Pico della Mirandola, elogio de la simpat¨ªa
Para Pico della Mirandola, amor y conocimiento se acompa?an, pues no puede amarse lo que se desconoce y no puede buscarse lo que de alg¨²n modo no se ama

Var¨®n de ingenio eficaz y multiforme, dispuesto a experimentar todas las corrientes espirituales que salieran a su encuentro, por rec¨®nditas o ex¨®ticas que fueran, Pico della Mirandola fue el prototipo del humanismo renacentista. Bello, distinguido, estudioso y viajero infatigable, vivi¨® intensamente y muri¨® en extra?as circunstancias con apenas 31 a?os. Sus dotes intelectuales (pose¨ªa una extraordinaria memoria) le hicieron alimentar una ambici¨®n secreta: conciliar todas las filosof¨ªas. Con 14 a?os ingresa en la Universidad de Bolonia, con 16 rapta a la gentil Margarita de Medici, a la que al poco tiempo devuelve haciendo gala de su exquisita educaci¨®n. Cultiva el amor cort¨¦s, compone poemas, frecuenta a Marsilio Ficino y al poeta Angelo Poliziano, que se convertir¨¢ en amigo de por vida. Tras estudiar filosof¨ªa griega, ¨¢rabe y jud¨ªa, el hermetismo y la magia oracular de ¨®rficos y caldeos, convoca en Roma el primer congreso mundial interfilos¨®fico. Una disputatio abierta a pensadores de tolas las procedencias. Escribe para la ocasi¨®n las Novecientas conclusiones de todas las clases de ciencias, donde recoge tesis filos¨®ficas, cabal¨ªsticas y teol¨®gicas. Acaba de cumplir 24 a?os y busca una pax philosophica, como har¨¢ despu¨¦s Leibniz. Su arsenal, 400 tesis entre Plat¨®n, Arist¨®teles, escol¨¢sticos, averro¨ªstas, neoplat¨®nicos, ¨¢rabes, pitag¨®ricos, herm¨¦ticos, cabalistas (47 de m¨ªstica jud¨ªa), or¨¢culos d¨¦lficos y caldeos, y otras 500 tesis propias. Todo ello para mostrar que est¨¢n de acuerdo en lo esencial.
Redacta una alocuci¨®n inaugural para el congreso que se convertir¨¢ en el texto m¨¢s importante del Renacimiento. Pero el simposio no llega a celebrarse y concluye antes de empezar con la condena pontificia. Siete de sus tesis se declaran her¨¦ticas y seis sospechosas de serlo. Huye a Francia y finalmente es encarcelado. Rodrigo de Borgia lo redime y se refugia en la Florencia de los Medici. Lorenzo el Magn¨ªfico le cede una villa en Fiesole, donde redactar¨¢ sus comentarios a los Salmos y el Heptaplus, una interpretaci¨®n jugosa del G¨¦nesis. En sus ¨²ltimos a?os se retira con el dominico Savonarola, promotor de las hogueras de las vanidades, donde se invitaba a los ciudadanos a arrojar libros licenciosos y objetos de lujo o superfluos. En 2007 se desenterraron los cuerpos de Pico y Angelo, que yac¨ªan en el convento de San Marcos de Florencia. Se encontraron restos de ars¨¦nico en ambos. Los investigadores sospechan que muri¨® envenenado, v¨ªctima de las disputas entre el poder papal, los Medici y radicales como Savonarola.
Se ha dicho que el Renacimiento, m¨¢s que una ¨¦poca, fueron unos cuantos esp¨ªritus libres (Leonardo, Pico, Miguel ?ngel, Erasmo), que crearon una atm¨®sfera que ensanch¨® el espectro de los motivos y las investigaciones, nutri¨¦ndose de tradiciones hasta ese momento olvidadas. Fue posible gracias a los mecenas, que permit¨ªan trabajar al margen del escolasticismo (esa especie de nepotismo intelectual) y de la uniformizaci¨®n del pensamiento que imponen las instituciones. Pico ha conocido en Bolonia el derecho, en Par¨ªs la escol¨¢stica, en Padua la filosof¨ªa de Averroes y el aristotelismo, en Florencia el platonismo de Ficino, en Ferrara la m¨ªstica jud¨ªa de Elia del Medigo, en el convento de San Marcos la devoci¨®n de Savonarola (le ense?ar¨¢ que vale m¨¢s amar a Dios que conocerle, y que sin ese amor no se lo encuentra). Un impulso arrollador de estudio y aprendizaje que pretende revivir la historia entera del pensamiento (fuera quedan China y la India).
