¡®Mysterium Magnum¡¯, de Jacob B?hme: el manantial de fuego que nos habita

El mundo visible es s¨ªmbolo del invisible. En el interior del ser humano hay un dios escondido, un fuego secreto, propenso a la luz y a las tinieblas. Con esa idea, de raigambre oriental, inicia Jacob B?hme su Mysterium Magnum. Una obra inmensa que llega por primera vez a nuestra lengua gracias a la editorial Atalanta y la cuidadosa traducci¨®n de Francisco Mart¨ªnez Albarrac¨ªn, auspiciada por Agust¨ªn Andreu, que ya hace m¨¢s de 40 a?os nos regal¨® una traducci¨®n de Aurora. B?hme (1575-1624) es, en palabras de Hegel, el primer fil¨®sofo alem¨¢n. Una aparici¨®n milagrosa en la historia del esp¨ªritu que inspir¨® a poetas rom¨¢nticos como Novalis y Goethe, y a fil¨®sofos como Schelling, Schopenhauer, Unamuno o Borges. En el a?o 1600, este zapatero de G?rlitz vio en su taller, como si de un Aleph se tratara, todos los secretos del universo reflejados en la concavidad de una vasija de esta?o que reflejaba un rayo solar. Su ingente obra es un esfuerzo continuado por entender aquella experiencia, que lo dej¨® ¡°rodeado de luz divina¡± durante siete d¨ªas, los mismos de la creaci¨®n. En todas las cosas, en todas partes hay un abismo sin fondo, y ese abismo es Dios. Una nada que se engendra y se engulle a s¨ª misma eternamente. Manifiesta e inmanifiesta, como describe en la cosmolog¨ªa s¨¡mkhya.

Somos fuego invisible propenso a las tinieblas y a la luz, a la alegr¨ªa y el dolor y, sin embargo, ese dios sin fondo que nos habita no es ni lo uno ni lo otro, sino s¨®lo el fundamento de lo anterior, ¡°un invisible e incomprensible manantial de fuego¡± que no est¨¢ encerrado en nada, salvo en ¡°la voluntad de vivir¡± (aqu¨ª arranca Schopenhauer). El mundo es una paradoja. Las cosas sensibles son el modo en que lo invisible e incomprensible devino visible y comprensible. Imaginemos un dios enmara?ado, confuso, que quiere entenderse a s¨ª mismo. Entonces, para hacerlo, crea el universo. El universo es el despliegue de esa interioridad confusa que quiere conocerse a s¨ª misma. Es como escribir un libro para entender el tema sobre el que escribe. El propio B?hme lo confiesa: ¡°Deseamos escribir este libro para que nos sirva de recordatorio y el lector pueda ejercitarse en el conocimiento divino¡±. Estamos ante una idea central de la filosof¨ªa hind¨² del ved¨¡nta: el universo como ejercicio divino de conocimiento de s¨ª mismo. Y esa fuerza divina se expresa a trav¨¦s del ser sensible, como en una meditaci¨®n soleada. ¡°As¨ª como el ¨¢nimo se infunde en el cuerpo y, a trav¨¦s de ¨¦l, en los sentidos y pensamientos; as¨ª tambi¨¦n el dios invisible se infunde en el mundo visible y lo atraviesa¡±. B?hme parece haber le¨ªdo las upanisad: ¡°?Qui¨¦n es el Ave de oro, que habita en nuestros pechos y en el Sol?¡±. En el ser creado advertimos la figura de una operaci¨®n interior. La mente se fabrica un cuerpo, dir¨¢ tiempo despu¨¦s Leibniz.

El mundo que vemos es la manifestaci¨®n del amor y la ira de Dios. De un poder creativo y conservador y de un poder destructivo y regenerativo. Visnu y ?iva. Y ambos pertenecen a Dios, como a Dios pertenecen el bien y el mal, una idea her¨¦tica que le acarrear¨¢ problemas a B?hme con un p¨¢rroco inquisidor. El gran misterio es precisamente ese, un mundo espiritual oculto en un mundo visible que, en muchas ocasiones, deriva en calamidad y holocausto. Pero una chispa de aquella ¡°Palabra eternamente hablante¡± nos habita y, pese a todo, ¡°nuestro cuerpo es un ser de las estrellas¡±.

El bien y el mal pertenecen a Dios, una idea her¨¦tica que le acarrear¨¢ problemas a B?hme con un p¨¢rroco inquisidor

Dios no est¨¢ en los cielos, su morada es el ser humano. ¡°?l es la voluntad del Sin-fondo¡±. Un apetito incesante de captarse a s¨ª mismo. ¡°Y ?l es en s¨ª mismo Uno¡±. En esa magia de la unidad resuena el pensamiento v¨¦dico y la unidad de sustancia de Spinoza. La unidad fundamental de todas las cosas ha sido uno de los grandes temas de la m¨ªstica y resulta dif¨ªcil de asumir para mentalidades como las nuestras, educadas en el dualismo. El dualismo considera que el bien y el mal son sustancias separadas. Desde la perspectiva de B?hme, hay una diferencia de grado y de disfraz, no de clase. Una fuerza trata de expresarse a s¨ª misma. Unas circunstancias la sujetan. La fuerza toma nuevos cuerpos, una y otra vez.

?Ha hecho Dios el mal?, se pregunta B?hme. ¡°Aqu¨ª la raz¨®n se pone a especular, pero s¨®lo da vueltas en c¨ªrculo, sin poder entrar, pues est¨¢ fuera y no dentro de la Palabra del c¨ªrculo de la vida¡±. Lo de arriba es como lo de abajo, ¡°el sol junto con los astros son esp¨ªritu, la tierra junto con los otros elementos es un ser¡± (B?hme anticipa la teor¨ªa de Gaia). ¡°?l es en s¨ª mismo s¨®lo Uno; no necesita ni espacio ni lugar, se engendra a s¨ª mismo de eternidad en eternidad¡±. El deseo libre y el eterno fuego de la naturaleza, esp¨ªritu y materia, son Uno. ¡°Una conjunci¨®n y un ensamblaje eternos¡±. Gracias al fuego divino arde el amor y el infierno, que es la ¡°enemistad de la luz, el miedo a la luz¡±. El bien y el mal proceden de un mismo origen. Los dualistas han gobernado las mentalidades durante demasiado tiempo. El dualista es d¨¦bil, suplica ayuda a los cielos, no sabe que los cielos (y los infiernos) est¨¢n en ¨¦l. Cuando la persona se siente a s¨ª misma una con el Ser infinito, desaparecen los temores. Nirvana es samsara. Hay algo insensato y radical en esta propuesta. B?hme no teme a nada, ha ardido por dentro, gracias a un rayo de sol que entr¨® en su zapater¨ªa.

Mysterium Magnum?

Jacob B?hme??
Traducci¨®n de Francisco M. Albarrac¨ªn
Atalanta, 2024. 968 p¨¢ginas. 59 euros