?D¨®nde vas, triste de ti?
?Qui¨¦n dijo que en agosto nunca pasa nada? Ah¨ª van tres o cuatro detallitos: Covid, Beirut, Juan Carlos... y Shakespeare
1. Cosas de agosto
?Qui¨¦n dijo que en agosto (el mes que ¡°fr¨ªe el rostro¡±) nunca pasa nada? Perm¨ªtanme que me centre en tres o cuatro detallitos de ahora mismo: los brotes de covid-19 rebrotan por doquier con parejo entusiasmo al de las rosas en mayo (ya s¨®lo falta un pellizquito para llegar a los 20 millones de contagios urbi et orbi: todo un r¨¦cord que merecer¨ªa una fiesta global, con Trump, Bolsonaro y alguno m¨¢s que me s¨¦ en la tribuna de oradores); el turismo, nuestra primera (?ay!) fuente de ingresos, lleva camino de irse al carajo con la misma rotundidad con que los esp¨ªritus inmundos refugiados en los cerdos de Gadara se precipitaron al abismo (Mateo VIII, 28-34); Beirut casi desaparece del mapa, y esta vez no por culpa de las bombas de racimo israel¨ªes, sino por el castillo de fuegos artificiales provocado por la explosi¨®n de casi 3.000 toneladas de nitrato de amonio utilizado para fertilizantes y bombas. Y, si quieren que ponga el foco m¨¢s cerca, resulta que el valetudinario y tenorio (al fin y al cabo, don Juan es, con Celestina y Quijote, uno de los tres grandes mitos literarios universales de raigambre hisp¨¢nica), y ahora-no-rey (pero s¨ª desde 1975 hasta 2014) se marcha/larga/escapa/huye casi subrepticiamente (al parecer, ignoran su paradero incluso algunos conspicuos miembros de este Gobierno un tanto esquizoide) y se refugia en otro pa¨ªs dej¨¢ndonos a todos con un palmo de narices y un buen quilombo (?para cu¨¢ndo la RAE incorporar¨¢ al DRAE el expresivo pifostio?). La zapatiesta que la movida regia (o, al menos, em¨¦rita) ha dejado atr¨¢s es de cuidado, aunque deber¨ªamos estar acostumbrados: casi todos los monarcas espa?oles de los ¨²ltimos dos siglos han conocido alguna forma de exilio (tambi¨¦n, por cierto, los presidentes de las rep¨²blicas). Ahora, de nuevo, republicanos m¨¢s o menos confesos (els catalans no tenim rei, exclama Torra, President de la no-rep¨²blica catalana, volviendo a confundir meton¨ªmicamente la parte con el todo) y mon¨¢rquicos (juancarlistas o filipinos o vayaustedasaber) se aprestan a jugar de nuevo sus antiqu¨ªsimas bazas excluyentes, sin reparar en que, quiz¨¢s, la soluci¨®n al conflicto resida en buscar imaginativamente en otra ¡°mesa de negociaci¨®n¡± una forma de no-gobierno que acabe con todas las formas de gobierno, y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria. Me quedo, para terminar, con una frase que siempre me da que pensar del Ricardo II de Shakespeare, en la que este rey (monarca incompetente, pero hombre admirable, nada que ver con el em¨¦rito) defiende el derecho divino que le asiste, seg¨²n la concepci¨®n medieval de la monarqu¨ªa (acto III, 2): ¡°Ni toda el agua del mar embravecido / puede lavar el ¨®leo de un rey ungido. / El soplo de los simples mortales no puede deponer / al diputado que ha elegido el Se?or¡±. Y es que hay que aprender a separar, igual que hizo Ernst Kanterowicz (que se inspir¨® bastante en la figura del shakesperiano Ricardo II) en su fundamental Los dos cuerpos del rey, un estudio de teolog¨ªa pol¨ªtica medieval (1957; Akal, 2012) el cuerpo ¡°natural¡± del monarca (el del hombre, con sus miserias y vicios) del cuerpo ¡°espiritual¡±, que es el que trasciende al individuo y da continuidad a la instituci¨®n (entonces) considerada de derecho divino. En cuanto a mis preferencias, y para que mis improbables vean que no evito comprometerme, por ahora me quedo con la rep¨²blica hereditaria y centralizada de amazonas y consejos obreros libremente elegidos, y salga el sol por Antequera.
2. Sierra
Dentro del subg¨¦nero editorial ¡°pandemia¡±, hoy tan abarrotado de textos pertenecientes a todos los g¨¦neros, incluidos diarios escritos durante el confinamiento (me ha interesado especialmente La vida en suspenso, de Jordi Doce, en F¨®rcola), el libro que se lleva la palma en n¨²mero de ejemplares vendidos es, sin duda, El mensaje de Pandora, de Javier Sierra, con el que Planeta ha conseguido situarse de nuevo en el top del top. La f¨®rmula exitosa de Sierra (Teruel, 1971), que en esta ocasi¨®n ha recurrido a una ficci¨®n did¨¢ctico-epistolar entre t¨ªa (Pandora) y sobrina (Arys), reposa en una mezcla de claridad expositiva, lenguaje directo, dosis moderada de erudici¨®n cient¨ªfico-hist¨®rica (las sucesivas pandemias) salpicada con an¨¦cdotas y curiosidades, y cierta tendencia a ese tipo de esoterismo m¨¢s o menos milenarista que tanto agrada a las audiencias televisivas de medianoche. Sierra, que ha escrito este libro durante su confinamiento, reformula las ¡°grandes preguntas¡± bas¨¢ndose en las teor¨ªas del bi¨®logo molecular Francis Crick (1916-2004) ¡ªque, entre otras cosas plante¨® la posibilidad que las mutaciones de los primeros hom¨ªnidos podr¨ªan haber sido causadas por microrganismos procedentes de otro planeta¡ª, y, en general, por todos los partidarios de la teor¨ªa de la panspermia (entre otros, Hermann Richter, Svante Arrhenius, Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe), que creen que la vida est¨¢ dispersa en todo el universo y que llega a las galaxias transportada y distribuida por el polvo espacial, los meteoritos, los asteroides y otros cuerpos, incluso, en el fuselaje de ingenios y naves enviadas al espacio. Partiendo de todas esas hip¨®tesis, la vida en la Tierra podr¨ªa haber sido importada del espacio exterior para, posteriormente, evolucionar. Y, atenci¨®n: los virus, tambi¨¦n. Sierra se apoya en el astrobi¨®logo y matem¨¢tico brit¨¢nico-cingal¨¦s Chandra Wickramasinghe, que afirm¨® recientemente que el coronavirus se origin¨® a partir de un meteorito que cay¨® no lejos de Wuhan en octubre de 2019: ?bingo!. Ignoro lo que habr¨¢ de cierto en todo esto, pero recon¨®zcanme que la teor¨ªa mola cantidad. Lo que no entiendo es por qu¨¦ todav¨ªa no la adoptado el se?or Trump, tan proclive a lo mist¨¦rico, sobre todo en sus horas m¨¢s bajas. Por lo dem¨¢s, el libro entretiene, quita el muermo y se lee en dos horillas de confinamiento sin mascarilla y con un refresco cerca.
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