La literatura explora el trauma de ¡®Charlie Hebdo¡¯
De los c¨®mics de los supervivientes a 'El colgajo', de Philippe Lan?on, una abundante bibliograf¨ªa ha surgido en torno al atentado al semanario franc¨¦s, cuyo juicio se celebra estos d¨ªas
Todo trauma suele tardar a?os en convertirse en arte. Pero los atentados del 7 al 9 de enero de 2015 en Francia, cuyo juicio empez¨® el 2 de septiembre y debe terminar a mediados de noviembre, ya han dado pie a una abundante bibliograf¨ªa. Un cap¨ªtulo del ¨¦xito de la rentr¨¦e literaria de este a?o, Yoga de Emmanuel Carr¨¨re, trata del ataque a la revista sat¨ªrica Charlie Hebdo. Es el ejemplo m¨¢s reciente. En los ultimos cinco a?os, ha habido ensayos, c¨®micos, y relatos m¨¢s o menos literarios que bastar¨ªan para llenar una estanter¨ªa. Tambi¨¦n ajustes de cuentas. Aqu¨ª una selecci¨®n.
El director. Laurent Sourrisseau, o Riss, que qued¨® herido durante el tiroteo en la sala de redacci¨®n de Charlie Hebdo, no quiere que le llamen v¨ªctima. Lo dijo al testimoniar hace unos d¨ªas en el juicio por los atentados de enero de 2015, y lo explica en Une minute quarante-neuf secondes¡¯ (Actes Sud, 2019, en franc¨¦s). ¡°V¨ªctima es una palabra que le sit¨²a a uno junto a los perros apaleados por sus amos, a los ni?os v¨ªctimas de sus padres, a los despedidos por motivos econ¨®micos que son v¨ªctimas de las leyes del mercado¡±, escribe. ¡°Inocente: yo era inocente. V¨ªctima, no¡±. El libro deconstruye a c¨¢mara lenta el minuto y cuarenta y nueve segundos que dur¨® el tiroteo. Pero es m¨¢s que eso. Son unas memorias en la que Riss explica su relaci¨®n, desde peque?o, con la muerte y con la violencia, y una serie de perfiles de sus compa?eros muertos. Tambi¨¦n incluye una carga contra lo que ¨¦l denomina el ¡°esp¨ªritu colaboracionista¡± de quienes acusaron al semanario sat¨ªrico de islam¨®fobo o racista por caricaturizar a Mahoma, contra ¡°esa izquierda totalitaria [que] se adapt¨®, seg¨²n las ¨¦pocas, al estalinismo, al maoismo, a los jemeres rojos, a la revoluci¨®n isl¨¢mica iran¨ª y hoy al islamismo¡±.
El literato. El 7 de enero de 2015 ha dejado ya, por lo menos, una obra literaria de primera magnitud. Philippe Lan?on, columnista cultural de Charlie Hebdo, narra en El colgajo¡¯ (Anagrama, 2019, traducci¨®n de Juan de Sola) los minutos del atentado, en el que su rostro qued¨® desfigurado, y los meses de hospitalizaci¨®n y reconstrucci¨®n f¨ªsica y moral. Lan?on logra una proeza ret¨®rica y humana: describir un atentado con una atenci¨®n por el detalle casi cl¨ªnica, sin patetismo, pero con la capacidad de acercar al lector lo m¨¢ximo que es posible acercarse ¡ªe imaginarse¡ª a lo que supuso vivir ah¨ª esos momentos. ?l s¨ª se sinti¨® v¨ªctima. ¡°Era una v¨ªctima de guerra entre [las plazas] de la Bastilla y de la Rep¨²blica¡±, dice en referencia a la ubicaci¨®n geogr¨¢fica en Par¨ªs de la redacci¨®n. ¡°Era un herido de guerra en un pa¨ªs en paz, y me sent¨ªa desamparado¡±.
La dibujante. Catherine Meurisse viv¨ªa una historia de desamor con un hombre casado, se sent¨ªa confusa y desanimada, y aquel d¨ªa se despert¨® demasiado tarde para llegar puntual a la reuni¨®n de los mi¨¦rcoles por la ma?ana en Charlie Hebdo. Aquello la salv¨®. Lo explica al inicio del c¨®mic La levedad (Impedimenta, 2017, traducci¨®n de Llu¨ªs Maria Tod¨®), el relato l¨ªrico y en primera persona de una superviviente: la irrupci¨®n de la violencia y el caos, la vida bajo protecci¨®n policial, la reconstrucci¨®n de la revista y el humor negro (siempre) contra viento y marea, las visitas al psiquiatra, la tristeza y finalmente el viaje a Italia y la b¨²squeda de la belleza. ¡°A m¨ª lo que me pareci¨® m¨¢s precioso, despu¨¦s del 7 de enero, fue la amistad y la cultura¡±, le dice una amiga durante una excursi¨®n a la monta?a. ¡°A m¨ª es la belleza¡±, responde Catherine. ¡°Es lo mismo¡±, a?ade ella.
