La ¡®normalidad¡¯ tambi¨¦n era esto
Cinco nuevos libros exploran la diversidad y el car¨¢cter singular de nuestra antigua ¡°normalidad¡± mientras todav¨ªa continuamos esperando la ¡°nueva¡±
![Agafia Lykova, ¨²nica del clan de los Lykov que sigue viviendo aislada en la taiga siberiana.?](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NLIB6BB3JBKRUW74FLGE7AOTBQ.jpg?auth=7f8058a967a58f1696df954fed26984bbc4857dc4f58cfc3109e4f52864c416e&width=414)
Los Lykov llevaban m¨¢s de cuarenta a?os apartados del mundo cuando fueron ¡°descubiertos¡± en el verano de 1978 en una zona remota de la taiga siberiana. Karp ?sipovich Lykov y sus cuatro hijos practicaban una variante especialmente radical del cristianismo ortodoxo y a¨²n hablaban del zar como si estuviera vivo, en un ruso anticuado, dif¨ªcil de comprender para sus interlocutores. Los m¨¢s j¨®venes nunca hab¨ªan visto a ning¨²n otro ser humano aparte de sus padres. Vest¨ªan con ropas de arpillera de c¨¢?amo, iban descalzos y se alimentaban principalmente de patatas y pi?ones: cualquier otra comida y utensilio que no hubieran sido producidos por ellos ¡°no les estaba permitido¡±, dec¨ªan.
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A pesar de lo excepcional de sus circunstancias, los Lykov ten¨ªan algo parecido a una rutina, sobre la que el periodista Vasili Peskov report¨® en el Komsom¨®lskaya Pravda durante m¨¢s de una d¨¦cada: el trabajo en el huerto, la elaboraci¨®n de recipientes de corteza de abedul para guardar las provisiones, un poco de pesca y de caza menor y la lectura de libros lit¨²rgicos y la oraci¨®n ocupaban la totalidad de una jornada vivida de acuerdo a ¡°la vieja fe¡±. Peskov se convirti¨® en un visitante asiduo y narr¨® sus encuentros con los Lykov en unos art¨ªculos que despertaron la simpat¨ªa de sus lectores para con unas personas que representaban una vida simple y mejor al margen de la sociedad sovi¨¦tica. Impedimenta publica ahora el libro que re¨²ne esos art¨ªculos, bajo el t¨ªtulo Los viejos creyentes, y lo hace en un momento en que la voluntad de aislamiento y la idea de que el contacto con los otros es potencialmente peligroso ya no son patrimonio exclusivo de los viejos creyentes.
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Una vida simple y mejor es la que tratan de vivir tambi¨¦n Luz del Fuego, la bailarina y performer brasile?a que cre¨® una colonia ¡°naturista¡± (es decir, nudista) en la bah¨ªa de Guanabara en la d¨¦cada de 1950, como narra Javier Montes en su quest del mismo t¨ªtulo, y la protagonista del manga de Miki Yamamoto Sunny Sunny Ann!, una joven que vive en su coche, se prostituye ocasionalmente y paga un precio no menor por su rechazo a las restricciones impuestas a las mujeres de su clase en nombre de su propia ¡°seguridad¡±. Y es la vida a la que aspira Perro Peque?o, el protagonista de En la Tierra somos fugazmente grandiosos, primera novela del poeta norteamericano Ocean Vuong.
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Perro Peque?o tiene una madre y una abuela vietnamitas y un padre estadounidense ausente y maltratador; en la escuela es excluido por ser inmigrante y por su mezcla racial, pero los hechos determinantes de su vida son su homosexualidad y una historia de amor intensa y desgraciada que vive junto a su amigo Trevor: su queerness supone una dificultad a?adida en su tr¨¢nsito a la vida adulta, que Vuong, cuya novela, como ha afirmado en varias ocasiones, contiene muchos elementos autobiogr¨¢ficos, narra en detalle. Perro Peque?o encuentra belleza y felicidad en los m¨¢rgenes de los m¨¢rgenes de la raza y el g¨¦nero, pero tambi¨¦n dolor, y Vuong brilla especialmente cuando muestra la escasa distancia que existe entre las unas y el otro con una prosa l¨ªrica y de rara perfecci¨®n, po¨¦tica en el sentido menos disuasorio de esta expresi¨®n, por lo general, temible.
Una chica es una cosa a medio hacer, de Eimear McBride, tambi¨¦n est¨¢ narrada con una excepcional prosa po¨¦tica, igualmente es una primera novela y se ocupa de una cierta forma de radicalismo religioso y de una sexualidad poco normativa, todo lo cual la relaciona con los libros de Peskov y Vuong. La narradora de la novela se expresa en una lengua rota, como si fuera una orfebre que s¨®lo dispone de un hacha para hacer su trabajo. Los temas de la religi¨®n y la culpa en el libro remiten a la literatura de Edna O¡¯Brien, pero su lenguaje prueba que su joven autora aprendi¨® de James Joyce y de Samuel Beckett todo lo que vale la pena aprender de ellos, que no es poco.
