La inc¨®moda memoria del exterminio jud¨ªo en los reg¨ªmenes comunistas
Un nuevo ensayo analiza el borrado de la experiencia jud¨ªa bajo el comunismo tras la Segunda Guerra Mundial, donde terminar¨ªa emergiendo un sujeto "supranacional, desetnicizado y secular"
Los pa¨ªses del este de Europa donde tuvo lugar el grueso del Holocausto son los mismos que ten¨ªan (URSS) o adoptaron (Polonia, Hungr¨ªa, Checoslovaquia...) reg¨ªmenes comunistas al terminar la Segunda Guerra Mundial. Cuando en 1991 se vino abajo el tel¨®n de acero, iniciaron el camino hacia la Uni¨®n Europea con dos elementos: inseguridad sobre su identidad nacional y una memoria colectiva en la que el elemento central no era el Holocausto, sino los m¨¢s recientes cr¨ªmenes del comunismo. El encaje de estos elementos en la visi¨®n central y cosmopolita del Holocausto que tiene la UE ha sido complejo, se ha llevado por delante luchas dignas de menci¨®n como la antifascista y ha permitido la instrumentalizaci¨®n de la Sho¨¢ y contribuido a legitimar el fascismo. Esta es la tesis que defiende Jelena Subotic, experta en estudios de la memoria y profesora de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Estatal de Georgia (EE UU), en el ensayo Yellow Star, Red Star: Holocaust Remembrance After Communism (Estrella amarilla, estrella roja: la rememoraci¨®n del Holocausto despu¨¦s del comunismo), recientemente publicado en ingl¨¦s por Cornell University Press.
Con contadas excepciones, como Yugoslavia, estos Estados ven¨ªan de una ¨¦poca, la comunista, en la que el exterminio de seis millones de jud¨ªos quedaba subsumido por la narrativa heroica de la victoria en la Segunda Guerra Mundial y de menciones a las v¨ªctimas sin distinciones. Por ejemplo, en el campo de concentraci¨®n de Buchenwald, entonces en la Alemania del Este, el foco estaba en la persecuci¨®n nazi de los comunistas y la revuelta que lideraron, dejando de lado tanto los miles de jud¨ªos que murieron en el campo como el papel de las tropas de Estados Unidos en su liberaci¨®n. "Este borrado de la experiencia jud¨ªa bajo el comunismo tambi¨¦n continu¨® tras la guerra, ya que la identidad jud¨ªa ¨Cespecialmente su elemento religioso¨C fue ahogada por la nueva construcci¨®n de un sujeto supranacional, desetnicizado y secular", explica. Como se?alaba el historiador Tony Judt, "la inc¨®moda verdad sobre la Segunda Guerra Mundial es que lo que sucedi¨® a los jud¨ªos entre 1939 y 1945 no fue de ni lejos tan importante para la mayor¨ªa de los protagonistas como podr¨ªan desear posteriores sensibilidades".
Tras la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn y el fin de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, se esperaba que los nuevos Estados democr¨¢ticos contribuyesen a la manera de recordar el Holocausto que ya se hab¨ªa desarrollado en el oeste de Europa, donde ocupa un elemento central (con sus museos, sus curr¨ªculos acad¨¦micos adaptados, sus conmemoraciones, etc.) y la excepcionalidad de la Sho¨¢ o el sufrimiento jud¨ªo no est¨¢n en duda. "Pero era una demanda dif¨ªcil y a veces imposible de cumplir. Ese recuerdo del Holocausto no era central para las identidades de estos Estados. Lo que era central para sus identidades era la rememoraci¨®n del comunismo y se estaba pidiendo un juicio a cr¨ªmenes pasados que era amenazador, indeseado y ofensivo para las nuevas narrativas poscomunistas construidas. Sin embargo, para participar en una Europa unida, los Estados poscomunistas no pod¨ªan simplemente rechazar la rememoraci¨®n del Holocausto. Necesitaban una forma de participar en un espacio de memoria europea m¨¢s amplio, pero en sus propios t¨¦rminos".