El quiosquero. Le kiosquier de Charlie (Equateurs en franc¨¦s, Bompiani/Rizzoli en italiano, 2016), de la periodista Ana?s Ginori, cuenta la historia de Patrick, el quiosquero en Saint-Germain-des-Pr¨¨s, el barrio m¨¢s literario de Par¨ªs, justo en frente los caf¨¦s de Flore y de los Deux Magots, que frecuentaban los existencialistas. En este quiosco, los dibujantes Wolinski y Cabu, vecinos del barrio, compraron sus ejemplares de Charlie Hebdo el 7 de enero de 2015 por la ma?ana, antes de dirigirse a la reuni¨®n semanal en la redacci¨®n. El quiosquero Patrick no sab¨ªa nada del atentado cuando, mientras regresaba en coche a su casa en la otra punta de Par¨ªs, unos desconocidos le asaltaron y le robaron el veh¨ªculo. Eran los hermanos Kouachi, que acababan de asesinar a sus clientes en la redacci¨®n de Charlie y se encontraban en plena huida. A partir de esta historia, la corresponsal de La Repubblica en Par¨ªs reconstruye aquellos d¨ªas. Y, por medio de esta historia, reflexiona sobre la crisis del periodismo y sobre las amenazas a libertad de expresi¨®n, que se proyectan sobre un simple quiosquero. ¡°Habr¨ªa podido morir y sobrevivi¨®, en un momento en el que su oficio agonizante, en v¨ªas de extinci¨®n, parece hoy resucitado¡±, escribe Ginori describiendo el boom temporal de ventas de Charlie Hebdo tras el atentado. ¡°Mierda, id a un quiosco, comprad ¡®Charlie¡¯ y comprad otros peri¨®dicos, no mierdas, sino algo un poco inteligente¡±, exhort¨® unos d¨ªas despu¨¦s el dibujante Luz, citado en el libro. ¡°Si podemos lograr que vivan los quioscos, si podemos lograr que viva el papel, si a trav¨¦s de estos quioscos y de este papel se pueden hacer vivir las ideas, en todo el mundo, al menos en Francia, realmente habremos ganado¡±.
El conflicto. En los libros de Riss y Lan?on hay duros reproches a quienes, al ¡°aislar y despreciar¡± a Charlie Hebdo por publicar en 2006 las caricaturas de Mahoma, lo convirtieron en ¡°la diana de los islamistas¡±, como se lee en El colgajo. Durante el juicio, estos reproches se han vuelto a escuchar. Esta misma semana la portada de la revista publica caricaturas del periodista de izquierdas Edwy Plenel, del l¨ªder de la izquierda populista Jean-Luc M¨¦lenchon y del ensayista islamista Tariq Ramadan sugiriendo que simpatizan m¨¢s con los hermanos Kouachi que con Charlie. Dos libros publicados en Francia a finales de 2015 resumen un choque que tambi¨¦n confronta ideas distintas de lo que es?Charlie y distintas visiones de la izquierda (hay un trasfondo, adem¨¢s, de contenciosos menos elevados, de car¨¢cter pecuniario). El periodista Denis Robert arremeti¨® en el ensayo Mohicans (Julliard) contra el equipo que dirigi¨® Charlie Hebdo, fundada en los a?os setenta, desde su resurrecci¨®n en los noventa. Robert, desde una posici¨®n izquierdista e invocando la figura del fundador Cavanna, describ¨ªa al exdirector Philippe Val, a su sucesor Riss y al abogado de la revista, Richard Malka, como una camarilla que supuestamente habr¨ªa traicionado los valores de ¡®Charlie¡¯. En los mismos d¨ªas, Val public¨® ¡®C¡¯¨¦tait Charlie¡¯ (Grasset). ¡°Una parte de la izquierda dispuesta a liquidar la laicidad para no perder una reserva de votos, nos insult¨® tratando de zombis a quienes expresaban su pesar y su apego a los valores democr¨¢ticos que encarnaban las v¨ªctimas del terrorismo¡±, se quejaba. ¡°As¨ª que decid¨ª escribir este libro. Por la memoria de los muertos y el honor de los vivos¡±.
Los cl¨¢sicos. No hay mejor legado de los muertos de Charlie Hebdo que sus obras. No hay mejor manera de entender la revista. En 2015, tras los atentados, se public¨® en castellano ?Podemos a¨²n re¨ªrnos de todo? (Pen¨ªnsula , traducci¨®n de Eduardo G. Murillo), de Cabu. Las vi?etas se burlan de todos: pol¨ªticos, cantantes, deportistas. Y de las religiones. ¡°A la mierda todas las religiones¡±, dice una de ellas en la que se ven rollos de papel higi¨¦nico que representan la Biblia, el Cor¨¢n y la Tor¨¢. La palabra clave, por supuesto, es "todas". En otra vi?eta, titulada ¡°?Podemos re¨ªrnos de la pedofilia?¡±, se ve a un sacerdote cat¨®lico abrazando a un grupo de ni?os felices. Otro ni?o que parece excluido del grupo llora y dice: ¡°Solo soy yo¡ snif¡ snif¡ el que no le gusta a monse?or¡±. Cabu y Charlie eran as¨ª. Gamberros e irreverentes, con un humor con frecuencia de brocha gorda y que pod¨ªa rozar el mal gusto, un humor que no estaba hecho para caer bien ni para halagar la inteligencia del lector sino m¨¢s bien sacudirla. Cabu y compa?¨ªa no hac¨ªan ilustraciones ni vi?etas para el New Yorker, ni lo pretend¨ªan. De Wolinski, otro de los cl¨¢sicos, se public¨® en franc¨¦s en 2019 Les falaises (Seuil), una antolog¨ªa de sus dibujos de hombres y mujeres ante acantilados, ¡°un lugar espectral en el que se anunciar¨ªa el pasaje imposible entre las dos orillas que separan la vida y la muerte¡±, escribi¨® en el pr¨®logo su amiga la psicoanalista ?lisabeth Roudinesco. Una de las ¨²ltimas vi?etas muestra un autocar con la inscripci¨®n Charlie Hebdo y lleno de gente en el interior. El autocar salta por un acantilado. ¡°Si salimos de esta¡±, dice el conductor, ¡°es un milagro¡±.
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