?Qu¨¦ es el hombre para Pico? El hombre es el engarce entre el cosmos y Dios, esa es su dignidad
?Qu¨¦ es el hombre para Pico? El hombre es el engarce entre el cosmos y Dios, esa es su dignidad. Necesita a ambos: orden y orientaci¨®n. Respecto al cosmos, Pico asume el esquema neoplat¨®nico. El universo sigue un curso circular en el que coinciden el primer principio y el ¨²ltimo fin. Como en la vida humana, la primera fase es de expansi¨®n, la segunda de recogimiento. Primero, fabricarse un ego; luego, desmontarlo, cuando el magnetismo de lo divino (la gravedad de la gracia) se sienta con m¨¢s fuerza, cuando la multiplicidad ans¨ªe retornar al Uno. Ese cosmos, donde todo est¨¢ vivo, tiene tres niveles. El mundo inmaterial de los significados, m¨¢s all¨¢ de los astros. El mundo a¨¦reo de la imaginaci¨®n (reminiscencia del mundo imaginal de los suf¨ªes), desde el cual se mueve la materia y donde se producen las visiones que rigen los deseos. Y el mundo sublunar, donde se concreta y manifiesta lo que se cuece en el anterior. Los tres mundos son complementarios. Y esa necesidad que tienen unos de otros se manifiesta en un cuarto mundo: el hombre. Esa es la gran aportaci¨®n de Pico a la antropolog¨ªa herm¨¦tica. El cuarto mundo encierra los otros tres.
Siete de sus tesis se declaran her¨¦ticas y seis sospechosas de serlo. Huye a Francia y finalmente es encarcelado
La singularidad humana radica en que no tiene naturaleza, sino que ha de fabric¨¢rsela. ¡°Ad¨¢n, tendr¨¢s la forma y funci¨®n que desees. Te colocar¨¦ como eje del universo. No ser¨¢s mortal, ni inmortal; ni de la tierra o del cielo. Podr¨¢s transformarte en lo que desees, descender a la forma m¨¢s abyecta o renacer entre los dioses¡±. En el ser humano hay semillas de toda especie y condici¨®n. Cualesquiera que cultive, germinar¨¢. Contiene el universo entero y lo recrea en su vivir cotidiano. Ello le permite elegir el mundo en el que quiere vivir (salvaje, magn¨ªfico, anodino o cruel). De ah¨ª que pueda no s¨®lo esculpir su propio rostro, sino participar en la obra del creador, cooperar con ¨¦l. Atr¨¢s queda la naturaleza indefensa y quebradiza de la gnosis. Resuenan aqu¨ª los presocr¨¢ticos Anax¨¢goras y Emp¨¦docles, tambi¨¦n el budismo. y orientales. El ser humano puede vegetar como la planta, rugir como el animal o penetrar en las cosas como el ¨¢ngel. De hecho, el cosmos mismo encuentra su perfecci¨®n (su consumaci¨®n, dir¨ªan los budistas) en esa realizaci¨®n.
Un mutuo consentimiento o simpat¨ªa domina el cosmos. As¨ª como el agricultor junta el olmo con la vid, as¨ª el mago-fil¨®sofo une la tierra con el cielo. Los tres mundos constituyen uno solo y en el camino hacia su realizaci¨®n es imprescindible el amor. Pico recoge la tradici¨®n suf¨ª y la de los trovadores del amor cort¨¦s. ¡°Mira, querido Angelo, qu¨¦ locura nos domina. Mientras andamos en el cuerpo podemos amar a Dios m¨¢s que hablar de ?l y conocerle. Amar nos aprovecha m¨¢s, trabajamos menos, le agradamos m¨¢s. Pero preferimos ir por el conocimiento sin encontrar nunca lo que buscamos, m¨¢s bien que poseer amando aquello que, sin amar, en vano incluso encontrar¨ªamos¡±. Palabras que parecen las de un m¨ªstico cristiano, hebreo o suf¨ª. El fruto supremo de la libertad es el amor. Amor y conocimiento se acompa?an, pues no puede amarse lo que se desconoce y no puede buscarse lo que de alg¨²n modo no se ama.
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