Flann O'Brien: una impostura evidente
Un volumen re¨²ne las dos novelas m¨¢s importantes del autor irland¨¦s, 'El tercer polic¨ªa' y 'En Nadar-dos-p¨¢jaros'. Avanzamos el pr¨®logo en el que Patricio Pron repasa su legado
"No se me proporcionaron calzoncillos y como mi actividad se prolong¨® hasta las profundidades del invierno no dispon¨ªa de la menor protecci¨®n contra el fr¨ªo", se queja Willard Slug, un "vaquero" del Oeste trasplantado a Dubl¨ªn, a pedido del tribunal; naturalmente, ha contra¨ªdo "asma, catarro y diversos trastornos pulmonares" a ra¨ªz de lo exiguo de vestimenta y paga, pero no hay nada natural ni corriente en la oportunidad que se le ofrece de contar sus penurias, en un juicio al autor por parte de sus personajes.
En Nadar-dos-p¨¢jaros fue definido, incluso por sus editores espa?oles, como un libro "incomprensible"; en realidad, no lo es, aunque tal vez s¨ª sea un poco enrevesado. Un joven vive con su t¨ªo ("colorado, ojos como bolitas, barriga de bal¨®n", lo describe) mientras finge sin mucho entusiasmo que prosigue sus estudios; sus aficiones principales consisten, sin embargo, en beber, dormir y escribir una novela que tiene como personaje principal a Dermot Trellis, un "escritor exc¨¦ntrico [que] concibe el proyecto de escribir un libro edificante sobre las consecuencias que acarrean las malas acciones", para lo cual crea un elenco de personajes especializados en estas ¨²ltimas: una especie de diablo irland¨¦s, un personaje "que tiene por misi¨®n asaltar a las mujeres y comportarse en toda ocasi¨®n de un modo indecente", un recadero, una joven del servicio dom¨¦stico, un hermano de la joven deseoso de proteger su honra, Willard Slug, un personaje legendario (quien a su vez narra la historia de Sweeny, el rey loco que recorre el pa¨ªs saltando de ¨¢rbol en ¨¢rbol, en lo que, como record¨® Eamon Butterfield en una edici¨®n anterior de este libro, es una traducci¨®n ?un tanto peculiar? de un texto irland¨¦s antiguo), etc. Quiz¨¢s Trellis piense que existe alguna recompensa a la virtud, por alguna raz¨®n; pero sus personajes no lo hacen, y, cuando descubren que pueden escapar de su voluntad cuando duerme, empiezan a narcotizarlo para llevar una vida "disoluta aunque pintoresca". (Pero van a acabar rompi¨¦ndole las piernas y llev¨¢ndolo a juicio, cosa que excede lo que podr¨ªamos llamar pintoresco, claro).
"Una novela satisfactoria ¡ªpropone O¡¯Brien al comienzo del libro¡ª habr¨ªa de ser una impostura evidente en s¨ª, respecto a la cual pudiese regular a su gusto el lector su grado de credulidad. [¡] Todo el caudal de la literatura existente deber¨ªa considerarse un limbo del que escritores perspicaces pudiesen sacar sus personajes de acuerdo con sus necesidades, creando solo cuando no lograsen hallar un t¨ªtere adecuado ya existente. La novela moderna deber¨ªa ser predominantemente obra de referencia". En Nadar-dos-p¨¢jaros es esa novela de la impostura y el archivo, pero tambi¨¦n lo son La boca pobre (1941), su extraordinaria s¨¢tira de la literatura memorial¨ªstica en ga¨¦lico, La vida dura (1960), Cr¨®nica de Dalkey (1964) y, especialmente, su segunda novela, El tercer polic¨ªa (1939, publicada en 1967), y, en realidad, la obra que, como cuenta en En Nadar-dos-p¨¢jaros, O¡¯Brien estaba escribiendo en sus a?os de estudiante, viviese en la casa de su t¨ªo o no. En El tercer polic¨ªa hay al menos un crimen, hay dos, incluso tres polic¨ªas, hay una sentencia improvisada y un pat¨ªbulo, todas cosas habituales en las novelas policiacas con las que, sin embargo, no puede ser confundida, ya que en ella, tambi¨¦n, hay fantasmas, regiones en las que el tiempo se detiene, cojos que se atan entre s¨ª para poder desplazarse como una persona corriente, cajas tan min¨²sculas que escapan a la vista y un inter¨¦s quiz¨¢s excesivo de los personajes en el robo de bicicletas. Una vez m¨¢s, el narrador carece de nombre, una pr¨¢ctica de O¡¯Brien al menos singular, si se considera que el autor (nacido Brian O¡¯Nolan u ? Nuall¨¢in) no escatim¨® en seud¨®nimos: Myles na gCopaleen, Myles na Gopaleen, Brother Barnabas, George Knowall, Stephen Blaskeley, Flann O¡¯Brien; pero el resto de los personajes de la novela s¨ª lo tiene, incluyendo el alma del narrador, llamada Joe, John Divney, el amigo-enemigo causante de su infortunio, el asesinado y, por supuesto, De Selby, el fil¨®sofo, cuya obra (exc¨¦ntrica, inquietante, contradictoria) es el principal objeto de la codicia del narrador.
