Manuel D¨ªaz ¡®El Cordob¨¦s¡¯, un torero, un rebelde con causa por el honor de su madre
Recuperado de su grave problema de cadera, espera el nuevo a?o para volver a los ruedos
- ?Es posible separar el torero del personaje popular?
- ¡°No. Una faceta va unida a la otra. No se puede separar al torero de la persona, y lo que hoy no tiene sentido es que el torero no sea popular. A m¨ª todav¨ªa me conocen los ni?os por la calle; la gente me para y me pone el m¨®vil para que salude a su madre. Reconozco, no obstante, que en el balance de mi vida ha importado m¨¢s el personaje que el torero. Creo que si me hubiera dedicado solo al toreo, a lo peor no hubiera triunfado porque, quiz¨¢, no pose¨ªa las cualidades necesarias. Pero siempre he tenido los pies en el suelo. He tenido claro el lugar que ocupaba, y en ese escal¨®n creo que soy el mejor. Vamos, que yo conoc¨ªa mis l¨ªmites. Por eso, he sido feliz en mi profesi¨®n, y no he necesitado otros reconocimientos¡±.
La cita es en un hotel sevillano, y all¨ª aparece Manuel D¨ªaz El Cordob¨¦s con una sonrisa abierta, jovial y divertido, como si te conociera de toda la vida. Su imagen sigue siendo la de un chaval, pero ya es un hombre con toda la barba -ha cumplido 52 a?os el pasado 30 de junio-, un torero veterano (esta es su temporada n¨²mero 27), y un padre de familia con tres hijos de 21, 16 y 14 a?os.
Comenta ufano que ya est¨¢ recuperado del grave problema de caderas que lo apart¨® de los ruedos en el verano de 2018 para pasar por el quir¨®fano; y que solo la pandemia ha impedido que esta temporada estrenara un traje de luces nazareno y oro listo para ¡°demostrar que una lesi¨®n no me ha retirado del toreo¡±.
Se define como un rebelde, pero es, ante todo, un torbellino que destila campechan¨ªa, habla sin medida, y transmite tanta naturalidad como aparente sinceridad. Un animal de la comunicaci¨®n, un seductor nato, una persona entra?able¡ Parece, sin embargo, que es un esclavo del personaje, como si este lo hubiera abducido y no pudiera aparcarlo a pesar de sus intentos.
Confiesa que es feliz, ¡°eternamente feliz¡±, apostilla; y como tal se muestra durante toda la charla, en la que repasa una vida plagada de acontecimientos que todos hemos vivido con ¨¦l, cual es el sino de los personajes populares. En suma, hablar con Manuel D¨ªaz El Cordob¨¦s es hacerlo con un amigo cercano, aunque nunca antes lo hayas saludado, con el que hemos compartido intimidades familiares, flaquezas y triunfos de alguien que forma parte de nosotros.
"En mi vida ha importado m¨¢s el personaje que el torero¡±
Asegura que es torero desde que naci¨® y lo es por sus genes paternos, detalle que no le ocultaron nunca su abuela y su madre, lo que se convirti¨® en la causa de su rebeld¨ªa. ?l lo explica mejor:
¡°Mi rebeld¨ªa nace de mi compromiso por limpiar el honor de mi madre; yo supe desde peque?o que a ella se la hab¨ªa herido, y la ¨²nica manera de defenderla era haci¨¦ndome torero. Mi referente principal ha sido mi padre, claro que s¨ª. ?l ha sido el espejo en el que me he mirado. Ha sido mi ¨ªdolo taurino, y por ello decid¨ª seguir sus pasos. Me he formado a su semejanza y adopt¨¦ su estilo. Mi objetivo era llegar a ser una persona notable para que ¨¦l se fijara en m¨ª. Ten¨ªa que defender la honestidad de mi madre, y me hice responsable de abanderar esa causa¡±.
- ?Por eso ha sido torero?
- ¡°Esa fue la base principal. Despu¨¦s, esta vocaci¨®n se convierte en un veneno que te entra en la sangre. Es un mundo de respeto y de valores que te permite ser distinto a los dem¨¢s. Ya de chico la gente de mi barrio cordob¨¦s me miraba de forma diferente porque quer¨ªa ser torero. Ya era novillero sin caballos antes de superar el Graduado Escolar. De hecho, brind¨¦ un novillo a mi tutora en Villanueva de C¨®rdoba y le ped¨ª que me aprobara¡±.
Manuel D¨ªaz esconde por un momento la sonrisa y explica que el toreo le ¡°ha apartado de muchas tentaciones y distracciones, me ha obligado a implicarme de lleno, y he aprendido a respetar a las personas, a los animales y a m¨ª mismo¡±.
Y a?ade que descubri¨® lo que ¨¦l llama ¡°la psicolog¨ªa de la viveza¡±.
¡°S¨ª, la necesidad de caer bien y tener o¨ªdo. Yo toreaba con el o¨ªdo; si la gente vibraba en el tendido segu¨ªa por ese camino, aunque ello supusiera saltarme a la torera los c¨¢nones taurinos¡±.
- ?Y usted qu¨¦ ha aportado a la fiesta de los toros?