"Esta rememoraci¨®n del Holocausto no es exactamente negacionismo. Aunque sea problem¨¢tica, no presenta voces que niegan el Holocausto como hecho hist¨®rico o cuestionan sus realidades m¨¢s establecidas. No es tampoco trivializaci¨®n. Aunque el ¨¦nfasis est¨¢ en un sufrimiento ¨¦tnico m¨¢s amplio, es relativamente poco com¨²n escuchar un claro menosprecio hacia la persecuci¨®n de los jud¨ªos. Una forma m¨¢s matizada de entenderlo es 'apropiaci¨®n de la memoria', en la que la memoria del Holocausto se usa para recordar un tipo distinto de sufrimiento, como el sufrido durante el comunismo o por violencia ¨¦tnica perpetrada por otros grupos", escribe Subotic.
Un elemento muy presente en estas narrativas es la externalizaci¨®n de la culpa. En 2016, por ejemplo, la televisi¨®n p¨²blica polaca emiti¨® la oscarizada pel¨ªcula Ida, en la que se sugiere un asesinato de jud¨ªos a manos de polacos, con una advertencia sobre las "inexactitudes hist¨®ricas" de la cinta, recuerda la autora. El Gobierno aprob¨® adem¨¢s en 2018 castigar con hasta tres a?os de c¨¢rcel el uso de la expresi¨®n ¡°campos de concentraci¨®n polacos¡± para referirse a los centros de exterminio situados en el pa¨ªs bajo la ocupaci¨®n nazi, como Auschwitz o Treblinka.
"Al tratar de crear su nueva identidad poscomunista, muchos de estos pa¨ªses se encontraron con el problema de cu¨¢l es su identidad pol¨ªtica", apunta Subotic en una entrevista por tel¨¦fono. "Y el problema es que muchos de ellos eran fascistas la ¨²ltima vez que fueron independientes. Cuando empezaron a criminalizar el comunismo y hablar de que eran villanos aquellos que hab¨ªan sido considerados h¨¦roes en el comunismo, dieron la vuelta al guion y muchos que hab¨ªan sido considerados fascistas o colaboracionistas se convirtieron en nuevos h¨¦roes nacionales solo porque eran anticomunistas. Esta rehabilitaci¨®n de fascistas, colaboracionistas y l¨ªderes de extrema derecha de los 1930 o 1940 es muy peligrosa".
Subotic analiza tres pa¨ªses en su ensayo: Serbia, Croacia y Lituania. En el primero se ha dado a su juicio una "inversi¨®n de la memoria", en la que el Holocausto y sus im¨¢genes "son apropiadas directamente" para representar a otras v¨ªctimas: la mayor¨ªa ¨¦tnica serbia. El caso croata es m¨¢s bien de "divergencia". "Aqu¨ª el Holocausto est¨¢ desconectado de otros cr¨ªmenes genocidas cometidos durante la Segunda Guerra Mundial, a fin de hacer del Holocausto un problema ¨²nicamente nazi (es decir, alem¨¢n) y absolver a la comunidad pol¨ªtica local de su participaci¨®n en ¨¦l". Durante la contienda, los ustasha croatas fueron aliados de los nazis y establecieron un Estado en el que asesinaron a decenas de miles de serbios, jud¨ªos y gitanos.
Para Lituania la autora utiliza el t¨¦rmino "fusi¨®n de la memoria". "El Holocausto est¨¢ directamente combinado con otras atrocidades, como el estalinismo", durante el que el pa¨ªs sufri¨® deportaciones y arrestos masivos. De hecho, para perseguir los cr¨ªmenes de la ¨¦poca comunista aplica la infraestuctura legal desarrollada para hacerlo con los del Holocausto. "En la Europa poscomunista, el papel del malvado est¨¢ reservado para el comunismo como la m¨¢s reciente fuente de opresi¨®n y persecuci¨®n", resume Subotic. "La gran deslegitimaci¨®n del comunismo que ha recorrido Europa desde 1991 ha producido tambi¨¦n una legitimaci¨®n del fascismo, que es reempaquetado, renarrado y reinterpretado para parecer m¨¢s aceptable y educado en el siglo XXI".
Star, Red Star: Holocaust Remembrance After Communism. Jelena Subotic. Cornell University Press. 241 p¨¢ginas.
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