El misterio del ¡®d¨¦j¨¤ vu¡¯
La reciente pol¨¦mica provocada por dos obras vegetales marcadamente parecidas vuelve a abrir el debate sobre la originalidad en el arte
Piense en el 22 de junio de 2020. Cinco de la tarde. La primera libre tras el estado de alarma. El Liceo de Barcelona abre sus puertas v¨ªa streaming con un Concierto para el bioceno. Dos mil doscientas noventa y dos plantas escuchan un cuarteto de cuerda entonando Crisantemi, de Puccini, una triste melod¨ªa que suele colarse en los funerales. De un duelo naci¨®. Puccini la compuso una noche de 1890 al enterarse de la muerte de Amadeo de Saboya, el fugaz rey de Espa?a, llevando al t¨ªtulo esa planta que tanto simboliza un fin de etapa. En ello pens¨® Eugenio Ampudia cuando le llam¨® V¨ªctor Garc¨ªa de Gomar. Se conocen desde que el actual director del Liceo oficiaba en el Palau de la M¨²sica, donde Ampudia pas¨® una noche en 2015 para su serie D¨®nde dormir. Pronto surgi¨® un proyecto cuya imagen ha dado la vuelta al mundo: un concierto vegetal que habla de nuestra condici¨®n de espectadores y que el artista dice destilar de todo lo que ha vivido estos meses atr¨¢s, cuando las plantas de su casa ganaron terreno a la vida entonces paralizada por la pandemia. Tras la idea de la comisaria, Blanca de la Torre, est¨¢ abrir esas cr¨ªticas sobre el Antropoceno tan dadas a la culpa para volver a colocar la vida en el centro: ese bioceno del t¨ªtulo como una comunidad de especies dispares que, pese a la diferencia, cultiva las condiciones necesarias para la supervivencia. Met¨¢fora de un ecosistema art¨ªstico empolvado, ahora, de pol¨¦mica.
Bajo un contexto te¨®rico totalmente diferente, tambi¨¦n Perejaume ha trabajado desde hace a?os con plantas, butacas, bot¨¢nica ventada y biofon¨ªas de la vegetaci¨®n. Tambi¨¦n con el Liceo, ya que decor¨® su interior. Su idea de llenar una platea de ¨¢rboles de vivero es una imagen que sale en sus textos de Pag¨¨siques (2011), acci¨®n que materializ¨® en Salt (Girona). Fue el cartel de la 29? edici¨®n del Festival de Peralada y en 2006 la galer¨ªa NoguerasBlanchard la utiliz¨® para presentar al artista en su espacio de Madrid. El a?o pasado, como guinda de la Bienal de Pensamiento del CCCB se present¨® una pieza esc¨¦nica con p¨²blico humano confrontado a otro forestal, y que conectaba con el libro El ¡°potser¡± com a p¨²blic, publicado primero junto a otros textos en 2008 y de manera independiente en 2014, sobre la posibilidad de los ¨¢rboles y las plantas de ser espectadores. As¨ª lo ha trasladado tambi¨¦n a la publicidad sobre el Auditorio Nacional de Catalu?a esta temporada: plantas a modo de peque?o ensayo de bosque. Una idea que la peque?a pantalla ha llevado a su formato mainstream durante el confinamiento: la maceta como figurante estrella de plat¨®s de televisi¨®n vac¨ªos de gente.
Muchos ven en la acci¨®n del Liceo una imagen de pirotecnia publicitaria que hubiera tenido m¨¢s l¨®gica y mejor fortuna en manos de Perejaume. Por contra, otros ven en la acci¨®n de Eugenio Ampudia un s¨ªmbolo que funciona como punto de partida para reformular un presente al que le falta el aire. Al debate, tambi¨¦n. Los certificados de autenticidad de las ideas son uno de los caminos m¨¢s resbaladizos y, a la vez, m¨¢s transitados del arte contempor¨¢neo. Ni esquiv¨¢ndolo a conciencia consigues salir ileso de esa cultura del remix que tanto apremia en el arte contempor¨¢neo. El contexto global y la avalancha informativa contribuyen a borrar la brecha entre autor y p¨²blico, y por ese l¨ªmite exiguo la obra de arte se abre paso intentando reflexionar sobre todas estas relaciones sin pretender originalidad. Por ah¨ª pasa toda una generaci¨®n de artistas que hacen de la reapropiaci¨®n una nueva filosof¨ªa, de Angela Bulloch a Jos¨¦ Ram¨®n Amondarain. Mientras, la teor¨ªa cr¨ªtica reflexiona sobre esa idea de ¡°autenticidad fingida¡±, tratando de despojar las dudas entre la copia, lo falso y el original, algo que la tradici¨®n, de Nietzsche a Adorno, ten¨ªa claro lo de abandonar cuanto antes la ¡°loca ilusi¨®n de la verdad¡±.