"Muchas opiniones mantenidas por gran parte de la cr¨ªtica sobre De Selby y sus teor¨ªas eran interpretaciones err¨®neas basadas en lecturas inadecuadas de su obra", afirma el narrador. Pero la obra de O¡¯Brien est¨¢ presidida por la certeza de que no hay nada parecido a una lectura err¨®nea, puesto que esta solo podr¨ªa ser sancionada como tal por el autor si este tuviese alguna autoridad y/o si estuviese all¨ª cuando la lectura descarrila, cuando se aparta de lo previsto. Sus personajes tienen lo que Laurence Sterne llam¨® "hobby-horses", las man¨ªas y fijaciones de los c¨¦libes a las que estos se montan como a caballitos de madera para observar el mundo desde la seguridad de una cabalgadura, como hace el polic¨ªa Fox, el tercero, quien "cierto 23 de junio [¡] estuvo a solas con MacCruiskeen en una habitaci¨®n durante una hora, y [¡] desde entonces [MacCruiskeen] esta? loco como una chota y m¨¢s loco que una cabra loca", pero tambi¨¦n De Selby, quien estuvo durante un tiempo "obsesionado con los espejos", a los que recurr¨ªa con tanta frecuencia que ?acabo? por afirmar tener dos manos izquierdas y vivir en un mundo arbitrariamente limitado por un marco de madera?.
Una observaci¨®n err¨®nea genera inevitablemente un hobby-horse que da pie invariablemente a un mundo que no es err¨®neo ni correcto, sino tan solo una variante del que conocemos. "De Selby mantiene la costumbre de se?alar falacias en conceptos ya existentes, para despu¨¦s establecer tranquilamente su propio modelo en lugar del que afirma haber demolido", se nos dice. O¡¯Brien opera igual. Uno de los problemas centrales de su obra es el del narrador. ?Qui¨¦n narra? ?Y por qu¨¦? ?Qu¨¦ nos lleva a creer que conoce lo que cuenta? ?Y qu¨¦ nos dice que su control sobre su narrativa es absoluto? Al narrador de En Nadar-dos-p¨¢jaros le parece singular¨ªsimo que un escritor, en este caso Dermot Trellis, pueda concebir un personaje ya adulto desde su nacimiento; pero el asunto solo puede resultar llamativo en el mundo de Trellis: en contrapartida, a los personajes de El tercer polic¨ªa no les llama en absoluto la atenci¨®n que el tiempo sea circular, que haya un ascensor que comunique con La Eternidad ("La barba no crece y si uno ha comido, no tiene hambre, y si uno tiene hambre, no tiene m¨¢s hambre. Una pipa humeara? todo el d¨ªa sin consumirse, y un vaso de whisky siempre estar¨¢? lleno sin que importe cu¨¢nto beba"), que los muertos tomen el t¨¦ de manera mec¨¢nica; quiz¨¢s el libro haya sido escrito por De Selby, acerca de cuyo juicio existen fundadas dudas, incluso entre sus ex¨¦getas. Como afirm¨® alguien, En Nadar-dos-p¨¢jaros es ?una novela acerca de novelas que se escriben a s¨ª mismas?; pero lo mismo puede decirse de El tercer polic¨ªa y de la totalidad de los libros de Flann O¡¯Brien, casi todos ellos rechazados por las editoriales de su tiempo, apenas tomados en consideraci¨®n por la cr¨ªtica literaria de la ¨¦poca o, directamente, v¨ªctimas del