La s¨¦ptima cara del dado
Una reflexi¨®n sobre el apag¨®n y el silencio como pr¨¢cticas art¨ªsticas a partir de una muestra, un libro y las muertes de Arnau Puig y Christo
Para A. P. in memoriam
El fil¨®sofo. Pocas semanas despu¨¦s de cumplir 94 a?os, un hombre casi anciano pero de alma joven entr¨® por su propio pie en un hospital de Barcelona. Pidi¨® que le ingresaran, pues ten¨ªa dolencias intestinales y una fastidiosa bronquitis. As¨ª se lo dijo a su m¨¦dico, un viejo conocido tras demasiados a?os de idas y venidas al mismo dispensario, es m¨¢s, se acababan de decir ad¨¦u, passi-ho b¨¦ justo con la llegada de la primavera y el pa¨ªs en pleno colapso sanitario. Invadido por el desasosiego, el doctor ¡ªque se conoc¨ªa el historial del visitante como si fueran las notas de clase de sus hijos¡ª le rog¨® que volviera a casa y se entregara a la atenci¨®n escrupulosa de su cuidadora, que all¨ª en el hospital corr¨ªa m¨¢s peligro y en caso de precisar un respirador no pod¨ªa garantiz¨¢rselo, estaban ingresando muchos pacientes a los que deb¨ªan dar prioridad. Una gratitud tremenda se arremolin¨® en el pecho de aquel abuelo achacoso. Nadie, ni su experiencia como padre, profesor, embajador cultural o cr¨ªtico de arte, le hab¨ªa predispuesto ante una situaci¨®n tan sincera, tan ajustada al existencialismo, ¨¦l, que toda su vida hab¨ªa tratado de acomodarlo en una explicaci¨®n definitiva. ?Para qu¨¦ existimos? ?Somos realmente libres? ?La voluntad, la voluntad! El fil¨®sofo lleg¨® a esa oscura certidumbre de que lo mejor de la vida ya hab¨ªa pasado. ¡°Los j¨®venes, ?claro! Gracias, gracias¡±.
La noche se estanc¨® en la ciudad, y despu¨¦s el d¨ªa, silencioso. Un viol¨ªn comenz¨® a sonar desde una ventana cercana a la casa del ¨²nico superviviente del grupo vanguardista Dau al Set. Arnau Puig acababa de morir en su casa de la calle de Bail¨¦n tras ¡°una larga enfermedad¡±. Se fue en el momento justo, como si le hubiera alcanzado una bala. Hasta dos semanas despu¨¦s, su ¨²nica hija, Rosa Puig i Villaub¨ª, no pudo viajar desde Madrid para recoger las cenizas. En Montju?c, en el sendero que conduce a la Fundaci¨®n Mir¨®, un esqueje de pino que crece aprisionado ¡ªacorazado¡ª en una roca hace m¨¢s peque?a la infinita distancia que abri¨® el fil¨®sofo de ¡°la s¨¦ptima cara del dado¡±. ¡°?Un delirio rupturista!¡±, sol¨ªa decir de su trozo de naturaleza preferido. Aquel ¨¢rbol enano que cruj¨ªa el granito era el papel que corta la piedra, el apag¨®n. En esa rotura ocurre casi todo, la tirada de un dado que insiste en el n¨²mero imposible. M¨¢s all¨¢ de la aver¨ªa, no hay respiradores, s¨®lo espect¨¢culo.
El artista. En 1962, Christo y Jeanne-Claude hicieron que la condici¨®n y el emplazamiento de la pieza art¨ªstica pasara de la relativa intimidad del estudio a escenarios arquitect¨®nicos y espacios ciudadanos. Su primera obra ostentosa fue la colocaci¨®n de 240 barriles de petr¨®leo apilados en la Rue Visconti de Par¨ªs como r¨¦plica a la construcci¨®n del muro de Berl¨ªn, iniciando un tipo de intervenci¨®n de enorme efecto medi¨¢tico en el momento en que la cultura de consumo adquir¨ªa un predominio universal. El colapso, la grieta, se hac¨ªa etiqueta. La frase de Yves Klein ¡°no somos artistas que se sublevan, sino artistas que est¨¢n de vacaciones¡± se adelant¨® a la era de las salas de Turbinas. Desde entonces, en el mercado de abastos del arte el espacio desierto de una galer¨ªa o un edificio a oscuras adquieren el plus de ¡°espacios m¨ªsticos¡± cuyas convenciones de exhibici¨®n se atrapan como un im¨¢n a las de los grandes almacenes.
