Espadas, magos y dragones de hoy mismo

De la fuerza del relato medieval y su capacidad para emocionarnos da fe notablemente su influencia en la fantas¨ªa moderna. De Robert E. Howard a George R. R. Martin pasando por Tolkien, la huella de la literatura medieval en el g¨¦nero es evidente. Conan el B¨¢rbaro, El se?or de los anillos, Juego de tronos, por escoger tres ejemplos significativos, no es que est¨¦n en deuda con los contenidos medievales, es que no se pueden concebir sin ellos. La fantas¨ªa, especialmente la fantas¨ªa ¨¦pica o heroica y el subg¨¦nero de sword & sorcery, es en buena parte pura Edad Media. En las tres creaciones mencionadas, como en el a?ejo juego de rol Dragones y mazmorras o en las aventuras de Geralt de Rivia, el brujo matamonstruos del novelista Andrzej Sapkowski y ¨²ltimo llegado a las series televisivas fant¨¢sticas (The Witcher), se despliega un mundo aparentemente no anclado en la cronolog¨ªa hist¨®rica pero que es indudablemente medieval. M¨¢s all¨¢ de la est¨¦tica, ese marco nos lleva a un territorio que reconocemos inmediatamente y del que sabemos las reglas del juego.

Los dragones modernos, como Drogon o Smaug, son herederos de Fafner. Espadas como la del padre de Conan, dedicada a Crom, o N¨¢rsil, vuelta a forjar como And¨²ril para Aragorn, o Hielo de Ned Stark y Garra de su bastardo Jon Nieve, son hijas de Excalibur, de la Durandarte de Rold¨¢n, de la Balmung de Sigfrido, de la Seure (o Secace) de Lancelot. A veces la relaci¨®n es tan directa que en las novelas de Michael Moorcock del albino guerrero Elric de Melnibon¨¦ su malvada espada Tormentosa, ¨¢vida de sangre, es, seg¨²n ha confesado ¨¦l mismo, una trasposici¨®n directa de la Tyrfing de la Edda po¨¦tica ¡ªla gran fuente de la mitolog¨ªa escandinava¡ª, un arma maldita que una vez desenvainada no puede volver a su funda sin cobrarse una vida humana.

En la saga de La guerra de las galaxias, h¨ªbrido de fantas¨ªa (ingredientes sobrenaturales) y ciencia-ficci¨®n (tecnol¨®gicos), los elementos medievales son omnipresentes: los jedi son guerreros monjes como los templarios y caballeros como los de la Mesa Redonda, Darth Vader un Mordred con respirador, y recordemos que seg¨²n algunas fuentes la propia Excalibur es una espada de luz. Qu¨¦ decir del anillo de Tolkien, ese gran saqueador de los textos medievales que tom¨® sus elfos del Sir Orfeo del siglo XIII y tantas otras cosas, como el concepto de las sombras sauronianas, del Beowulf que tan bien conoc¨ªa y tradujo. A menudo no somos conscientes de c¨®mo el relato de la Edad Media impregna nuestro mundo. Es que hasta en los nazis, de ideolog¨ªa pretendidamente tan moderna por sus (detestables y terribles) postulados cient¨ªficos, hay componentes medievales como las runas, la caracterizaci¨®n de las SS como una orden de caballer¨ªa o la diabolizaci¨®n del jud¨ªo, por no hablar de la obsesi¨®n de Himmler con el Grial. En su reciente Grandes manuscritos medievales, Christopher de Hamel (?tico de los Libros) demuestra que esos c¨®dices maravillosos y fascinantes no nos hablan de un mundo lejano y desaparecido, sino de historias y sue?os que siguen al alcance de nuestra mano, en libros y en el mando a distancia.