Mujer sola con serpientes
?Fue la 'vedette' brasile?a Dora Vivacqua una situacionista, una feminista, una exhibicionista, una 'freak'? En su nueva novela, Javier Montes firma un retrato arribista cuyo conflicto interno decide no mostrarnos
Aunque sali¨® un tanto trastabillado de Varados en R¨ªo (2016), Javier Montes (1976) vuelve al lugar del crimen: R¨ªo de Janeiro, d¨¦cada de los cuarenta y cincuenta con similar modus operandi: la ficci¨®n narrativa alrededor de personaje real. Una reconstrucci¨®n donde el escritor aparece como diletante detective/reportero reuniendo pruebas: testimonios, peri¨®dicos, im¨¢genes, textos del personaje y andamiajes artesanales de ficci¨®n. En su anterior novela, se trataba de reconstruir el exilio brasile?o de Rosa Chacel y otros ilustres, y en esta, el de Luz del Fuego. Personaje, en este caso, m¨¢s carne de peri¨®dico sensacionalista y menos de manual de literatura y, por ello, quiz¨¢s, el asesino sale mejor parado en Luz del Fuego que en Varados en R¨ªo.
?Qui¨¦n es Dora Vivacqua, Luz del Fuego? Hija de familia adinerada del interior de Brasil que decide ser radicalmente libre y famosa de la manera m¨¢s ruidosa posible. Asistimos a momentos de su infancia, su asentamiento en Copacabana, siendo absolutamente due?a de cuerpo y conciencia, su deseo de notoriedad, admiraci¨®n y su forma de conseguirlo. Es, en cierto modo, un retrato arribista cuyo conflicto interno Montes decide no mostrarnos. No tiene pruebas y, por ello, opta por no recrear la psicolog¨ªa de un personaje sin amarres ni referentes ¡ª?una situacionista, una freak, una valiente, una feminista, una exhibicionista, una libertaria?¡ª. Dora siempre est¨¢ sola, rodeada por fieras feroces que, sin saber muy bien por qu¨¦, deciden tolerarla casi hasta el final. A ratos, semeja una alien¨ªgena abandonada en el cerro de Corcovado.
Coincide Luz del Fuego con Carmen Miranda, estrella absoluta. Pero Dora no es guapa. No sabe cantar o bailar especialmente bien. Decide llegar a la fama aunando su adhesi¨®n sincera por la desnudez ad¨¢nica ¡ªser¨¢ precursora absoluta del naturismo en Am¨¦rica del Sur¡ª con su fascinaci¨®n por los ofidios. Dora cambia de piel en Luz del Fuego: metro y medio de mujer en descapotable o paseando por las calles de Copacabana, acudiendo a fiestas ¡ªdonde por lo general no la dejan entrar¡ª totalmente desnuda y con una boa de tres metros anudada al cuerpo. Artista ¡ªodiada y amada pero famos¨ªsima¡ª de variedades, es un cometa fulgurante que, al irse apagando, muta en defensora pol¨ªtica de los derechos de las mujeres y los artistas, en propietaria de una isla naturista ¡ªIsla del Sol¡ª y, finalmente, durante unos d¨ªas, due?a de p¨¢gina de sucesos. Montes se coloca al inicio como personaje (las llamadas quest), pero, por fortuna, en el primer tercio, opta por la biograf¨ªa mediante escenas accionadas por la ficci¨®n. No aparecer¨¢ el Montes detective hasta el final para cerrar y es obvio entonces que no necesit¨¢bamos de ese subterfugio narrativo. El estilo es directo y bien trabajado a la hora de revivir una ciudad y una ¨¦poca y notable la reconstrucci¨®n con luces ¡ªtodas¡ª y sombras ¡ªmuy pocas, y es una l¨¢stima, del submundo donde hubo de trabajar Luz del Fuego¡ª. Montes toma la decisi¨®n valiente de evitar convertir en s¨ªmbolo y met¨¢fora al personaje de Luz del Fuego. Destacan los cap¨ªtulos dedicados al amaestramiento de las serpientes, la noche del Gran Baile de Gala de Carnaval o el asentamiento naturista de la Isla del Sol. En el debe, el que nos hurte los aspectos libertarios de su promiscuidad, el conflicto moral y psicol¨®gico ya se?alado o el tremendo impacto social que debi¨® suponer en la sociedad brasile?a una puesta en escena como la suya, su mera existencia, su simbolog¨ªa adelantada en d¨¦cadas. Una mujer sola y desnuda con serpientes, un enigma que el autor resuelve bien como detective, pero no tanto como novelista.
Luz del Fuego. Javier Montes. Anagrama, 2020. 280 p¨¢ginas. 18,90 euros.
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