infortunio, como le sucedi¨® a En Nadar-dos-p¨¢jaros, una buena parte de cuya tirada fue destruida cuando el dep¨®sito de la editorial que la hab¨ªa publicado fue alcanzado por una bomba durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero la bomba es la literatura misma de O¡¯Brien, todav¨ªa exc¨¦ntrica y desafiante. Al igual que el J. G. Farrell de Disturbios (1970), O¡¯Brien asisti¨® al final de una ¨¦poca, a la que la Primera Guerra Mundial y su promesa no cumplida de que ser¨ªa la ¨²ltima puso fin de manera cruenta, pero tambi¨¦n al derrumbe del Imperio brit¨¢nico, la independencia de Irlanda tras la guerra mantenida entre el Reino Unido y el Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s entre 1919 y 1921 y otra guerra mundial; un tiempo, en palabras de Farrell, "de cambio, inseguridad y deterioro" en el que el problema de la autoridad se vio puesto de manifiesto con especial dureza: la asfixia que constituye el fondo de sus novelas, el hartazgo de las convenciones sociales, del estancamiento y la pobreza fueron su respuesta a esos tiempos.
O¡¯Brien forma parte de la primera plana de los escritores irlandeses del siglo XX junto a James Joyce (O¡¯Brien inaugur¨® con un pu?ado de amigos la pr¨¢ctica de celebrar el Bloomsday, en 1954) y a Samuel Beckett, pero su sombra es m¨¢s alargada, y se proyecta hacia atr¨¢s (existe un v¨ªnculo evidente entre sus libros y los de Jonathan Swift, as¨ª como con el Tristram Shandy, de Sterne, y la ruidosa perplejidad de Buster Keaton) al igual que hacia delante: sin ¨¦l, es posible que no hubiesen existido Spike Milligan, el humor de los Beatles, los Monty Python, la novela posmoderna. De manera m¨¢s general, no existir¨ªa el g¨¦nero de las obras que se fagocitan a s¨ª mismas tras haber devorado todo lo que est¨¢ a su alcance, que en el caso de O¡¯Brien eran la prensa de sucesos, las novelas piadosas, las baladas tradicionales, las novelas de vaqueros, la literatura tradicionalista ga¨¦lica. Qui¨¦n ejerce la autoridad, incluso en las novelas, es un tema central de su literatura, pero tambi¨¦n de las obras de los autores mencionados. "No habr¨¢ nadie como ellos", dice el Bonaparte ? C¨²nasa de La boca pobre, y, aunque esto tal vez no sea especialmente lamentable, dada su (muy ga¨¦lica) miseria y desesperaci¨®n, s¨ª constituye una p¨¦rdida evidente para la literatura. Pero est¨¢n sus libros, que abren una puerta a una rebeli¨®n hilarante, el tipo de respuesta al poder que proviene del humor y de la anarqu¨ªa. Dylan Thomas, James Joyce, Samuel Beckett, Graham Greene, Jorge Luis Borges, William Saroyan, Anthony Cronin y Guillermo Cabrera Infante est¨¢n entre sus ilustres lectores, y ahora usted. Bienvenida/o a esta sucesi¨®n de explosiones.
El tercer polic¨ªa & En Nadar-dos-p¨¢jaros. Flann O'Brien. Traducci¨®n de H¨¦ctor Arn¨¢u y Jos¨¦ Manuel ?lvarez. N¨®rdica. 504 p¨¢ginas. 23,95 euros. Se publica el 29 de junio.
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