La belleza de La Belloch

?Qu¨¦ ejemplo tan vigorizante ofrece el Centro Dram¨¢tico Nacional al abrir su temporada con La Belloch, compa?¨ªa de repertorio con elenco estable! Esta decisi¨®n de su director sugiere que las compa?¨ªas en tiempos epid¨¦micos deben volver a ser lo que fueron: una segunda unidad de convivencia, un lugar donde el estrecho contacto f¨ªsico, intelectivo y emocional promueva el tratamiento en profundidad del asunto que la obra aborda, la construcci¨®n minuciosa de sus personajes, la creaci¨®n de un juego esc¨¦nico elaborado¡­

Oto?o en abril (cuyo estreno estaba previsto en dicho mes, borrado del calendario teatral de este a?o) viene a dar continuidad a los personajes de Verano en diciembre, tomograf¨ªa de los afectos familiares que el CDN ha reprogramado, en funci¨®n matinal. En su nueva comedia de costumbres, Carolina ?frica pone a tres hermanas j¨®venes en una encrucijada vital de la que saldr¨¢n transfiguradas. El regreso de dos de ellas al hogar materno es el trampol¨ªn que la autora madrile?a utiliza para ejecutar un sinf¨ªn de cabriolas humor¨ªsticas, rematadas con un salto mortal sobre un pi¨¦lago de sentimientos encontrados. Las criaturas de ?frica respiran emociones ciertas, tienen una psicolog¨ªa perfilada, act¨²an seg¨²n patrones de conducta muy bien observados. Encarnadas por cinco actrices comprometidas con su labor, se ganan pronto el cr¨¦dito del p¨²blico.

En este teorema familiar, el cuadrado de las alegr¨ªas de las tres hermanas es igual a la suma de las decepciones que sufren. Son mujeres en tr¨¢nsito, a la b¨²squeda de una identidad que se les escurre entre los dedos: Carmen, la primog¨¦nita, querr¨ªa ser algo m¨¢s que la esposa de un marido tan ausente como lo estuvo siempre su padre, por motivos laborales. Alicia va a ser mam¨¢ soltera de una beb¨¦, catalizador de la funci¨®n. Paloma, la benjamina, tiene la cabeza a p¨¢jaros, incapaces de levantar el vuelo. Con una identidad indeleble forjada a imagen de la de la abuela del tr¨ªo, Teresa, su madre, simboliza a todas las madres: sus hijas nunca pronuncian su nombre. Prendida su mecha por una Pilar Manso incendiaria, Teresa es un c¨®ctel molotov donde la falta de inteligencia emocional, un despiste colosal pero selectivo y cierto grado de cinismo se mezclan, estallan y provocan toda suerte de da?os colaterales.

La Alicia de Beatriz Grimaldos irradia dulzura y un encanto rotundo, que al p¨²blico le llega de golpe, de una sola vez. Algo en ella me record¨® a Almudena Mestre, cofundadora de La Belloch. Laura Cort¨®n, pilar de esta compa?¨ªa y joker de Oto?o en abril, va sin cadena, especialmente en su interpretaci¨®n imprevisible de una doctora de pesadilla. Paola Ceballos le imprime corporeidad perentoria y fragilidad psicol¨®gica a la desnortada Carmen, aprendiz de youtuber, y Majo Moreno encarna expresivamente el abajamiento y la fragilidad emocional de Paloma.

Como directora, ?frica domina la teatralidad pura, no figurativa: v¨¦anse la escena de la lluvia sin agua, la pelea de Alicia y Carmen sin tocarse, la recreaci¨®n del acto de comer tarta sin tarta, los efectos sonoros creados a la vista¡­ No deja tiempo muerto alguno: encadena y funde escenas con pericia equivalente a la que demuestra Wajdi Mouawad cuando dirige sus propias obras.

Oto?o en abril. Texto y direcci¨®n: Carolina ?frica. Teatro Mar¨ªa Guerrero. Madrid. Hasta el 4 de octubre.