M¨¢s cerca en el tiempo, la Bienal de S?o Paulo de 2008 sustituy¨® el montaje tradicional de un gran evento por un espacio experimental para performances, un ¡°lugar para liberar energ¨ªas¡±, seg¨²n su comisario, Ivo Mesquita, que incluy¨® una biblioteca con los archivos de los 58 a?os de historia del evento y documentaci¨®n de las otras 200 bienales de todo el mundo. El ¡°silencio artificial¡± de aquella antibienal, celebrada en medio del abatimiento econ¨®mico mundial, fue interrumpido por una ¡°trivu¡± de grafiteros que rociaron las paredes sin obra en protesta por el ¡°vac¨ªo impuesto¡± al edificio de Niemeyer, en el pulm¨®n de Ibirapuera.
En las artes visuales, el apag¨®n suele ser un recurso m¨¢s po¨¦tico que material, el ojo se toma una tregua y el o¨ªdo (la memoria) se pone a trabajar. Los blackout y conciertos para apagar, de Tres (Barcelona, 1956-2016), son acciones silenciosas que consisten en el cese gradual de actividad de espacios tecnol¨®gicos, edificios, elementos naturales (una cascada) o comunidades (un pueblo entero). La documentaci¨®n de estos trabajos se incluye en la exposici¨®n del Macba ?Acci¨®n! Una historia provisional de los 90. Antes de clausurar la muestra, el 30 enero de 2021 se producir¨¢ el apag¨®n (?plus encore!) del museo, seg¨²n un antiguo proyecto ideado por Tres, que dirigir¨¢ el ¡°escuchador¡± de edificios Michel Libera.
El comisario. Valent¨ªn Roma publica su ¡°manifiesto tentativo¡±, Diecinueve apagones y un destello, un racimo de microensayos extravagantes, insolubles, pero llenos de brillos y reflejos donde desfilan personajes hist¨®ricos, pensadores, poetas y artistas como Dieter Roth, Susan Sontag, Juana de Arco, Alexander Kluge, Pasolini, Francis Bacon, Morandi, Sigmund Freud y su nieto el pintor. Podr¨ªan titularse asimismo ¡°diecinueve destellos y un apag¨®n¡±, pues en cada cap¨ªtulo coexisten el fulgor y las tinieblas. Nueva York, 1964. La ciudad sufre un fallo el¨¦ctrico general. Ren¨¦ Burri coge su Leica y salta a la calle con ocho rollos de pel¨ªcula. Lo que las cr¨®nicas period¨ªsticas de la ¨¦poca describen con alarmismo ¡ªel tumulto de las gentes, saqueos y atascos¡ª lo desdicen los negativos de Burri, que permanecieron guardados durante d¨¦cadas y que en 2009 vieron la luz, descubriendo a los neoyorquinos ¡°presas de un notable aburrimiento¡±. Aquellos clich¨¦s ¡°ajenos a la llegada de la luz¡±, escribe Valent¨ªn Roma, ¡°solo ilustran una parte muy peque?a de los tiempos, aquella donde las personas se toman una tregua necesaria¡±. Esa ¨²ltima cara de la realidad en la que nadie crey¨® era, ?s¨ª!, el destello.
?Acci¨®n! Una historia provisional de los 90. Macba. Barcelona. Hasta el 7 de febrero de 2021.
Diecinueve apagones y un destello. Valent¨ªn Roma. Editorial Arcadia. Barcelona. 169 p¨¢ginas. 17 euros.
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