- ¡°Frescura¡ acerqu¨¦ un p¨²blico nuevo que no la conoc¨ªa. La gente ven¨ªa a verme porque era un torero popular, lo que creaba m¨¢s afici¨®n y riqueza. Es verdad que, a veces, me asaltaban dudas: ?es esto lo que yo quiero hacer o es que no me queda m¨¢s remedio? Con el paso del tiempo he descubierto que ese era el espacio que yo pod¨ªa ocupar con mi verdad y honestidad. Tengo claro que habr¨¦ sido mejor o peor, pero todo lo he realizado con entrega¡±.
¡°Imposible, inalcanzable¡±, responde el torero cuando se le pregunta si ha saboreado la meta propuesta.
¡°Es m¨¢s, no me considero figura del toreo. He disfrutado, eso s¨ª, he sido un privilegiado y le debo al p¨²blico que me haya colocado en el lugar que estoy. Figura, quiz¨¢ no, pero s¨ª un torero querido. Yo me quedo hoy en cualquier lugar de Espa?a sin un euro en el bolsillo y le aseguro que a las diez de la noche estoy comiendo un bocadillo en casa de una familia desconocida. Para m¨ª, eso traspasa m¨¢s que ser figura¡±.
-?Cu¨¢l podr¨ªa ser esa meta inalcanzable?
¡°No me considero figura, pero s¨ª un torero querido¡±
- ¡°Haber dado m¨¢s de m¨ª y no haber apostado por el ego¨ªsmo y el conformismo. A veces, he antepuesto mi historia de vida a la profesional, he elegido el camino del coraz¨®n y no el de la cabeza¡±.
M¨¢s de 1.000 toros lidiados, 18 cornadas, algunas de ellas muy graves, torero de todas las ferias durante varias temporadas en las que sobrepas¨® los 100 festejos, una pelea judicial para utilizar legalmente el apodo del El Cordob¨¦s, otra m¨¢s larga para ser reconocido como hijo leg¨ªtimo¡
-¡°Mi vida no ha sido f¨¢cil, ni la taurina ni la privada. A veces, me he sentido como una mercanc¨ªa, y he querido abandonar, pero era un tributo que ten¨ªa que pagar para alcanzar la meta: comer caliente y ayudar a mi madre¡±.
Tiene palabras muy cari?osas para Paco Dorado, el apoderado que lo impuls¨® siendo a¨²n novillero, al que le pidi¨®, dice, un ¨²nico favor: ¡°El primer dinero que ganemos tiene que ser para comprarle una casa a mi madre, que ya estamos hartos de que nos echen por impago del alquiler¡±.
Y as¨ª fue: con el sueldo de la corrida de su confirmaci¨®n de alternativa en Las Ventas, el 20 de mayo de 1993, pudo cumplir su deseo.
- Ha ganado dinero, entonces¡
- ¡°Yo ten¨ªa una visa oro que funcionaba cada vez que la met¨ªa en el cajero, y as¨ª me daba por pagado. Gan¨¦ dinero, s¨ª, pero tambi¨¦n pagu¨¦ mucho. Hubo un par de rupturas de apoderamiento que me costaron como un divorcio. Nunca mir¨¦ los contratos, porque lo que yo quer¨ªa era torear y que a mi madre no le faltasen las 200.000 pesetas que le enviaba todos los meses¡±.
Se le ilumina la cara cuando recuerda la tarde de su alternativa de lujo en la Feria de Abril de Sevilla de 1993, con Curro Romero de padrino y Espartaco como testigo. ¡°Aquel d¨ªa¡±, musita, ¡°se cumpli¨® un sue?o¡±.
Despu¨¦s, vinieron muchas tardes m¨¢s, en todas las ferias, primero, y en el circuito de las plazas de segunda y tercera, despu¨¦s, tildado siempre como torero medi¨¢tico y popular.
¡°F¨ªjese que Madrid nunca me ha impresionado y all¨ª he vivido momentos bonitos; Sevilla, un poco m¨¢s y no s¨¦ por qu¨¦. Pero, quiz¨¢, por ser medi¨¢tico, a veces, me negaron orejas que el p¨²blico ped¨ªa. Era como si concederme un trofeo restara m¨¦ritos a la pureza, cuando esta no es m¨¢s que un complemento de la verdad. ?Es malo ser medi¨¢tico? No. El torero es un hombre del pueblo, un h¨¦roe del pueblo. Yo no habr¨¦ sido un exquisito, pero s¨ª leal conmigo y con el p¨²blico¡±.
- ?Y si no hubiera sido torero¡?
- ¡°Yo lavaba muy bien los coches¡ Todav¨ªa mi familia alucina cuando me pongo a ello. Aprend¨ª el oficio siendo un chaval y trabajaba en un lavadero los fines de semana¡±.
- Ya solo le queda despedirse del toreo¡
- ¡°Seguro que vestir¨¦ ese traje nazareno y oro que a¨²n no he estrenado. Me habla cada vez que lo veo. Me gustar¨ªa pisar de nuevo algunas plazas con las que mantengo una relaci¨®n especial, pero no me he marcado ninguna meta. Puede ser una sola corrida o veintiuna, no lo s¨¦. Quiero verme de nuevo en la cara del toro y convencerme de que una lesi¨®n no me ha retirado del toreo. Adem¨¢s, no soy amigo de despedidas¡±.
Antes de decir adi¨®s posa para el fot¨®grafo como un modelo experimentado, divertido y jovial, y desaparece, corriendo y sonriente, como lleg¨®¡
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