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La narradora de Una chica es una cosa a medio hacer cuenta su historia y la de su hermano menor, que sobrevive a un tumor cerebral en sus primeros a?os de vida pero queda intelectualmente limitado, as¨ª como la de su madre, que los cr¨ªa en un ambiente asfixiante y muy religioso en el que la supervivencia del ni?o es tanto un ¡°regalo de Dios¡± como su castigo. Ya adolescente, el hermano menor trata de encajar en el colegio, pero es humillado y maltratado. La narradora, por el contrario, disfruta de su condici¨®n de paria: comienza a acostarse con los acosadores de su hermano para protegerlo y en reconocimiento de un poder que ejerce sin control alguno. El abuso y el sexo violento con desconocidos (y al menos un familiar, el marido de una t¨ªa) son su forma de expiar pecados que se inscriben, en la l¨ªnea temporal, despu¨¦s de la enfermedad del hermano, pero que, en un sentido moral o religioso, anteceden y justifican su condici¨®n: en el mundo de la religi¨®n y de la culpa en el que los personajes viven, el hermano menor enferma ¡°por¡± los pecados de la narradora, y cuando el tumor regresa y el hermano muere, la culpa ahoga a la narradora, literalmente.
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La desaprobaci¨®n y el rechazo de los dem¨¢s y los temas de la redenci¨®n y el castigo resuenan en estos libros, cuyos personajes son o se encuentran en situaciones ¡°singulares¡±. Notablemente, es lo que le sucede tambi¨¦n a Arvid Jansen, quien recoge a su exmujer en las afueras de Oslo en un estado de confusi¨®n absoluta una madrugada un a?o despu¨¦s de que ella lo abandonara y, con ella, regresan a ¨¦l los meses previos a la separaci¨®n, su soledad, la de ella, la de los hombres ¡°en su situaci¨®n¡± para los que dormir es imposible. Per Petterson es uno de los autores noruegos m¨¢s populares de su pa¨ªs, y su nueva novela, narrada en un estilo digresivo y algo moroso del que la evocaci¨®n es el rasgo dominante, justifica su popularidad tanto en Noruega como en el exterior. La juventud perdida, las f¨¢bricas, el Partido, la conciencia de clase, las peque?as traiciones, los equ¨ªvocos, las peleas, la tragedia familiar en el pasado reciente del protagonista, las lecturas, la culpa, una excursi¨®n con la hija mayor, las mujeres, la necesidad de escapar, un encuentro en un cementerio, el abismo que se abre entre sus hijas y ¨¦l y la liberaci¨®n que supone, por una vez, cuatro a?os despu¨¦s de los hechos narrados en la mayor parte del libro, dejar de lado el malestar propio porque es el malestar de los otros, y su dolor, el que debe ser solucionado, se suceden a modo de epifan¨ªas intensas aunque breves que apenas dejan huella en Jansen, cuya falta de atributos lo convierte en el personaje moderno por excelencia. Tambi¨¦n en su relaci¨®n con la ciudad, en este caso Oslo, esa ciudad donde todo parece posible todav¨ªa.
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Perro Peque?o, los Lykovy, Ann, los personajes de McBride y el protagonista de Petterson son excepcionalmente heterodoxos, pero los une una b¨²squeda de aceptaci¨®n y de normalidad que resuena especialmente en nuestros d¨ªas, cuando la expectativa de una ¡°nueva normalidad¡± parece dividirse entre quienes prefieren creer que todo ser¨¢ ¡°como era antes¡± y aquellos, quiz¨¢s m¨¢s rea?listas, que se ven incapacitados de imaginar un futuro que no est¨¦ condicionado por las amenazas que provienen del medio ambiente y de la torpeza gubernamental. Aun imperfecta, la normalidad que disfrutamos hasta la pandemia era la de un mundo extraordinariamente diverso en el que cab¨ªan vidas como las de estos personajes, que oscilan entre la promiscuidad y el aislamiento, entre la esperanza y la decepci¨®n, y que proponen posibles ¡°nuevas normalidades¡±, muy poco normales, para quien sepa dar con ellas y se haga la antigua y muy pertinente pregunta acerca de c¨®mo se debe vivir.
¡°D¨¦jame volver a empezar¡±, pide Perro Peque?o a su madre al comenzar su carta, y al final de la novela de Per Petterson su protagonista afirma: ¡°El nudo se deshizo. Algo se acab¨®. Y era maravilloso. Lo oyes, Jondal, dije en mi interior, es maravilloso¡±.
LECTURAS
Los viejos creyentes. V¨ªa sin retorno en la taiga. Vasili Peskov. Traducci¨®n de Marta S¨¢nchez-Nieves. Impedimenta, 2020. 256 p¨¢ginas. 21 euros.
Sunny Sunny Ann! Miki Yamamoto. Traducci¨®n de Alberto Sakai. Astiberri, 2020. 200 p¨¢ginas. 15 euros.
Hombres en mi situaci¨®n. Per Petterson. Traducci¨®n de Lotte K. Tollefsen. Libros del Asteroide, 2020. 304 p¨¢ginas. 20,95 euros.
Luz del Fuego. Javier Montes. Anagrama, 2020. 272 p¨¢ginas. 19,90 euros.
En la Tierra somos fugazmente grandiosos. Ocean Vuong. Traducci¨®n de Jes¨²s Zulaika. Anagrama, 2020. 232 p¨¢ginas. 18,90 euros.
Una chica es una cosa a medio hacer. Eimear McBride. Traducci¨®n de Rub¨¦n Mart¨ªn Gir¨¢ldez. Impedimenta, 2020. 272 p¨¢ginas. 20,75 euros
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