de piedra angular y de eje de visi¨®n: ¡°?D¨®nde se halla el poeta? Mostr¨¢dmelo, mostr¨¢dmelo, / oh musas, que yo pueda conocerlo. / Es aquel hombre que, en presencia de otro, / se sentir¨¢ su igual, sea este el rey / o el m¨¢s pobre del clan de los mendigos, / o cualquier otra cosa sorprendente / que entre un mono y Plat¨®n el hombre pueda ser. / Es aquel que ante un p¨¢jaro, / ¨¢guila o reyezuelo, encuentra su camino / a todos sus instintos¡±
En el tramo ¨²ltimo de este epistolario vemos a un hombre sumido en una tragedia dif¨ªcil de superar: descubrir el amor por Fanny Brawne y encontrarse pocos meses despu¨¦s con la enfermedad que le impedir¨ªa gozarlo y que envenen¨® en parte la relaci¨®n. Un poeta escribe de alg¨²n modo con los nervios, como afirmaba Wallace Stevens. Los nervios y la sensibilidad que intensifican una voz vinieron aqu¨ª a intensificar una agon¨ªa: ¡°Una persona con buena salud como t¨² no tiene ni idea de los horrores que los nervios y un temperamento como el m¨ªo traen consigo¡±. Las cartas concluyen con un final coral, al sumarse alguna de Shelley, bastantes del pintor Joseph Severn (que acompa?¨® a Keats en su viaje a Italia y que est¨¢ enterrado junto a ¨¦l) y otras del m¨¦dico James Clark que trat¨® al enfermo en Roma.
En definitiva, esta antolog¨ªa muestra los pilares de una escritura, revela en qu¨¦ se basa la personalidad de la poes¨ªa de John Keats: la belleza de su mundo arrastra verdad, los sentidos se llenan de conocimiento y las m¨¢scaras no ocultan un trasfondo existencial. Por eso aqu¨ª estamos ante la magia de una imaginaci¨®n que es capaz de volar alta, yendo a la vez a la ra¨ªz de lo humano.
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Autor: John Keats.
Traducci¨®n: ?ngel Rup¨¦rez Cibri¨¢n
Editorial: Alianza Editorial, 2020.
Formato: Tapa blanda (540 p¨¢ginas, 12 euros) y e-book (5,99 euros).
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