El original y la copia se parecen pero al mismo tiempo se traicionan. Una relaci¨®n que, a su vez, cuestiona los opuestos binarios de lo aut¨¦ntico/falso, serio/fr¨ªvolo, necesario/superfluo, universal/espec¨ªfico. El propio Olafur Eliasson, que poste¨® en su Instagram las maravillas de la reapertura del Liceo, se ha visto en la disyuntiva de la casu¨ªstica est¨¦tica con las luces de colores de Feeling Are Facts (2010) y las de Ann Veronica Janssens en Mist Room (1999). Misma bruma azul y misma bruma rosa. Jeff Koons hizo un Balloon Dog en 1995 y Paul McCarthy lo repic¨® en 2005, aunque el suyo intencionadamente. Imposible no pensar en Perfect Lovers, de F¨¦lix Gonz¨¢lez-Torres, al ver las parejas de relojes en manos de artistas como Dieter Kiessling (1992), Cildo Meireles (1992), Peter Regli (1998), Pedro Torres (2011) o Kendell Geers (2011). La calavera de platino de Damien Hirst es bien conocida, pero antes fue T¨¤pies quien elev¨® al cr¨¢neo a la categor¨ªa de arte (1988). Cuando Barcel¨® instal¨® en 2010 su elefante de pie sobre su trompa en CaixaForum Madrid, Daniel Firman lo hab¨ªa hecho en el Palais de Tokyo en 2008. Casi id¨¦nticos. Fina Miralles se plantaba como un ¨¢rbol en 1973 mientras que Keith Arnatt lo hac¨ªa en 1969. Y antes de que Wilfredo Prieto plantara una c¨¢scara de pl¨¢tano en el suelo (2006), Olivier Babin lo hizo en 2005 y Adriana Lara en 2008. M¨¢s tarde, Maurizio Cattelan lo coron¨® en Art Basel.
En ese d¨¦j¨¤ vu es f¨¢cil preguntarse d¨®nde est¨¢ el artista. Para Isidoro Valc¨¢rcel Medina, decir p¨²blicamente lo que ya se sabe es la quintaesencia de la inutilidad. Algo as¨ª como copiarse a uno mismo. Una colisi¨®n creativa de fuerzas por donde merodea un presente inc¨®modo lleno de equ¨ªvocos, dando vueltas a la originalidad, el valor est¨¦tico, las im¨¢genes de Internet, el rechazo de la autoridad, la democratizaci¨®n del arte, la socavaci¨®n de la autenticidad y la creaci¨®n de autenticidad. Sobre ello reflexionaba en 2012 el Museo de Arte de Karlsruhe con la mayor exposici¨®n hasta la fecha de esta piedra en el zapato. Tambi¨¦n entraba en ello la exposici¨®n Fake. No es verdad, no es mentira, de Jos¨¦ Luis Marzo, en el IVAM (2016), y propuestas como la de Cristina Garrido en Querer parecer noche (CA2M, 2018), cuando puso al copista Rom¨¢n Bl¨¢zquez a pintar en vivo las vistas de la exposici¨®n. Un d¨¦j¨¤ vu, a su vez, del Museo del Prado y copistas (y artistas) como Antonio Ram¨ªrez R¨ªos, conocido como el otro Vel¨¢zquez, fallecido hace apenas un mes. Vayan estas l¨ªneas como peque?o homenaje.
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